Título: Cartas
desde la isla de Skye
Autora: Jessica
Brockmole
Publicación:
Planeta, septiembre de 2013
Páginas: 278
Marzo de 1912. Elspeth Dunn
—una joven escritora que jamás ha abandonado su hogar en la remota isla
escocesa de Skye— recibe la carta de un admirador norteamericano. La firma el
universitario David Graham y supone para ella una puerta al mundo.
A medida que los dos se vuelcan en la correspondencia
—compartiendo sus esperanzas más atrevidas y sus mayores secretos— su
intercambio acaba convirtiéndose en amistad y, con el tiempo, en amor. Cuando
estalla la primera guerra mundial, David se alista como voluntario y la
correspondencia se trunca.
Junio de 1940. En plena segunda guerra mundial, la
hija de Elspeth, Margaret, se enamora de un piloto inglés. Su madre trata de
disuadirla; sabe, por experiencia, lo doloroso que es mantener una relación en
tiempos de guerra. Un día Elspeth desaparece dejando unas cartas tras de sí.
Margaret se adentra con ellas en un pasado del que nada sabía.
Mi experiencia con la novela
En los tiempos que
corren estamos acostumbrados a que la comunicación sea instantánea.
Bien sea vía email, whats app, SMS, chats o cualquier plataforma estas
nos ayudan a recibir de forma inmediata cualquier información, a estar siempre
localizados o a tener noticias de cualquiera en cualquier momento. Pero
existieron otros tiempos en que no fue así.
Ahora quizás
miremos atrás y las cartas nos parezcan algo romántico, nostálgico, una forma
de comunicación algo anticuada pero también más personal y cálida. El papel,
los trazos que van dibujando letras, la despedida, el pararse a pensar y
escribir tranquilamente lo que a uno le sale. En Cartas desde la isla de Skye su autora nos devuelve a este otro
tiempo en que las cosas eran de otra manera, en que también se forjaban
relaciones a distancia aunque de forma más lenta.
Isla de Skye, Escocia |
La historia se
desarrolla a través de dos líneas argumentales. En la primera de ellas, situada
en la Isla de Skye (Escocia) conocemos a Elspeth Dunn que en el año 1912 es una
joven escritora que jamás ha salido de ella. No ha visto más mundo que la porción
de tierra que la rodea y su limitada visión del mundo queda plasmada en los
poemas que escribe.
Un día recibe la
carta de un admirador norteamericano. Él es David Graham, un universitario de Illinois
al que ha llegado un ejemplar de un libro de Elspeth y se ha quedado
maravillado con sus poemas. Así comienza un intercambio de correspondencia que
terminará en una entrañable amistad. A través de las cartas ambos se van
conociendo, haciéndose confesiones y narrando sus diferentes vidas. Pero poco a
poco los sentimientos se van haciendo más fuertes e incluso convirtiéndose en
algo más que amistad. Pero la declaración de la Primera Guerra Mundial lo
cambiará todo, incluso dificultará la correspondencia entre ambos sometiéndoles
a una dura prueba.
La segunda
línea argumental se desarrolla en el año 1940 con la Segunda Guerra Mundial
azotando el planeta. Margaret, la hija
de Elspeth trabaja como voluntaria colaborando en el traslado de niños
evacuados. Cuando se enamora de Paul, un piloto inglés de la RAF, su madre hará
todo lo posible para evitarle un daño que ella misma sufrió a sabiendas de que
los sentimientos en tiempos de guerra se confunden y no es bueno fiarse de
ellos. Pero poco después Elspeth desaparece y un legado de cartas abre un nuevo
mundo para Margaret que comienza a indagar en un pasado desconocido para ella.
Una de las
cosas que más me ha gustado es la construcción de los personajes que realiza la
autora, sobre todo la figura de Elpesth. Una chica de veinticuatro años que
nunca ha salido del entorno rural en el que vive, una pequeña isla del noroeste
de Escocia. Su mundo es muy reducido y su tiempo lo emplea entre su marido –del
que al principio se cuida de nombrar en sus cartas- y los poemas que escribe.
Nadie le impide salir de la isla sino ella misma, que tiene pánico al agua y
los barcos. Prácticamente no conoce como es el mundo exterior pero Dave, una
persona que representa todo lo opuesto a ella, le hará abrir sus horizontes y a
descubrir que mas allá existe otro tipo de vida. David es un joven universitario que ha visto algo de mundo,
bromista y desenfadado, se prepara para estudiar en la facultad de medicina
para complacer a sus padres a pesar de que siempre ha querido estudiar
literatura américana. Mientras él
consigue trabajo, tiene novia y viaja a Elspeth la vemos encerrada en su
pequeña isla en soledad y sin novedades. Estos son dos personajes cuya
evolución a lo largo de la novela queda muy patente. La guerra no deja indiferente
a nadie y ambos deben madurar a marchas forzadas, ella para superar sus miedos
y él para convertirse definitivamente en adulto. Pero ¿Qué fue de ellos tras la
guerra? ¿Logró su amor sobrevivir a ella?
La novela está
narrada íntegramente de forma epistolar a través de distintos personajes. A
partir del año 1912 son Elspeth y Dave casi
de forma exclusiva, los que a través de la correspondencia nos narran cómo se
conocen y como comienza su historia de amor. Una historia que empieza con una
simple amistad pero que a partir de secretos, confidencias mutuas, comprensión
y cariño se torna en algo tan intenso que ambos sienten la necesidad de unirse
pero también nos cuentan como cambiarán sus vidas y su relación cuando se
declara una guerra que supone un muro insalvable y tendrán que conformarse con
mucho menos de lo soñado.
En la parte
ubicada en 1940 se amplía el abanico de narradores. Vamos leyendo las cartas de
Margaret, las de Paul, las de Elspeth y otros personajes importantes en su
desarrollo que nos irán construyendo poco a poco y a modo de puzle lo que
ocurrió con Elspeth y Dave.
El estilo de
Jessica Brockmole está muy definido, pulcro, cuidado y a la vez ágil aunque en
principio pudiese parecer que la estructura no lo permita pero la brevedad de
la cartas imprimen cierta velocidad en su lectura. Narrado de forma pausada incluso
cuenta con cierto lirismo en muchos momentos. Pero lo más llamativo es que
consigue otorgar a través de la cartas cierta entidad a los personajes. Es
decir, que muy lejos de estar escritas de similar forma (error en el que caen
muchos autores), se reconoce en cada una de ellas a sus personajes, con su
forma personal de escribir y sus caracteres. Aunque el punto de vista sea
siempre subjetivo al narrador ofrece la oportunidad de explorar a través de sus
palabras el entorno, ciertas opiniones sobre algunos temas o como va cambiando
el mundo. La autora otorga gran importancia a los sentimientos de los personajes
y las transmite perfectamente al lector. El miedo, la incertidumbre, la esperanza
pero sin olvidar introducir ciertos toques de ironía, humor e ingenio. Además me
han gustado las constantes referencias literarias a escritores como Mark Twain,
Allan Poe, Henry James o Walter Scott o cuentos tradicionales y poemas que
incluye la historia.
Las dos líneas
argumentales se alternan en veintinueve capítulos los cuales se desarrollan a
través de las cartas correctamente fechadas y situadas. Los lugares en que se
desarrollan son muy variopintos. Desde la isla de Skye hasta Urbana (Illinois)
pasando por Burdeos, Paris, Chicago, Glasgow o Edimburgo entre muchos otros.
A parte del
amor, cuestión principal del libro, otro de los temas que toca es el dolor de
la guerra, las separaciones, la incertidumbre del destino de los seres
queridos, la esperanza de volver a verlos o el miedo de haberlos perdido. Pero
la autora no se mete de lleno en el conflicto, más bien pretende transmitirnos
como le cambia la vida a los personajes. Algunos de ellos desde el frente, bien
conduciendo ambulancias o incluso participando en labores humanitarias.
Conclusión
Cartas desde la isla de Skye es la historia de un amor en los difíciles tiempos de
guerra. Una historia que se lee sin ningún esfuerzo, pensada para las almas más
románticas que disfruten con historias nostálgicas, bien narradas, con
personajes realistas y como telón de fondo las dos guerras mundiales. Una novela que aunque algo predecible en un final
me ha dejado con un buen sabor de boca.