Título: Tres
abuelas y un plan de sabotaje (Trilogía de Helsinki 3)
Autora:
Minna Lindgren
Publicación:
Suma de letras, febrero de 2016
Páginas: 386
Tienen más de noventa años.
Y si quieren justicia nada las detendrá.
Las obras de mejora en la
residencia El Bosque del Crepúsculo llegan a su fin y los ancianos pueden
regresar a sus apartamentos. Ahora todo es diferente porque la dirección está
en manos de una organización religiosa de dudosa legalidad; es poco probable
que convertir a ancianos y pedirles su dinero esté permitido.
Pero hay otro tema que
preocupa más a los residentes: las innovaciones tecnológicas hacen que ya no se
necesite la presencia de personas que cuiden de los ancianos. La supervisión
médica se hace online, se ha sustituido a los enfermeros por inventos
automatizados y el servicio de apoyo se presta por Internet desde la India.
Las tres abuelas están
hartas de una vida programada por ordenador, así que deciden tramar un plan
para destruir el sistema informático. A su edad se pueden romper unas cuantas
leyes y reglas si no hay justicia. Su intento de hackeo les hace acabar en
prisión, pero después de una noche en la celda empiezan a vislumbrar un futuro
un poco más libre. La aventura más emocionante está todavía por llegar.
Mis impresiones
Tres abuelas y un plan de sabotaje es el tercer y último volumen de la Trilogía de Helsinki cuyos títulos anteriores ya os presenté en las
respectivas reseñas de Tres abuelas y un
cocinero muerto y Tres abuelas y un
joyero de ida y vuelta. Dos novelas que me parecieron entretenidas y de lectura
ágil aunque en ellas eché en falta que la autora ofreciera más dosis de
misterio.
“Siiri Kettunen se despertó
y creyó tener una pesadilla. Se quedó de pie junto a la cama con los pies
agarrotados firmemente dentro de las pantuflas, el cabello gris alborotado, y
clavó los ojos en la pared de enfrente, que brillaba con un rojo encendido.
Sabía que estaba viva porque en el oído izquierdo sonaba el familiar La agudo.”
Si en las anteriores
entregas, Siiri, Irma y Anna-Lissa se enfrentaron a una gestión poco
transparente del El bosque del Crepúsculo, el centro residencial para la
tercera edad en el que viven, y posteriormente a unas obras que les hacían la
vida imposible en este tercer episodio el centro ha sido reformado en su
totalidad.
La tranquilidad vuelve a reinar en habitaciones y pasillos,
sin embargo, hay demasiado silencio ya que todo ha cambiado. Los trabajadores
han sido sustituidos por maquinas que realizan su trabajo de forma mecanizada.
Y para colmo una serie de mensajeros religiosos no paran de darles sermones e
incentivarles para que hagan donaciones. Siiri, Irma y Anna-Lissa no terminan
de acostumbrarse a esta nueva situación. Sin duda tendrán que hacer algo para
ponerle remedio.
Son pocas las novedades que
vamos a encontrar en esta tercera parte pues Minna Lidgren mantiene intacta la
esencia de las anteriores novelas y por ello poco puedo comentar que sea
diferente a lo ya comentado en mis anteriores reseñas. Sarcasmo, ironía, una
gran dosis de crítica social y la misma ausencia de suspense e intriga que las
anteriores. Si ya el cocinero y el joyero fueron elementos muy puntuales lo
mismo ocurre con el plan de sabotaje que yo no he encontrado demasiado peso en
el desarrollo en favor de la descripción de la vida diaria de las tres ancianas.
Seguimos encontrando esa crítica
al abandono y menosprecio de los ancianos que han dejado de ser seres
productivos. La soledad y el abandono al que se les somete, no solo por parte
de sus familiares, sino también de las personas que les asisten y del estado.
En esta ocasión aun mayor porque ahora son atendidos por maquinas que los
medican, los sirven la comida y los vigilan continuamente mediante antenas y
cámaras coartando su derecho a la intimidad y a sentirse cómodos en casa. En El
Bosque del Crepúsculo ya no quedan cuidadores a los que recurrir y los saquen
de un apuro en caso necesario o incluso detectar la muerte de alguno.
Porque sin duda la muerte
es otro de los temas que están presentes en el libro, quizás en esta novela con
mayor hincapié. Los protagonistas del libro la tienen más que asumida, la toman
con naturalidad e incluso hacen de ella una broma constante. Serán diversos
personajes los que vayan desapareciendo de escena como ocurría en las
anteriores. Un tema que la autora toca con mucha naturalidad pero que nos habla
también de la muerte en soledad, que yo creo que debe ser algo horrible.
El tema de suplir un ser
humano por una maquina también es motivo de discusión y todo ello por el ahorro
que supone la mano de obra pero que no se traduce en los cobros a los
residentes quienes ven que la tecnología aumenta sus facturas. Todo son
argucias del gobierno y las instituciones para llenar el saco.
Otro tema con peso es la crítica
y la advertencia sobre el peligro que ejercen las sectas capaces de introducir
sus ideas en las mentes más débiles incluso controlando muchos aspectos de su
vida y sus capacidades de decisión. Pero el principal objetivo de estas sectas
es el poder y el dinero, sobre todo esto último. La intransigencia a libertad sexual o la homosexualidad (El
Bosque del Crespúsculo no se aceptan parejas homosexuales) son temás que también la autora incluso en este episodio.
Ya os dije en ocasiones anteriores
que Sirii, Irma y Ana-Lissa son tres personajes que me han resultado simpáticos
y que al final les coges cariño aunque en algún momento me hubiese gustado
dejar atrás sus achaques, despistes, malentendidos y conversaciones cruzadas y
conocer realmente el interior de estas mujeres, cómo fue su vida aunque las
conozcamos en el momento presente. Ahora se enfrentan a una tecnología que les
resulta fría y con la que no acaban de llevarse bien, a unas ratas que aparecen
en el centro, a predicadores religiosos y aun don juan entrado en años con las
manos muy largas entre otros personajes.
De nuevo, un estilo fácil y
ligero de narrar en donde la ironía se hace muy presente con diálogos
chispeantes y cargados de intenciones. La literatura y la arquitectura y calles
de Helsinki siguen muy presentes en la vida de las ancianas. Sigo pensando que
a la trama que da origen al título y al desarrollo le falta contundencia lo que
no quita que sea una novela que se lee bien y que resulta muy entretenida.
Evaluando la trilogía al
completo creo que la autora mantiene los mismos elementos y el mismo nivel en
cada uno de los tres libros, por lo que no podría decir que alguno de ellos
supera al anterior, siempre bajo mi punto de vista.
Conclusión
Tres abuelas y un plan de sabotaje es el cierre de una trilogía en la que destaca la denuncia social
narrada desde un punto de vista bastante sarcástico.