No es ningún
secreto que me gusta como escribe Félix Modroño. Le descubrí con La ciudad de los ojos grises, hace ya unos seis años (hay que ver lo rápido
que pasa el tiempo; no me había dado cuenta hasta que lo he mirado). Es cierto,
y se lo dije a él en persona, que a mí me gustan sus obras en las que se pone
intenso y melancólico. Y aunque La fuente
de los siete valles no es esas, y lo sabía, no me la quería perder. Aquí os
dejo mis impresiones.
La historia da
comienzo cuando Pablo Santos, un sacerdote, llega a Logroño, tras veinte años
de ausencia trabajando al servicio del Archivo Secreto del Vaticano. Es
considerado toda una eminencia que ocupa un puesto privilegiado. A su ciudad natal llega con un empeño: el de
recuperar unos libros que han desaparecido del Monasterio de San Millán de la
Cogolla debido a las guerras napoleónicas y las desamortizaciones.
A partir desde
momento se sumergirá en una historia repleta de secretos que le obsesionarán
por completo y en a que se desvelará un extraordinario misterio alquímico escondido
en peculiar libro que intentará recuperar a toda costa. Pero esta investigación
no es a lo único que tendrá que enfrentarse el protagonista si no que la
conexión con su pasado le planteará un gran dilema moral y es que el gran amor
de su vida amenaza con destruirlo todo y cambiar su futuro.
La fuente de los siete valles es una novela de la que no puedo decir nada
negativo. Modroño ha creado una novela en la que te sientes cómoda desde la
primera página, tiene un contexto histórico interesante, tiene suspense y tiene
una historia de amor de fondo. ¿Qué más se le puede pedir? Pues ya no único que
se me ocurre es que esté tan bien relata como de hecho lo está. Es una de las
cosas que caracterizan a este autor. El mimo que pone a la hora de contar.
El contexto
espacio-temporal de la novela nos lleva a Logroño a finales del Siglo XIX –concretamente
el año 1878- mostrándonos un poco de cómo se desarrollaba la vida en aquel
periodo que si bien parecía más estable la población lo había pasado mal poco antes.
Un trabajo riguroso, concienzudo es el que ha realizado el autor a la hora de
hablarnos de los escenarios (e inevitablemente nos llevamos un aprendizaje)
pero perfectamente ensamblada la realidad y la ficción, los personajes que ha
inventado con los que vivieron fueron de carne y hueso.
Algunas de sus otras
novelas tienen un parte más emocional, más intensa en sentimientos y aunque en
esta se ocupa más de esa parte costumbrista y de misterio nos encontraremos un
protagonista muy bien definido y construido. Con todo lo que va descubriendo
Pablo reflexionará y evaluará sus propias creencias, porque hay veces que no
podemos negar las evidencias aunque supongan que destruyen nuestras
convicciones. Incluso como lector no puedes mantenerte al margen. También vemos
su parte más sentimental. No es un hombre de fe. El seminario era el mejor
camino para el hijo de una familia humilde como él. Además, se encontrará con
Lucía Garay quien removerá su corazón.
El estilo narrativo
de Félix es siempre un plus es sus novelas. Tiene un estilo cuidado, depurado y
elegante, pero en el que sabe cambiar de registro cuando es necesario. No es
una novela de ritmo apasionante, más bien es una novela de lectura amena y
agradable pues su trama tampoco tiene muchísima acción ni es enrevesada. Es una
trama sencilla pero no por ello aburrida. La única pega que le podría poner y
no sé si es cierto es que algunas expresiones me han parecido o bien que no
pegaban mucho con la época. Me daban la sensación de que eran más recientes. Pero
obviamente yo no soy una experta en lenguaje y como nos dice el propio autor ha
trabajado bastante en el proceso de documentación de la novela.
En definitiva, La fuente de los siete valles es una novela
de corte histórico y suspense de lectura agradable, amena y entretenida cuya
lectura he disfrutado y que puede dar lugar si uno se presta a la reflexión.