Título: El origen
de la tristeza
Autor: Pablo Ramos
Publicación:
Malpaso, enero de 2014
Páginas: 168
El origen de la tristeza es
el mapa moral de un paisaje tallado a golpes de realidad inclemente, de un
territorio severamente humano que adquiere (por ello) dimensiones míticas. Y es
también la estampa de un recuerdo que Pablo Ramos logra dibujar con tres
lápices bien afilados: la escritura exacta, el humor inmisericorde y la mirada
piadosa. Gabriel se aleja bruscamente de la infancia cuando los
viejos perfiles de su barrio empiezan a desvanecerse y las aguas corruptas del
arroyo Sarandí despiden llamas literales. Tiene un maestro que duerme en el
cementerio, donde las tumbas imparten lecciones sobre la vida. Juega con una
barra de pibes, pero allí ese juego es además una partida contra la muerte.
Gabriel conquista la precaria madurez que se le ha otorgado entre raíles,
pesadumbres, garrafas de vino, tierras baldías, aventuras insensatas, amigos
rotos e inquebrantables y colectas que pagan el descubrimiento de la carne. No
será el único descubrimiento.
Mis impresiones
Es muy curioso lo que me ha ocurrido leyendo este libro.
Su historia ha captado mi interés, en cada página encontraba un motivo para
seguir hacia adelante pero también me ha dejado la sensación de que o no he
terminado de cogerle el punto a la historia o que me han faltado algunas
parcelas en la misma para terminar de
hacerme con ella.
El origen de la
tristeza no se rige por la clásica estructura que conlleva una
introducción, un nudo y un desenlace final ni tiene una línea argumental
completamente definida. En realidad incluso podríamos considerar que es un
libro que se compone de tres relatos que aunque tienen en común una misma base
y están íntimamente relacionados nos cuentan tres historias diferentes.
Gabriel es un joven que está traspasando esa difícil etapa
en la que se abandona la niñez para dar paso a un mundo nuevo donde con cada
descubrimiento va dejando de lado la inocencia. Nos encontramos en los años
ochenta en un barrio humilde de Buenos Aires llamado El Viaducto, donde cada
cual se busca la vida como puede. Y así Gabriel nos cuenta como intenta junto a
su amigo Rolando, el cual ha encontrado una forma de vida en el cementerio,
conseguir los veinte pesos que necesita para hacer un regalo especial a su
madre por su cumpleaños. También nos cuenta como se incendia el arroyo Sarandí
cuyas aguas están repletas de inmundicia mientras los Pibes, como llaman al
grupo de amigos en el barrio, vive sus propias aventuras. O como de repente uno
se encuentra con una circunstancia que lo cambia todo y le hace enfrentarse a
la pura realidad.
Son tres anécdotas en la vida del protagonista que marcan
un estilo de vida, una manera de concebir el mundo y nos muestran cómo algunos
hechos pueden incidir rotundamente en la forma en que se forja nuestra
personalidad. En un barrio que vive entre fábricas de transformación de cuero
abandonadas, un apestoso arroyo lleno de podredumbre, un cementerio que
despierta temores, la escasez de trabajo, la delincuencia, los vicios, la intolerancia
al diferente, la adolescencia solo se puede vivir de una manera: cuestionando
lo que hay alrededor.
Gabriel, su protagonista, se encuentra en esa etapa de la
vida en que descubre nuevos sentimientos y que se le antoja preciso esconder a
los demás. A su familia en primer lugar
en un momento en que en cierto modo sus padres se convierten en desconocidos y
los silencios marcan la pauta. Una época de rebeldía, de incomprensión, de
mirar al mundo con ojos escrutadores e intentar encontrar una verdad distinta
hasta la conocida en ese momento. Un mundo que se acerca al de los adultos pero
que al mismo tiempo es incompatible con él. Y como en la vida de cualquier
adolescente la amistad se convierte en algo esencial. El Tumbeta, el Chino, la
Rata, Carlón, Marisa o su hermano Alejandro son compañeros inigualables con los
que compartir aventuras y con quien descubrir el alcohol, el sexo o las drogas,
que suponen grandes atractivos. Su padre
tiene un taller mecánico que hace aguas porque la importación de bobinas
coreanas ha entrado fuerte en el mercado. Su madre está embarazada por tercera
vez y de vez en cuando amenaza con abandonar a su marido por la situación
económica que viven.
El título, El
origen de la tristeza, hace referencia al abandono de la infancia, a la
perdida de ese mundo colmado de felicidad que luego se recordará durante años
con nostalgia y melancolía. A la perdida de esos años de libertad, de juegos,
de descubrimientos, de aprendizaje, de valores que se tambalean, de estímulos,
y entrar en un estado mucho más aparatoso y complejo en el que los actos tienen
consecuencias, en el que ya no se puede disculpar cualquier cosa y uno comienza
a ser responsable de sus actos.
Pero os decía al principio que bien podría considerarse
este un libro de relatos que tienen un nexo de unión común. Y aunque me ha
parecido un relato curioso que ha captado mi interés quizás yo hubiese disfrutado
más la historia con una línea argumental más definida. Esperaba en cierto modo
que el autor me llevará a una especie de conclusión o un desenlace que uniera y
le diera continuidad a esta historia. Porque he sentido que faltaban partes
para hacerme un retrato completo de la vida del personaje, de su entorno y su
familia. De hecho la figura del padre y la madre me quedan algo difusas.
El autor de El
origen de la tristeza nació en el suburbio bonaerense de Avellaneda y estos
orígenes condicionan el lenguaje de todo el relato. La historia está narrada en
primera persona por su protagonista con un estilo vivaz y algo crudo de forma
que su narrador nos muestra su interior sin tapujos. Aunque resulta un relato fluido
que no se pierde demasiado en cosas
superfluas ni en adornar excesivamente me he encontrado con la complicación que
supone entender y distinguir el sentido de algunas palabras y expresiones que
solamente se utilizan en argentina, el lugar donde se desarrolla la historia.
Conclusión
El origen de la
tristeza es un libro agridulce de esos que te van dando una de cal y una de
arena. Una historia en la que me hubiese gustado encontrar un mayor desarrollo
de las circunstancias del protagonista y me ha dejado algunas cuestiones sin
resolver. Quizás encuentre la respuesta en La
ley de la ferocidad en la que el autor recupera el personaje de Gabriel, en
este caso ya adulto, para volver al pasado y encontrar sus raíces.