Título: La lámpara
Autora:
Clarice Lispector
Publicación:
Siruela, marzo de 2017
Páginas:244
La lámpara (1946) es la segunda novela de Clarice
Lispector y una de las menos comentadas, como si la crítica no supiera muy bien
qué hacer con un texto que, como la lámpara que lleva por título, deslumbra
hasta ofuscar y a la vez ilumina aspectos cruciales de la narrativa de
Lispector. Reducida a su núcleo esencial, La lámpara es la
historia de un probable incesto –el de los hermanos Virgínia y Daniel– y de una
soledad segura, la de Virgínia, que con su soledad construye todas las formas
de lo real, las distorsiona, proyecta equívocos, se sitúa y nos sitúa ante la
evidencia de la fragilidad de nuestra forma de relacionarnos con los demás y
con el mundo. Porque la mirada de Virgínia no hace concesiones y penetra hasta
esos rincones del yo que los adultos convenimos en ocultar. Por eso, cuando
llegue el sorprendente y rápido desenlace, todos comprenderemos que era el
único posible.
Mis impresiones
Esta va a ser una de esas reseñas difíciles en las que
una tiene que pensarse muy bien que decir de un libro porque en ella la
subjetividad puede cambiar el tono o significado de la historia. Es una de esas
novelas de las que se pueden discutir mucho. La lámpara, publicada originalmente en 1946, ha sido mi primer
acercamiento a Clarice Lispector y es una novela complicada y diferente. Una
novela en la que hay que esforzarse en su lectura. Y a mí esto me resulta muy
estimulante.
“Ella sería fluida durante toda su vida.
Pero lo que había dominado sus contornos y los había atraído a un centro, lo
que había iluminado contra el mundo y le había dado un íntimo poder había sido
el secreto. Nunca sabría pensar en él en términos claros, temiendo invadir y
disolver su imagen.”
Virgínia es una mujer anclada en el pasado, por lo vivido
durante su infancia. Se crió en Granja Quieta, una casa humilde situada en un
pueblo llamado Brejo Alto. Su familia, formada por sus padres, su hermana
Esmeralda y su hermano Daniel al que le unía una relación muy estrecha, llena
de secretos y juegos que a veces la sometían a sus crueles caprichos. Ahora una
Virgínia adulta se ha trasladado a una ciudad (mientras Daniel sigue en la casa
familiar) y mantiene una relación con un hombre, Vicente. Aunque ella no puede
llevar una existencia normal por los recuerdos que la asaltan y aíslan del
mundo en cualquier momento. En muchas ocasiones Virgínia anda perdida e inmersa
en su propio mundo de ensoñaciones y emociones.
El argumento de La
lámpara es tan sencillo como el que os he contado. De hecho no tiene mucha importancia.
Es más una novela que de carácter introspectivo nos va dibujando las
sensaciones y emociones contra o con las que lucha su protagonista. Virgínia
está rodeada de soledad, un sentimiento que la embarga y la determina. Y es en muchos
de esos momentos cuando regresa a imágenes de su pasado, a rememorar esos
hechos inconexos que han trascendido en el tiempo. Una infancia que no puede
dejar atrás y que la lastra en el presente.
A nivel psicológico Virgínia, el personaje alrededor del cual
gira toda la historia, es un personaje rotundo y a la vez etéreo construido con
una profundidad increíble y un mundo interior muy matizado pero a la vez muy
abierto. Todo en esta novela es cuestionable. No es fácil meterse en su piel y
sentir esa inmensa soledad de la que nos habla Lispector. Sus relaciones con
los otros escasos personajes que aparecen en la novela son erráticas ya que
ella solo encuentra lo que busca o se siente reflejada en su hermano Daniel,
que ya se ha casado y vive con su mujer en la casa familiar, por el que siente
auténtico fervor. Todos sus nuevos conocidos serán comparados con él. Una relación
a la que la autora no pone nombre y sin embargo parece que hay que guardarla
bajo llave. Virgínia y Daniel tuvieron una intimidad casi contra natura. Lispector
insinúa, el lector decide.
La lámpara es
una novela densa y de estructura compleja al igual que también lo es su estilo
o su vocabulario. Una novela que hay que leer muy despacio para empaparse bien y
que se puede interpretar de muchas maneras. Lispector utiliza muchas metáforas
e imágenes oníricas que emanan de la mente de su protagonista, narradas con
gran detallismo y una gran profusión de adjetivos como si no hubiese suficientes
para explicar lo que la protagonista siente. Algunos que encajan, otros se contradicen
y a veces parece incluso que no concuerdan unos con otros. Lo cierto es que no
deja indiferente.
Y aunque pudiera parecer que solo Virgínia puede narrar
esta historia es sin embargo una voz en tercera persona quien nos los va a
contar que normalmente focaliza su discurso en los estados mentales de la
protagonista. Hay que reconocer que tiene una gran forma de expresarse y una
forma de narrar impoluta. Sin embargo creo que es de esas novelas que a más de
uno se le pueden hacer bola. En ella hay muy poca acción, va y vuelve en tiempo
según convenga, no hay una pauta a seguir. Todo son recuerdos o sensaciones con
un cariz muy lirico. Hay mucha belleza en lo que cuenta y un mundo de sensaciones
por descubrir en las palabras de Lispector.
Conclusión
Como ya he dicho no creo que La lámpara sea una obra para todo el mundo. Es una novela compleja
que te embarga de las sensaciones y estados de ánimo de la protagonista. Una lectura
que nos lleva por la soledad, por el amor enfermizo y obsesivo y que hay que ir
descubriendo con la mente abierta.