Si nos preguntamos
quién es considerado el padre de las crónicas vampíricas a nuestra mente vendrá
con toda seguridad el personaje de Drácula y su autor Bram Stoker. Y sin
embargo, veinticinco años antes hubo una precursora del género vampírico. Su
nombre es Carmilla y su autor el escritor irlandés Joseph Sheridan Le Fanu que
la vio publicada en el año 1872. Y precisamente hoy os voy a hablar de esta
novela que recientemente ha editado Navona dentro de su colección Los Ineludibles que, a riesgo de
repetirme, tengo que decir que se llama así con toda la razón del mundo.
La historia da
comienza en Estiria, una pequeña región de Austria. Laura y su padre viven en
un castillo situado en la cima de una colina y alejado a cierta distancia del
pueblo más cercano. No es que sean gente acaudalada ni cuentan con títulos
aristocráticos. Solo que abandonaron Londres y con sus rentas en este lugar más
apartado el patrimonio, gracias a que el padre había servido en el ejército
austriaco, cundía de otra manera.
La vida de la
pequeña Laura transcurre sin muchos sobresaltos y si con aburrimiento hasta que
ya siendo una adolescente tiene lugar el accidente de un carruaje cerca del
castillo. En él viajaban una joven llamada Carmilla y su madre que muy apurada
se ve obligada a dejarla en el castillo y seguir su camino con mucha urgencia.
A partir de ese momento la vida en el castillo cambiará.
Como ya os he
adelantado antes Carmilla es una historia sobre vampiros y aunque no os voy a
aclarar quien ocupa qué lugar en la historia si os diré que es una obra escrita
a finales del siglo XIX y con ese mismo sabor a clásico que rezuma Drácula. De
hecho si obviamos las diferencias más obvias el fondo, la esencia es la misma.
Nos encontramos con un ser sobrenatural, místico, atrayente y misterioso que a
su vez parece inspirarse en la condesa Báthory, una de las mayores asesinas de
la historia.
La novela es
perfecta para los amantes del género gótico y lo clásico, con todos los
elementos que ello supone. Un oscuro castillo alejado de toda civilización,
sombras y un algo sobrenatural que flota en el ambiente. Me resulta
extraordinario que una novela que no llega a las doscientas páginas pueda
resultar tan misteriosa, tan mágica y tan envolvente.
Se inicia con el
encuentro de dos jóvenes de la misma edad aproximadamente. Laura (la que a su
vez es narradora de la historia) vive sola en el castillo con su padre y la
llegada de Carmilla supone un soplo de aire fresco. Aunque pronto se siente
desconcertada ante su presencia. El carácter de Carmilla es muy fuerte,
frecuentemente cambiante y poderosamente atrayente. Incluso en algún momento en
la novela parece que esa atracción es física y sexual (algunos dicen por ahí
que es un indicio de amor homosexual pero yo creo que no van exactamente o solo
por ahí los tiros, sino que es mucho más complejo). Un tiempo después la
enfermedad cae sobre Laura sin nadie poder explicarse qué le ocurre realmente.
La narración de la
novela tiene una atmosfera envolvente, misteriosa y tensa que asumimos de parte
de las palabras de la propia protagonista, pero bastante tiempo después de que
sucediera la historia, con la perspectiva del tiempo sucedido desde entonces. Especial
importancia cobra lo onírico en la novela como forma de comunicación o revelación.
Hay escenas que están muy bien logradas, tienen muchísima tensión y no solo lo
consigue el autor utilizando lo sobrenatural sino también consigue inquietarnos
con el comportamiento o emociones de sus personajes.
En definitiva, Carmilla es una novela corta que me ha
hecho disfrutar de un relato intenso, vibrante y con un sabor a terror gótico
perfecto. La recomiendo encarecidamente si sois amantes del género y si no
también.