Título: El hombre que perseguía al
tiempo
Autora: Diane Setterfield
Publicación: Lumen, diciembre de
2013
Páginas:432
William acababa de cumplir diez
años cuando consiguió la admiración de todos sus amigos: su ojo experto apuntó
a un grajo que descansaba en un árbol lejano y, tras un instante de
concentración, el tirachinas dio en el blanco. Nada grave, en apariencia; solo
una chiquillada, pero desde entonces su vida cambió y William se propuso
olvidar el pasado, trabajando duro para adelantarse al tiempo y a sus leyes.
Los años fueron pasando, y un
hombre vestido de negro empezó a rondar a William en las circunstancias más
trágicas. Nació así una extraña unión entre los dos caballeros, y se inauguró
en Londres una tienda espléndida, donde se exponían las telas y los
complementos adecuados para el duelo de los difuntos. El negocio fue un éxito,
y William durante un tiempo pensó que su apuesta por el olvido era acertada, pero
llegó un día en que un grajo muy negro surcó el techo acristalado del almacén y
de golpe el pasado volvió, cargado de secretos y dispuesto a tomarse su
venganza...
Mi experiencia con la novela
A Diane
Setterfield la conocí, como muchos de vosotros, con El cuento número trece, una novela que obtuvo un éxito considerable
y que en mi caso particular resultó ser una lectura que me satisfizo en muchos
sentidos. Su última publicación, muy esperada, me ha sorprendido por ser un
libro completamente distinto aun conservando el estilo de la anterior.
El hombre
que perseguía al tiempo es una especie de fábula con tintes góticos que en mi
opinión puede que no termine de conectar con todos los lectores, sobre todo
para aquellos que vayan buscando repetir la experiencia anterior pues ya la
propia autora la construyó con el objetivo de presentar algo nuevo al lector.
Aplaudo su valentía porque lo más fácil hubiese sido, como hacen muchos otros
autores, publicar más de lo mismo y asegurarse las ventas. A mí me ha parecido
un libro oscuro, misterioso pero lleno de poesía y sutilezas que se disfruta
tanto por la elegancia narrativa de la autora como por su ambientación.
En los
comienzos de la historia, situada en Inglaterra entorno al año 1800, conocemos
a William Bellman, un niño de diez años que una tarde de verano se consagra
como un héroe delante de todos sus amigos. Con manifiesta puntería con su
tirachinas consigue matar un grajo posado en un árbol que está a una distancia
imposible. Para sus amigos es toda una hazaña pero ese fue el momento en que su
vida cambió definitivamente. Desde entonces Will, arrepentido, encontrará la
manera de olvidar y lo hará de forma tan precisa que está fórmula la irá
repitiendo a lo largo de toda su vida.
Tendrá que pasar
mucho tiempo para que el niño de diez años se convierta en un hombre de éxito, emprendedor
y con buen ojo para los negocios, capaz de levantar un imperio gracias a su
inmensa capacidad de trabajo que asume de forma obsesiva. En primer lugar comenzará a trabajar en la fábrica de
confección de tejidos de su tío y pronto será capaz de desarrollar novedosas
técnicas trabajo que multipliquen sus beneficios. Pero como otro hombre cualquiera
también debe aprender a superar las inevitables desgracias que le rodean y una
extraña presencia acude a cada uno de estos eventos, donde a menudo los grajos
también suelen estar presentes…
En dicha
historia hay un único personaje que destaca de forma constante durante la misma
al que la autora ha dotado de una entidad propia. Diane Setterfideld ha resuelto
la figura de William Bellman con gran detalle. Un hombre obsesionado con el
trabajo pero con un temor muy particular a los pájaros, sobre todo a los
grajos. Mientras por su vida van transitando una serie de personajes que cumplen
perfectamente su función pero que están dibujados en menor medida. Entre ellos están los
familiares y amigos del personaje central u otras aquella figuras que le
resultan importante en su vida. Entre ellos destacar la presencia de su hija
Dora, que al contrario que su padre siente una extraña fascinación por los
pájaros que dibuja constantemente.
Una de las
cosas que más me han gustado de la novela es el estilo narrativo de Diane
Setterfield. La prosa elegante, depurada y cuidada al máximo con cierto lirismo
y un tono cautivador que imprime una atmosfera muy especial durante toda la
novela. No es una historia de la que uno deba esperar gran acción ya que se
trata más bien de un relato narrado de forma pausada en la que tampoco debemos
esperar grandes misterios ni giros argumentales que nos impresionen como en su
obra anterior. He de reconocer que tardé en coger el hilo a la historia y que
en muchas ocasiones no era capaz de discernir el fin que la autora quería
alcanzar. La historia está narrada a través de una tercera persona omnisciente
y estructurada en diversos capítulos que se aglutinan en tres partes.
Intercalados se introducen algunas divisiones de corta extensión que nos dan
algunas pautas para conocer detalles sobre los grajos.
Como os
decía uno de los puntos a destacar en la novela es la extraordinaria atmosfera
creada por su autora. La novela se desarrolla en Londres en la época
victoriana. Gracias a sus detalles exquisitos logra un ambiente enrarecido,
oscurecido y lleno de misterio en el que sus personajes rozan la tragedia de
forma constante. La presencia del hombre de negro en cada funeral y los grajos
que no auguran más que tristeza.
La vida y la
muerte son dos temas sobre los que planea toda la novela. Para desarrollar el
primero Diane Setterfield nos habla del amor, la amistad, la familia y el
trabajo. A lo largo de la misma introduce una parte de la historia que se
concreta en la evolución en las técnicas de trabajo en la empresa de confección
de tejidos en las que comienza a trabajar William. Para acercarse al tema de la
muerte nos habla de costumbres funerarias de la época, la manera en que se
desarrollaban los duelos y cómo se va produciendo la evolución de los rituales
mortuorios. La novela se desarrolla a lo largo de la vida de Will desde su
niñez hasta una edad adulta, un periodo de tiempo en que en la sociedad se
producen muchos cambios y que dejan muy patente que la autora ha estudiado y se
ha documentado para trasladarle esta situación de forma muy concreta al lector.
Comenzaba
diciendo que la historia está narrada en
forma de fábula y como todas ellas El
hombre que perseguía al tiempo tiene un mensaje muy claro. Para ello
utiliza algunos conceptos sobre los que se sustenta la novela de forma muy
interesante. La memoria, los recuerdos y la culpabilidad se encuentran
íntimamente ligados en esta historia. Nos habla de aquellos pensamientos que
nos pueden destruir y como el arrepentimiento nos puede llevar a actuar de
distintas maneras. Pero ¿Se puede huir de los recuerdos dolorosos?
Conclusión
El hombre que perseguía al
tiempo me ha resultado una lectura muy placentera. Se trata de una novela
victoriana de estilo narrativo sutil y elegante, narrada con intensidad, con
un toque misterioso y una ambientación extraordinaria que nos habla de la
vida y la muerte.
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