Título: Tres abuelas y un cocinero muerto (Trilogía de
Helsinki 1)
Autora: Minna Lindgren
Publicación: Suma de letras, mayo de 2015
Páginas: 368
Tienen noventa años. Pero no piensan morirse
hasta descubrir al asesino.
Siiri, Irma y Anna-Liisa son tres viudas de
noventa años residentes en El Bosque del Crepúsculo, un centro privado de
apartamentos para la tercera edad de Helsinki. Más que un nidito acogedor para
las personas mayores, la residencia resulta un lugar siniestro en el que los
ancianos se ven privados de su identidad, rodeados todos los días por
enfermeros vagos e inexpertos, y obligados a hacer gimnasia, a asistir a
conferencias y a tomar un gran cantidad de medicamentos prescritos por médicos
a los que apenas han visto.
Parece que para las tres amigas los días ya solo
traerán partidas de cartas, viajes en tranvía y asistencia a funerales. Pero en
la residencia se empiezan a producir unos misteriosos asesinatos... y quizá
nadie había contado con la curiosidad y el tiempo libre de unas inocentes
ancianitas.
Mis impresiones
Tres abuelas y un cocinero muerto es el título que da comienzo a la Trilogía de Helsinki, la cual se completa
con Tres abuelas y un joyero de ida y
vuelta y Tres abuelas y un plan de
sabotaje. Son tres títulos que se nos presentan con simpáticas portadas y
una mezcla entre comedia y thriller. En el primer calificativo estoy
completamente de acuerdo aunque el segundo no me parece tan acertado. De esta
novela había leído diferentes opiniones, algunas más positivas que otras, y no
sabía muy bien que esperar de ella. Y aunque no puedo encuadrarla entre mis
mejores lecturas me ha resultado una novela entretenida.
"Cada mañana al despertarse Siiri Kettunen descubría que aún no había muerto. Entonces se levantaba, se lavaba, se vestía y tomaba algo para desayunar. Iba despacio, pues lo que es tiempo tenía de sobra."
Siiri,
Irma y Ann-Liisa son tres ancianas nonagenarias que viven en un centro privado
de apartamentos para la tercera edad en Helsinki llamado El Bosque del
Crepúsculo. Pero lejos de la idea que podría venirnos a la cabeza como un lugar
tranquilo y apacible donde pasar la última etapa de la vida es un sitio en el
que ocurren cosas muy extrañas. Expediente médicos desaparecidos, un extraño
paquete sin el nombre del destinatario, la vigilancia continuada, ancianos a
los que se les suministra un exceso de medicación se suman a la misteriosa
muerte de un cocinero joven de la que nadie quiere hablar.
Sin
embargo, las tres protagonistas de esta historia están dispuestas a llegar al
fondo del asunto y averiguar qué está ocurriendo realmente en El Bosque del
Crespúsculo.
Tres abuelas y un cocinero muerto es una novela simpática y de fácil lectura que
hace del sentido del humor y del sarcasmo su principal característica. No puedo
considerarla como una novela negra ni un thriller porque no hay una
investigación en sentido riguroso de la palabra a pesar de que nos
encontraremos algunos misterios por resolver. Si en principio pudiéramos pensar
que las tres ancianas se dedicarán al indagar sobre la muerte del cocinero, que
da título a la novela, este tema queda muy de fondo dejando otros asuntos más
patentes en su historia.
Uno de los
principales es la crítica que la autora realiza al trato que se ofrece a la
tercera edad en los geriátricos. Cuando las familias están muy ocupadas para
atenderlos debidamente lo más fácil es buscarles un sitio en donde estén
tutelados y vigilados sintiendo que su intimidad se anula por completo. A
menudo en estos centros se les atiende de forma fría y aséptica incluso por gente
poco cualificada para ello que les cobra tarifas exageradas por servicios
básicos. Otra cuestión es la sobre medicación que se les sumista por médicos
que nunca han llegado a verlas cuando se convierten en un problema para que hagan
el menor ruido posible. Incluso en la novela hay un pabellón al que llaman Casa
Hogar cuyas puertas permanecen cerradas y donde se destina a los dementes. Pero
en el que acaban muchos ancianos que no deberían estar allí.
Las tres
protagonistas de la novela me han parecido personajes originales que se han
ganado mi simpatía con sus achaques, sus despistes, sus rutinas y alguna que
otra excentricidad. MInna Lindgren nos introduce de lleno en cómo es su vida en
el centro residencial. La comida insulsa, las partidas de cartas para matar el
tiempo, los viajes en tranvía que tanto gustan a las amigas o la asistencia a
los funerales, una manera más de matar el tiempo, pues sin nada qu hacer este
les sobra. También nos da una visión de cómo se enfrentan a la muerte cuando se
convierte en algo que les rodea de forma constante, que ven en personas
cercanas y que sienten como algo casi tangible.
Siiri,
Irma y Anna-Liisa a sus más de noventa años prácticamente han perdido las
identidades con las que se han definido gran parte de su vida. Siiri fue
mecanógrafa durante muchos años. Ahora su única hija se ha metido a monja en la
otra punta del mundo y apenas recibe visitas. Irma estudió enfermería pero
después de tener seis hijos decidió quedarse en casa y cuidar de ellos. Más tarde
sus “amorcitos”, como ella los llama, decidieron vender su piso e ingresarla en
el centro. Y Anna-Liisa fue profesora de lengua y literatura. Poco queda de quienes
fueron pero a esta edad todavía existen emociones y sentimientos como la
amistad, el amor, la lealtad o el compañerismo.
La novela
está narrada con mucha fluidez y agilidad con un lenguaje sencillo y cercano al
lector. Destacar sus diálogos muy vivos en los que se hace más patente el
sentido del humor y la ironía de la que hace gala la novela. Está narrada a través
de una voz en tercera persona tiene un ritmo no muy acusado y nos iremos
encontrando algunos misterios que se van desvelando a su debido tiempo. Aunque
la mayoría de cuestiones quedan resueltas a mí me ha dado la sensación de que
al final le falta contundencia.
Conclusión
Tres abuelas y un cocinero muerto es una novela entretenida sin mayores consideraciones
que se lee con facilidad, tiene momentos divertidos que se mezclan con otros
más emotivos y cuyas protagonistas me han gustado. Eso sí, como novela negra o
de suspense puede decepcionar al lector.