Título: La hija de la criada
Autora: Barbara Mutch
Publicación: Alianza Editorial, junio de 2013
Páginas: 491
La difícil elección
entre el amor y el sentido del deber, entre la amistad y las convenciones
sociales en las áridas llanuras de Suráfrica.
Corre el año de
1919. Cathleen se traslada a Suráfrica, al duro y desértico Karoo, para casarse
con su prometido al que no ha visto en cinco años. Pero el matrimonio no va a
resultar como había soñado. Aislada en un entorno inhóspito, Cathleen encuentra
consuelo en escribir su diario y en criar a sus dos hijos, Philip y Rose.
También a Ada, la hija de su criada, a la que enseña a leer y a tocar el piano,
a amar a Chopin.
Todo se verá
alterado cuando Ada descubre que está embarazada, que espera un hijo mulato en
un país que no admite las relaciones entre blancos y negros. Ada se escapa al
sentir que ha traicionado a Cathleen. Despreciada y marginada por ambas
comunidades, tiene que luchar por su supervivencia y la de su hija. La música,
y Cathleen, serán sus refugios.
Mi experiencia con la
novela
Hay novelas que se definen desde sus primeros párrafos y
ya nos podemos hacer una idea tanto de su estilo como de su contenido. Cuando
comencé la lectura de La hija criada,
en seguida pensé que iba a ser una lectura muy especial y tras terminarla he podido
comprobar que no me equivoqué en absoluto.
Ha sido una lectura que me ha entretenido, emocionado y
me ha hecho viajar con una historia y unos personajes que estoy segura que
tardaré mucho tiempo en olvidar. Me enganché a ella desde sus primeras páginas
y la he devorado –a pesar de sus casi 500 páginas- en tres días en los que he
disfrutado muchísimo de su lectura.
La historia nos sitúa en Suráfrica en los años 40. Ada,
una niña negra, se siente parte de Cradock House, la casa en que su madre
trabaja como criada y el lugar donde ella misma ha nacido. La señora Cathleen,
propietaria de la casa, es una irlandesa que abandonó en 1919 su hogar, por
razones económicas, para casarse con su prometido y establecerse en la
inhóspita tierra de Karoo al sur de la región.
La vida de Ada transcurre prácticamente entre el interior
de la casa y la Kaia –la choza de la servidumbre- que ocupa junto a su madre en
el jardín. Aunque su mundo se reduce a esos dos espacios la señora Cathleen la
ha recibido como una hija y se encarga de instruirla, la enseña no sólo a leer
y escribir sino que le transmite su amor por la música y le alecciona para tocar
el piano, un instrumento para el cual Ada presenta un maravillo don que compagina
con las tareas que tiene asignadas.
Ada se siente privilegiada, vive entre el mundo de los
blancos y los negros con sus comodidades pero sin desprenderse de sus raíces al
completo. Pero cuando se queda embarazada de un hombre blanco, en un lugar
donde las relaciones entre ambas razas son inadmisibles, se verá obligada a abanonar
su hogar y enfrentarse a una sociedad donde se desprecia a los mulatos y donde
su “pecado” significa una lacra social.
Tengo que reconocer que la autora me ha conquistado con
los personajes. Ya desde el principio me fue muy fácil conectar con Ada, la
protagonista, un personaje que se llega a querer a lo largo de sus páginas. Ada
es una chica curiosa que tiene muchas ganas de aprender pero sobre todo por
comprender el mundo de los blancos cuyas creencias y costumbres conoce a través
de su señora. También destaca por su honestidad, su lealtad y su capacidad de
comprometerse con los demás. Crece atrapada entre dos mundos y realmente no
pertenece a ninguno. Con el tiempo va evolucionando, comprendiendo y
convirtiéndose en una mujer muy fuerte y luchadora que consigue enfrentarse a
numerosas situaciones complicadas y dolorosas, todo ello con dignidad y amor.
Me ha gustado también mucho la relación que mantiene con
la señora, Cathleen, otro personaje inolvidable al que también llegaremos a
conocer muy de cerca, que considera a Ada algo más que una sirvienta, que
quiere ayudarla a que estudie y tocar el piano. A través de los años consiguen
establecer un fuerte vinculo que más que de amistad se torna en amor fraternal y no tardarán en descubrir que son
absolutamente necesarias la una para la otra.
Otros personajes que resaltan en la novela son Edward
Harrington, el señor de la casa para quien los sirvientes son casi invisibles y
sus dos hijos Rosemary, malhumorada, egoísta y superficial y el afable y
risueño Phil, un personaje transcendental en la vida de Ada o Miriam, su madre.
Es verdad que estos personajes representan ciertos estereotipos pero es un
aspecto que apenas me ha importado a lo largo de la novela porque tienen otros
carices muy interesantes. Los femeninos están mucho más definidos, resultan más
sólidos y atractivos que el plano masculino aunque estos últimos también representen
un papel relevante en la historia.
La hija de la criada
es una historia de amistad, lealtad y amor fraternal. Contiene fragmentos muy
duros en los que sus protagonistas se enfrentan a complicadas circunstancias y
varapalos del destino pero también momentos muy tiernos mezclando en muchas
ocasiones las lágrimas y la risa, el dolor y el placer.
La historia transcurre en la región de Karoo, una comarca
casi desértica e inhóspita en el corazón de Suráfrica. Un marco que envuelve a
toda la historia de cierto exotismo y que es determinante en la vida de los personajes
que viven casi aislados y cuyas vidas dependen en gran medida del clima ya que
tienen que adaptarse tanto a las frecuentes épocas de sequia como a las
ocasionales lluvias torrenciales capaces de arrastrarlo todo.
En aquella época en Sudáfrica surgió el fenómeno conocido
como Apartheid que estuvo vigente hasta los noventa y a través del cual se
proclamaron leyes de favorecían la segregación racial y que distinguían a
blancos y negros, impidiendo que se relacionasen de cualquier manera, pero
sobre todo establecían duras restricciones para los últimos que no podían
entrar en determinados lugares, ni sentarse en bancos reservados para los
blancos, ni ocupar ciertos empleos entre muchas otras prohibiciones. Ada en la
novela sufre muchísimas de estas limitaciones y cuando nace su hija mulata, un
mestizaje que está en el escalafón social más bajo y se consideraba una traición
a la raza negra, tendrá que emprender una lucha brutal por conseguir sus
derechos.
“Ese algo tenía vida propia. Afectaba a
personas a las que conocíamos y era motivo de disputas. Separaba a los amigos
de siempre, dividía a las familias y convertía a los extraños en enemigos. Y
haría daño a los demás, por más que yo intentara evitarlo. Esa diferencia de
piel entre una madre y una hija tenía una fuerza tremenda.”
(Página 206)
Otro de los grandes aciertos que creo que tiene esta
novela es su estilo narrativo tan sencillo, cercano y envolvente que nos
acompaña durante toda su extensión. Resulta increíblemente fácil introducirse
en el mundo que Barbara Mutch nos presenta y vivir las mismas experiencias a la
vez que sus personajes. Narrada en primera persona por su protagonista hace que
entendamos muy bien su punto de vista, contándonos todo lo que sucede pero sin
caer en dramatismos.
A la vez la autora intercala en el texto fragmentos del
diario en los que la señora Cathleen va anotando sus pensamientos y
sentimientos, también en primera persona, diferenciados en cursiva y que nos da
el punto de vista de este personaje a la vez que nos complementa la información
que la protagonista no puede conocer. Además de estas dos funciones, estos fragmentos
en la novela tienen el carácter de establecer un tipo de comunicación muda entre
Cathleen, que deja el diario a la vista, y Ada, que lo encuentra y lo lee. Una
forma de contarse las cosas sin palabras.
La historia nos va sorprendiendo mucho a medida que
avanza y es una de las pocas novelas en que no he podido adelantarme en nada a
su trama. Hay momentos en que realmente me han sorprendido los acontecimientos
que se iban sucediendo y otros en los que me ha agradado mucho no he encontrar
la salida fácil que esperaba para resolverlos (hay muchísimo amor en la novela
sin recurrir a la típica historia romántica entre dos personas cuya relación es
imposible). En cuanto al ritmo de la novela me parece que la autora maneja de
forma magistral los cambios de ritmo alternado momentos de serenidad con otros
en que aparecen situaciones complicadas o problemas, situando los momentos de
tensión en puntos claves. Además consigue mantener la intriga desde el
principio al final para que necesitemos descubrir que es lo próximo que
ocurrirá con ambas mujeres y cuál será su destino final.
No me gustaría terminar la reseña sin hacerme eco de la
parte musical que tiene esta novela. A lo largo de la misma el piano tiene un
gran presencia en la historia a través de los dedos de sus protagonistas que
interpretan de forma recurrente la melodía Gotas
de lluvia de Chopin, una banda sonora que no he podido resistirme a
escuchar mientras leía esta novela.
Conclusión
La hija de la
criada es una novela con una gran calidad en cuanto a trama, construcción
de personajes y el estilo narrativo pero también destaca por su sencillez y
humanidad. Ha resultado todo un placer leer esta novela que me ha conquistado
totalmente. Emotiva, delicada, sencilla nos hará descubrir la fuerza del amor y
la amistad.
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