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martes, 23 de julio de 2013

La hija de la criada - Barbara Mutch



Título: La hija de la criada
Autora: Barbara Mutch
Publicación: Alianza Editorial, junio de 2013
Páginas: 491


La difícil elección entre el amor y el sentido del deber, entre la amistad y las convenciones sociales en las áridas llanuras de Suráfrica.

Corre el año de 1919. Cathleen se traslada a Suráfrica, al duro y desértico Karoo, para casarse con su prometido al que no ha visto en cinco años. Pero el matrimonio no va a resultar como había soñado. Aislada en un entorno inhóspito, Cathleen encuentra consuelo en escribir su diario y en criar a sus dos hijos, Philip y Rose. También a Ada, la hija de su criada, a la que enseña a leer y a tocar el piano, a amar a Chopin.

Todo se verá alterado cuando Ada descubre que está embarazada, que espera un hijo mulato en un país que no admite las relaciones entre blancos y negros. Ada se escapa al sentir que ha traicionado a Cathleen. Despreciada y marginada por ambas comunidades, tiene que luchar por su supervivencia y la de su hija. La música, y Cathleen, serán sus refugios.


Mi experiencia con la novela

Hay novelas que se definen desde sus primeros párrafos y ya nos podemos hacer una idea tanto de su estilo como de su contenido. Cuando comencé la lectura de La hija criada, en seguida pensé que iba a ser una lectura muy especial y tras terminarla he podido comprobar que no me equivoqué en absoluto.

Ha sido una lectura que me ha entretenido, emocionado y me ha hecho viajar con una historia y unos personajes que estoy segura que tardaré mucho tiempo en olvidar. Me enganché a ella desde sus primeras páginas y la he devorado –a pesar de sus casi 500 páginas- en tres días en los que he disfrutado muchísimo de su lectura.

La historia nos sitúa en Suráfrica en los años 40. Ada, una niña negra, se siente parte de Cradock House, la casa en que su madre trabaja como criada y el lugar donde ella misma ha nacido. La señora Cathleen, propietaria de la casa, es una irlandesa que abandonó en 1919 su hogar, por razones económicas, para casarse con su prometido y establecerse en la inhóspita tierra de Karoo al sur de la región.

La vida de Ada transcurre prácticamente entre el interior de la casa y la Kaia –la choza de la servidumbre- que ocupa junto a su madre en el jardín. Aunque su mundo se reduce a esos dos espacios la señora Cathleen la ha recibido como una hija y se encarga de instruirla, la enseña no sólo a leer y escribir sino que le transmite su amor por la música y le alecciona para tocar el piano, un instrumento para el cual Ada presenta un maravillo don que compagina con las tareas que tiene asignadas.

Ada se siente privilegiada, vive entre el mundo de los blancos y los negros con sus comodidades pero sin desprenderse de sus raíces al completo. Pero cuando se queda embarazada de un hombre blanco, en un lugar donde las relaciones entre ambas razas son inadmisibles, se verá obligada a abanonar su hogar y enfrentarse a una sociedad donde se desprecia a los mulatos y donde su “pecado” significa una lacra social.

Tengo que reconocer que la autora me ha conquistado con los personajes. Ya desde el principio me fue muy fácil conectar con Ada, la protagonista, un personaje que se llega a querer a lo largo de sus páginas. Ada es una chica curiosa que tiene muchas ganas de aprender pero sobre todo por comprender el mundo de los blancos cuyas creencias y costumbres conoce a través de su señora. También destaca por su honestidad, su lealtad y su capacidad de comprometerse con los demás. Crece atrapada entre dos mundos y realmente no pertenece a ninguno. Con el tiempo va evolucionando, comprendiendo y convirtiéndose en una mujer muy fuerte y luchadora que consigue enfrentarse a numerosas situaciones complicadas y dolorosas, todo ello con dignidad y amor.

Me ha gustado también mucho la relación que mantiene con la señora, Cathleen, otro personaje inolvidable al que también llegaremos a conocer muy de cerca, que considera a Ada algo más que una sirvienta, que quiere ayudarla a que estudie y tocar el piano. A través de los años consiguen establecer un fuerte vinculo que más que de amistad se torna en amor  fraternal y no tardarán en descubrir que son absolutamente necesarias la una para la otra.

Otros personajes que resaltan en la novela son Edward Harrington, el señor de la casa para quien los sirvientes son casi invisibles y sus dos hijos Rosemary, malhumorada, egoísta y superficial y el afable y risueño Phil, un personaje transcendental en la vida de Ada o Miriam, su madre. Es verdad que estos personajes representan ciertos estereotipos pero es un aspecto que apenas me ha importado a lo largo de la novela porque tienen otros carices muy interesantes. Los femeninos están mucho más definidos, resultan más sólidos y atractivos que el plano masculino aunque estos últimos también representen un papel relevante en la historia.

La hija de la criada es una historia de amistad, lealtad y amor fraternal. Contiene fragmentos muy duros en los que sus protagonistas se enfrentan a complicadas circunstancias y varapalos del destino pero también momentos muy tiernos mezclando en muchas ocasiones las lágrimas y la risa, el dolor y el placer.

La historia transcurre en la región de Karoo, una comarca casi desértica e inhóspita en el corazón de Suráfrica. Un marco que envuelve a toda la historia de cierto exotismo y que es determinante en la vida de los personajes que viven casi aislados y cuyas vidas dependen en gran medida del clima ya que tienen que adaptarse tanto a las frecuentes épocas de sequia como a las ocasionales lluvias torrenciales capaces de arrastrarlo todo.

En aquella época en Sudáfrica surgió el fenómeno conocido como Apartheid que estuvo vigente hasta los noventa y a través del cual se proclamaron leyes de favorecían la segregación racial y que distinguían a blancos y negros, impidiendo que se relacionasen de cualquier manera, pero sobre todo establecían duras restricciones para los últimos que no podían entrar en determinados lugares, ni sentarse en bancos reservados para los blancos, ni ocupar ciertos empleos entre muchas otras prohibiciones. Ada en la novela sufre muchísimas de estas limitaciones y cuando nace su hija mulata, un mestizaje que está en el escalafón social más bajo y se consideraba una traición a la raza negra, tendrá que emprender una lucha brutal por conseguir sus derechos.

“Ese algo tenía vida propia. Afectaba a personas a las que conocíamos y era motivo de disputas. Separaba a los amigos de siempre, dividía a las familias y convertía a los extraños en enemigos. Y haría daño a los demás, por más que yo intentara evitarlo. Esa diferencia de piel entre una madre y una hija tenía una fuerza tremenda.”
(Página 206)

Otro de los grandes aciertos que creo que tiene esta novela es su estilo narrativo tan sencillo, cercano y envolvente que nos acompaña durante toda su extensión. Resulta increíblemente fácil introducirse en el mundo que Barbara Mutch nos presenta y vivir las mismas experiencias a la vez que sus personajes. Narrada en primera persona por su protagonista hace que entendamos muy bien su punto de vista, contándonos todo lo que sucede pero sin caer en dramatismos.

A la vez la autora intercala en el texto fragmentos del diario en los que la señora Cathleen va anotando sus pensamientos y sentimientos, también en primera persona, diferenciados en cursiva y que nos da el punto de vista de este personaje a la vez que nos complementa la información que la protagonista no puede conocer. Además de estas dos funciones, estos fragmentos en la novela tienen el carácter de establecer un tipo de comunicación muda entre Cathleen, que deja el diario a la vista, y Ada, que lo encuentra y lo lee. Una forma de contarse las cosas sin palabras.

La historia nos va sorprendiendo mucho a medida que avanza y es una de las pocas novelas en que no he podido adelantarme en nada a su trama. Hay momentos en que realmente me han sorprendido los acontecimientos que se iban sucediendo y otros en los que me ha agradado mucho no he encontrar la salida fácil que esperaba para resolverlos (hay muchísimo amor en la novela sin recurrir a la típica historia romántica entre dos personas cuya relación es imposible). En cuanto al ritmo de la novela me parece que la autora maneja de forma magistral los cambios de ritmo alternado momentos de serenidad con otros en que aparecen situaciones complicadas o problemas, situando los momentos de tensión en puntos claves. Además consigue mantener la intriga desde el principio al final para que necesitemos descubrir que es lo próximo que ocurrirá con ambas mujeres y cuál será su destino final.

No me gustaría terminar la reseña sin hacerme eco de la parte musical que tiene esta novela. A lo largo de la misma el piano tiene un gran presencia en la historia a través de los dedos de sus protagonistas que interpretan de forma recurrente la melodía Gotas de lluvia de Chopin, una banda sonora que no he podido resistirme a escuchar mientras leía esta novela.

Conclusión

La hija de la criada es una novela con una gran calidad en cuanto a trama, construcción de personajes y el estilo narrativo pero también destaca por su sencillez y humanidad. Ha resultado todo un placer leer esta novela que me ha conquistado totalmente. Emotiva, delicada, sencilla nos hará descubrir la fuerza del amor y la amistad.