Título:
Dies irae
Autor:
César Pérez Gellida
Publicación:
Suma de letras, octubre de 2013
Páginas: 559
Tras el rotundo éxito de Memento mori, primera parte de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, César Pérez Gellida nos conduce de nuevo por los complejos laberintos que conforman la mente criminal desde los ojos de sus protagonistas, ya sean víctimas, asesinos en serie, genocidas o quienes les persiguen. El inesperado desarrollo de los acontecimientos obligará al lector a pasar páginas en una ineludible búsqueda de respuestas.
Haciendo gala de un particular estilo cinematográfico aclamado por la crítica literaria, el autor nos envuelve en una trama adictiva, tejida a partir de un argumento sólido y pespunteado de poemas y canciones que componen una singular banda sonora del crimen.
Mi experiencia con la novela
No hace mucho os presenté la primera novela de César Pérez Gellida, Memento mori, que como señalé en la reseña de la misma me pareció totalmente adictiva, con una enorme dosis de intriga y unos personajes que completan de forma muy adecuada esta historia. No es de extrañar por ello que la segunda parte pase también por el blog.
Dies irae es el segundo título que forma parte de una trilogía titulada Versos, canciones y trocitos de carne (de lectura no independiente y ordenada) donde se unen la música, la literatura y el género negro de novela. El título final que cierra la serie es Consumatum est y parece ser que está previsto que sea publicado a principios del año que viene por lo que aún habrá que esperar algunos meses para concluirla.
Aunque una novela es la continuación de la otra, su autor ha sabido imprimirle cierto aire novedoso a esta con respecto a la anterior a través de algunos cambios que sin perder la esencia de la historia aportan nuevas líneas de interés para el lector. Personalmente esta segunda parte me ha parecido que se encuentra totalmente a la altura de la primera y no sabría decir cual me ha gustado más.
Como ahora llegamos al punto en que comienzo a hablar de la novela os recomiendo que si tenéis pensado comenzar la trilogía próximamente paséis de largo por el argumento ya que voy a desvelar algunos datos de la anterior.
Trieste |
En cambio, Armando Lopategui, a quien conocimos con el nombre de Carapocha, se encuentra en Belgrado junto a su hija Erika. Ambos se han marcado una misión que tiene un objetivo personal. Lopategui no parará hasta vengarse de una persona que le marcó en el pasado y arruinó su futuro.
Ya os dije en la reseña de Memento mori que una de las cosas que más me habían gustado de la novela habían sido sus personajes. Todos muy elaborados, con multitud de matices, con una increíble complejidad psicológica pero sin perder un ápice de veracidad. Muchos secundarios se han quedado en el camino pero en esta ocasión introduce algunas caras nuevas sin prescindir de sus tres protagonistas principales. El inspector Ramiro Sancho, un cuarentón tozudo y muy básico, que después de verse la cara con el asesino y ante la inmensa sensación de fracaso está obsesionado con capturarle. Augusto Ledesma es un personaje sumamente complejo, sociópata narcisista, de inteligencia extrema, amante de la poesía, la música y sibarita en sus costumbres cuyos instintos criminales son incontrolables. Por otro lado está el psicólogo criminalista que conocimos como Carapocha, y quizás el personaje que más me fascinó en la entrega anterior. En esta ocasión tiene su propia trama relacionada con su pasado como agente de la KGB y un lugar considerable en la novela. Junto a él su hija Erika, a quien conocimos un poco en Memento Mori, también psicóloga pero aquejada de un trastorno bipolar. Ambos tienen sus propios fantasmas del pasado que intentarán dejar atrás para siempre.
César Pérez Gellida vuelve a hacer gala del estilo que me conquistó con Memento mori. Cuidado, depurado pero a la vez sencillo, directo y accesible al lector. En esta ocasión se ha decantado por introducir dos narradores. Será el propio Augusto Ledesma quien en primera persona avance en el relato, lo cual me parece todo un acierto porque nos ayuda muchísimo a la hora de comprender su forma de actuar. El resto del libro y las diferentes subtramas están narradas a través de una voz en tercera persona y focalizando la acción en los diferentes protagonistas. La novela tiene mucha acción aunque tampoco diría que su ritmo es vertiginoso, sino más bien medio que va in crescendo a medida que avanzamos en su lectura. Suceden muchas cosas pero su autor nos lo narra sin atropellos aunque sí de forma ágil favorecida por la sencillez narrativa y la amplia presencia de diálogos. De nuevo se introducen en el relato expresiones en latín y muchas referencias tanto literarias como musicales (de nuevo encontramos su peculiar homenaje a Bunbury) que van de la mano de Augusto Ledesma aunque en esta ocasión es Vestusta Morla quien da el título a cada capítulo.
Dies irae -que significa Día de ira- se estructura en treinta y tres capítulos más un prologo y varios apéndices que nos marcan la banda sonara de la novela y los poemas que Ledesma utiliza en sus crímenes.
Como única pega creo que la exhaustiva labor de documentación y recopilación de datos que es evidente que ha realizado el autor respecto a los conflictos bélicos que introduce en la historia se revierte en un exceso de fechas, datos, nombres que en algún momento pueden resultar algo tediosos al lector. Quizás este esfuerzo para contextualizar perfectamente la novela y que el lector comprenda todo se hace excesiva la narración de la Guerra de los Balcanes, un conflicto que colateralmente tiene mucha importancia en la pero que rompe el ritmo de la trama actual. Aún así el autor sabe hacerlo de forma amena y sencilla aunque rigurosa así como es capaz de despertar la curiosidad del lector.
La novela se desarrolla a través de un complejo entramado formado por múltiples saltos en el tiempo que su autor aprovecha para ahondar en la psicología de los personajes y justificar de alguna manera como han llegado a convertirse en lo que son y cómo llegaron a establecerse sus relaciones. Así los años noventa hasta el 2000 son fundamentales para entender cómo se conocieron y se definió la relación
entrea Agusto Ledesma y Carapocha.
Belgrado |
No puedo despedirme sin hablaros del desenlace que no sólo se encuentra totalmente a la altura de la novela sino que supone un broche de lujo. Algunos giros finales le dan la oportunidad de cerrar dejando al lector perplejo y con ganas de más.
Conclusión
Siguiendo las
mismas pautas que su predecesora, Dies irae es una novela capaz de captar
completamente la atención del lector con unos personajes muy complejos, una trama
coherente y con gran dosis de intriga y un final sorprendente.