Título:
Gritos en la llovizna
Autor:
Yu Hua
Publicación:
Seix Barral, septiembre de 2016
Páginas:
320
El mediano de tres hermanos, Sun
Guanglin, se siente ignorado por sus padres. A la edad de seis años
lo envían a vivir con otra familia, y regresa tiempo después,
el mismo día en que la casa familiar queda destrozada en un incendio,
hecho que intensifica aún más su exclusión. Pero la posición de Sun
como marginado en su familia y su pueblo lo emplaza en una situación
única para observar la naturaleza cambiante de la sociedad china,
mientras las dinámicas sociales y familiares se transforman bajo el
mandato comunista. Una desgarradora historia de supervivencia narrada
en primera persona que detalla la tumultuosa experiencia de
una familia en la China rural.
Mis impresiones
Debido
a mi afición por la literatura oriental tenía muchas ganas de leer a Yu Hua.
Este autor se convirtió en 2002 en el primer escritor chino que ganó el James
Joyce Foundation Award. Su obra es muy relevante en China, aunque durante muchos
años fue censurada, e incluso una de sus novelas (¡Vivir!) ha sido llevada al cine.
“En
1965, un niño empezó a sentir un terror indescriptible a la oscuridad nocturna.
Recuerdo esa noche en que flotaba la llovizna; yo ya estaba acostado, era tan
menudo que parecía un juguete que alguien hubiera dejado encima de la cama.”
Gritos en la llovizna, escrita en 1991, nos narra los
recuerdos de Sun Guanglin, un niño al que sus padres ignoran. Es el mediano de
tres hermanos y cuando solo tenía seis años fue regalado en adopción a otra familia
que lo necesitaba para trabajar. Cinco años más tarde, el niño tiene que
regresar a su hogar y llega justo en el momento en que la casa familiar es
devastada por un incendio. Este hecho, tomado por los padres como un siniestro
augurio, aún le distancia más de la familia. Mientras, él observa el mundo con
curiosidad, aprende de los demás y forja relaciones que irán marcando su
existencia.
La
primera palabra que viene a la cabeza para definir el tono de esta historia es como
una tragicomedia. Gritos en la llovizna
tiene la capacidad de hacerte reír y llorar al mismo tiempo. Es una historia
dura, desgarradora, la de un niño que sobrevive en un país de gentes
deshumanizadas pero que en ciertos momentos rompe toda esa tensión narrativa
acumulada con una escena esperpéntica que te saca una sonrisa. A la vez hay
algo de irrealidad que flota en el ambiente, un algo que le da a esta novela un
aire de fábula.
Tanto
la vida como la literatura en el mundo oriental se rigen por conceptos
distintos al occidental. Ellos son más educados, más delicados y respetuosos.
No hablan de ciertas cosas y esta novela me ha sorprendido mucho porque se
tocan temas bastante carnales sin ningún pudor ni recato, con muchos detalles y
de forma muy directa.
El
narrador y protagonista de la historia es Sun Guanglin, que nos va contando su
niñez en dos familias muy distintas y posteriormente su adolescencia. Una es la
suya propia, la biológica. Formada por personas con quien no tiene nada en
común, con quien no existe la comunicación más allá de ciertos encuentros
violentos. Su padre Sun Guangcai es un hombre que me ha transmitido
sentimientos muy negativos. Es soberbio, egoísta, bruto e incluso cruel.
Tampoco va a mejorar la peculiar familia adoptiva que durante cinco años le
proporcionará una extraña y triste existencia. Poco a poco Sun Guanglin nos los
irá presentando al resto convirtiéndolos en el elenco de secundarios que van a
influenciar directamente en el carácter del joven. Si la situación con su
familia no parece preocupar al protagonista en exceso sí que lo hace la llegada
de la pubertad, el conocimiento de su propio cuerpo y sus primeros
acercamientos al sexo, que serán motivo de desconcierto.
Parte
de la historia se desarrolla en un pequeño pueblo rural de China llamado
Nanmen. Un lugar en el que vamos a percibir su pobreza, la estrechez de mira de
sus habitantes, la falta de información y educación, y el desapego afectivo. La
violencia, los agravios, los maltratos físicos y psíquicos conformarán gran
parte del relato. En el país en el momento
que se desarrolla la novela se vive bajo el mandato comunista de Mao (finales
de los sesenta y los setenta) aunque está a punto de producirse la revolución
cultural.
Esta
historia no tiene un argumento muy definido, ni siquiera su narración es lineal
en el tiempo. Son un conjunto de anécdotas y recuerdos de un niño que vive en
la desgracia. Narrada con un sentido del humor un tanto ácido, de forma cruda
me ha parecido una historia triste pero con mucha garra. Una historia que va
sorprendiendo y nos muestra un mundo muy diferente a l nuestro a través de una
atmosfera muy peculiar. La voz en primera persona, narrado con la perspectiva
de los años, no nos va a mostrar que el niño se sintiera excesivamente
desgraciado ni que fuera realmente consciente de muchos de los hechos que vive
o ve a través de los demás. Me ha parecido un punto de vista interesante por su
carencia de sensibilidad a pesar de lo grave que resulta lo que esta contado.
Al no
tener Gritos en la llovizna la típica
estructura de introducción, nudo y desenlace sí que he echado de menos que la
novela terminara en una especie de conclusión o un final más contundente que me
llevará a algún punto en concreto. Sin embargo esto no se produce.
Conclusión
Gritos
en la llovizna es una novela que sorprende por sus momentos duros mezclados con
un sentido del humor muy agudo. Una novela que nos muestra la vida de un niño
privado de cariño y afecto que tendrá que encontrar su lugar en el mundo.