viernes, 24 de enero de 2014

Las catedrales del vacío - Henri Loevenbruck


Título: Las catedrales del vacío
Autor: Henri Loevenbruck
Publicación: Bóveda, 2013
Páginas: 550

¿Quién construiría una catedral gótica perdida en medio de la selva amazónica? ¿Hasta dónde alcanza el largo brazo de la prestigiosa Summa Perfectionis, aparentemente una venerable y elitista sociedad científica? ¿Qué interés tendría en nuestra época el legado del alquimista Nicolas Flamel, a quien se le atribuye el descubrimiento de la piedra filosofal y de la vida eterna?

Los servicios secretos de la Unión Europea intentan reclutar a Ari Mackenzie, un agente francés apartado del servicio activo. Aunque no duda en rechazar la oferta, una serie de extrañas desapariciones le llevarán a enredarse en un caso cuyas conexiones llegan mucho más lejos de lo que él mismo hubiera imaginado. Muy a su pesar, el comandante Mackenzie se verá envuelto en el caso más peligroso de su carrera. Y quizás también sea el último…

Mi experiencia con la novela

Cuando me encontré con esta novela su sinopsis me pareció muy sugerente y atractiva de forma que me invitaba a leerlo. Una vez terminado el libro he de reconocer que su trama me ha resultado interesante pero por alguna razón no la he disfrutado tanto como en principio había previsto. Me planteo si yo era la lectora adecuada o si quizás ha sido que esperaba otra cosa pero lo cierto es que no le he sacado todo el partido a la historia como debería.

Además esta es la continuación de La navaja de Occam y aunque parece que ambos títulos son independientes en realidad comparten tanto algunos personajes en común como puntos de la historia de forma que una de las tramas está muy relacionada. En Las catedrales del vacío el protagonista continúa con el caso que comienza en la anterior y en algún momento he tenido la sensación de que me faltaba buena parte de la información. Por otra parte, me sorprende que no se haga ninguna alusión a este hecho ni en su portada o su interior de forma que un lector que se acerque a esta novela no tendrá conocimiento de ello.

La novela comienza con la huída de Charles Lynch, un geólogo sexagenario que mientras intenta escapar de un extraño lugar en el subsuelo llega a lo que parece ser una catedral gótica en ruinas situada en mitad de la selva amazónica. Poco después cae fulminado y muere sin razón aparente.

Posteriormente conocemos a Ari Mckenzie, un comandante del servicio de inteligencia francés apodado “lobo solitario”, que está de baja por depresión. Pero el servicio secreto de la Unión Europea está interesado en que trabaje para ellos por lo que ofrecen una colaboración en un caso sumamente confidencial. Ari en principio rechaza la oferta pero una serie de circunstancias le llevarán a involucrarse personal y profesionalmente en el caso más complejo que se  ha encontrado a lo largo de su carrera.

Paralelamente a esta historia, una segunda trama nos sitúa en Paris en el año 1417 donde vive Nicolas Flamel, un librero y escribano de quien se decía ser el descubridor de la vida eterna. Muy lejos de la verdad será él mismo quien nos confiese su verdadera historia.

Simplificando muchísimo la historia este el argumento general de Las catedrales del vacío. Una novela en la que confluyen acción, suspense, muertes sospechosas, misterios e intrigas. Junto a la existencia de una catedral gótica situada en la selva amazónica, nos encontramos con una elitista y secreta sociedad científica, unos cuadernos del siglo XIII escritos por el arquitecto Villard de Honnecourt, y un proyecto relacionado con la alquimia.

La historia se desarrolla a través de varias líneas argumentales que se van alternando para ir entrelazándose a medida que avanzamos en su lectura. Una de las cosas por las que quizás me ha costado hacerme por completo con la novela es que presenta demasiadas líneas argumentales paralelas, demasiados personajes y demasiada información que hilar para obtener una historia común. Me ha dado la sensación de que Henri Lovenbruck al introducir tantos elementos genera cierta desorientación en el lector de forma que dificulta que el argumento llegue a tener durante buena parte de la novela una forma o un fin definido y avance en una única dirección.

Respecto a los personajes pasa otro tanto de lo mismo. Me han resultado ser demasiados y la mayoría vagamente dibujados por lo que me costaba dotarles de una identidad concreta y situarlos en la historia. El protagonista indiscutible es Ari Mckenie, un parisino de cuarenta años un tanto peculiar. Hosco, huraño, aficionado al alcohol y con mala reputación que ostenta el cargo de comandante en los servicios de inteligencia franceses. Aunque ahora se encuentra de baja por una depresión que sufre originada por una dolorosa ruptura sentimental. Es un hombre con sus propios medios de actuación que vive obsesionado por un antiguo caso en el que su propio padre está relacionado y que el gobierno no le dejó resolver en su momento.

El tema principal alrededor del cual gira la trama de Las catedrales del vacío es la transmutación alquímica, proceso que tiene como objetivo convertir la materia en oro. Una disciplina que ha generado mucho interés desde tiempos muy antiguos y en lugares muy diversos siendo condenada y considerada perniciosa en muchas culturas. Relacionados con este proceso en la novela nos habla de la tabla esmeralda, un texto que podría revelar su secreto o la piedra filosofal o la sustancia mágica que lo podría conseguir el elixir de la vida eterna.

Las catedrales del vacío se estructura en 118 capítulos numerados y divididos en tres partes denominadas como cada una de las etapas en que se divide la transmutación alquímica (Nigredo, Albedo y Rubedo) y que tienen mucha relación con la novela. La historia cuenta con dos narradores al efecto. El primero de ellos es una voz en tercera persona omnisciente que nos va narrando las tramas que se desarrollan en la actualidad. El otro narrador, en primera persona, es Nicolas Flamel, escribano del siglo XIII, que nos va narrando su propia historia.

Lovenbruck tiene un estilo sencillo, natural y accesible al lector, donde a parte de la fluidez en la narración existen gran cantidad de diálogos que hacen de esta una lectura muy ágil y dinámica pero de ritmo lento, demasiado en mi opinión, en su comienzo. Conforme vamos avanzando en sus páginas este ritmo va in crescendo.  A la par que se desarrolla la investigación de Ari, vamos conociendo una sociedad secreta, Summa perfecctionis, en la que trabaja un joven científico que comienza a sospechar que algo oscuro se esconde tras sus muros.

Su final, como suele suceder en este tipo de novelas, es lo más esperado y cuando el lector ni quiere ni puede parar de leer. Pero me ha dado la sensación de que me faltaban algunas explicaciones y no todo encaja como debería. Os decía antes que la novela reúne gran cantidad de elementos y al final no me han quedado todos debidamente asentados en la historia.

Conclusión

Después de exponer mi opinión sobre Las catedrales del vacío creo que sois vosotros mismos los que debéis decidir si la novela os interesa o no. Aunque el tema a tratar y su argumento me han parecido interesantes, su planteamiento y desarrollo no han llegado  a convencerme del todo.