Título:
La medicina todo locura
Autora.
Elisabeth G. Iborra
Publicación:
Martínez Roca, noviembre de 2015
Páginas:
208
Elisabeth
G. Iborra aborda el exitoso tema de las anécdotas de médicos
y enfermeras. Un libro en tono de humor en el que la autora repasa el
mundo de la sanidad a través de situaciones surrealistas, divertidas
y, en ocasiones, patéticas. El embarazo, el sexo, la
pediatría, el quirófano, las recetas… son algunos de los temas que se
desarrollan.
Mis impresiones
La
medicina todo locura
es el noveno título que publica la periodista y escritora Elisabeth G. Iborra.
En este último trabajo se hace un recorrido por curiosas, extrañas e
inimaginables anécdotas ocurridas en las urgencias de los hospitales. Un tema
que ya exploró con bastante éxito de ventas en Anécdotas de enfermeras. Para ello ha contado con diversos
testimonios de profesionales de la salud (médicos, enfermeras, celadores, etc…)
y la conclusión a la que ha llegado es que al final los seres humanos somos
iguales y cualquiera puede acabar en urgencias siendo del protagonista de una
escena histriónica o cuanto menos algo cómico.
Porque de eso trata este libro que deja a parte temas serios que en
materia de medicina andan sobrados y pretende entretener al lector y
proporcionarle momentos divertidos a través de anécdotas que la autora ha
conocido y recopilado por parte de médicos y enfermeras. Ellos le han hablado de casos que pueden
parecer leyendas urbanas por su carácter inverosímil pero lo cierto es que son
pura realidad. Y me las creo a pies juntillas porque tengo personas cercanas
que trabajan en hospitales y me han contado historias de todo tipo y algunas de
ellas incluso se parecen bastante a las que nos encontramos en este libro.
La
medicina todo locura
se divide en veinticinco capítulos que agrupan las anécdotas por temática así
por ejemplo en Objetos autónomos que se
introducen por casualidad (ya el título lo dice todo) nos habla de personas
que han sido incapaces de sacarse ciertos objetos de sus partes más pudorosas. Desde
vegetales hasta botellines de cerveza que hacen el vacío u otro tipo de
recipientes con una forma predeterminada. Pero ¿Qué hacen con aquello allí
dentro? ¿Cómo han llegado allí estos objetos? Además los pacientes tienen unas
explicaciones increíbles y de todo tipo. Ya os podéis imaginar. ¿Qué pinta un
hombre con una manzana dentro del ano? ¿Le habrán forzado? ¿Será una apuesta? ¿O
tiene unos gustaos sexuales un poco raros?
En Ginecología se ve de todo,
desde una chica a la que su madre le había cortado el hilo de un tampón para
que no se viera con el bikini, con sus posteriores consecuencias para sacarlo
luego o una pareja que en pleno frenesí no encontró otra forma de dar rienda
suelta a su fantasía que utilizar como medio de protección una bolsa de pipas
que es lo único que tenían a mano. Y repito para mí es completamente creíble
porque ya me habían contado sobre la utilización de profilácticos improvisados
en otras ocasiones.
También con el vocabulario hay ciertos malentendidos porque a veces
recordar el nombre de ciertos medicamentos u otros artilugios puede ser
complicado. Los aerosoles se pueden convertir en girasoles con facilidad, en
vez de Sintrom uno puede pedir Citroën y en caso de que el Nabotil fuera un
nuevo medicamento los médicos aún no lo conocen. Y si es caso de extranjeros
que tienen dificultades con el idioma la cosa se complica mucho más porque
además ellos tienen sus propios tabúes.
Os he contado un poco pero no voy a desvelar nada más para que el libro
no pierda la gracia. De todas formas si los médicos y enfermeras tienen que
lidiar contra las rarezas, la poca higiene de sus pacientes, con sus a veces
insufribles acompañantes, con madres enloquecidas con sus retoños, con
embarazadas histéricas, con suicidas que no tienen ninguna intención de irse
para el otro barrio ellos también esos tienen lo suyo. Porque en nuestra
sanidad hay personal de todo tipo y eso lo sabemos todos. Están los médicos incoherentes,
los callados, los bordes, los fotógrafos, los cachondos, el profesional o el
mandamás entre otros muchos tipos o enfermeras locas, renegadas, sexis,
parlanchinas que nos irá definiendo la autora.
La novela está narrada con sentido del humor como no podía ser de otra
manera, con ironía y un puntito de mala leche. Además su autora no tiene pelos
en la lengua, no se anda con remilgos y usa las palabras que son sin necesidad
de buscar eufemismos ni suavizar escenas. Nos os voy a decir que me he reído a
carcajada limpia porque creo que ya sabéis que es muy difícil hacerme reír pero
sí que en más de una ocasión me ha sacado una sonrisa y en otras muchas me he
quedado patidifusa con lo que iba leyendo. Es un libro que te va entreteniendo,
en mi caso a pequeños sorbos, y que lees sin darte cuenta.
Conclusión
En La medicina todo locura encontraremos
un libro ameno, divertido y entretenido que nos revelará escenas hilarantes,
surrealistas y otras peripecias de enfermos y sanitarios que nos sorprenderán y
nos harán pasar un buen rato sin más.