lunes, 15 de julio de 2013

El hombre que compraba gigantes - Luis C. Folgado de Torres



Título: El hombre que compraba gigantes
Autor: Luis C. Folgado de Torres
Publicación: Áltera, mayo de 2013
Páginas: 262

Año 1865. Agustín Luengo ha sido uno de los hombres más altos de España al sufrir acromegalia (enfermedad de la hipófisis que impide detener el crecimiento). De nacencia extremeña, mostró sus hechuras por toda España viajando con un circo portugués (por aquel entonces, la media de altura de los varones españoles no rebasaba el metro cincuenta). Después de actuar ante la corte de Alfonso XII, el gigante conoce a don Pedro Velasco, fundador del Museo Antropológico de Madrid, muy conocido, entre otras cosas, por mantener embalsamada en su propia casa a su hija, Conchita, vestida de novia; la muchacha falleció al cometer él mismo un error médico. Velasco hace una extravagante propuesta al gigante extremeño: Comprarle su cuerpo, pero la cosa se complica...
Mi experiencia con la novela
Hace ya muchos años tuve la ocasión de visitar el Museo Etnográfico de Puebla de Alcocer (muy cerca de mi pueblo) en Extremadura que recoge objetos antiguos que usaban de forma cotidiana sus habitantes en una época ya pasada. Entre ellos había algunas fotos y una de las botas usadas por Agustín Luengo Capilla (que equivalen a un número 52), quien ha pasado a la historia con el sobrenombre de “El gigante extremo” porque llegó a medir 2,35 metros.
La historia vuelve a llegar a mis oídos en forma de libro de la mano de la editorial Áltera y su autor, Luis C. Folgado de Torres. El hombre que compraba gigantes me ha parecido una historia fascinante de principio a fin y más aún cuando he comprobado que la historia está basada en la vida real del gigante.
La novela comienza en Puebla de Alcocer, un pequeño pueblo de la provincia de Badajoz, en el año 1862 donde Agustín a sus doce años de edad es descomunalmente grade. Pero esta circunstancia no supone algo fabuloso o ni sobrenatural porque aunque nadie lo sabía por entonces en aquel lugar Agustín padecía una enfermedad conocida como acromegalia causada por la desmesurada secreción de la hormona del crecimiento por parte de la hipófisis.
En aquel municipio la gente vivía acostumbrada al tamaño de Agustín aunque muchos pensaban que su tamaño se debía a una maldición de la que culpaban a su abuelo (un hombre pendenciero que fue culpable de la muerte de una mujer tras practicarle un aborto además de ser el padre del feto) y la vida de Agustín resultaba relativamente normal si obviamos las burlas de sus vecinos que le convirtieron en un muchacho apocado y tímido.
La familia de Agustín era muy humilde y cuando el portugués, Eusebio Dos Santos Marrafa,  propietario de un circo, le ofrece al padre 60 reales, media arroba de arroz, dos medidas de miel del Alentejo, una garrafa de aguardiente de Cazalla y dos paletas de Fregenal más un daguerrotipo a cambio de su hijo no duda en aceptarlo. Es así como el circo se convierte en el nuevo hogar de Agustín y comienza a intervenir en el espectáculo como una de las mejores atracciones del circo anunciado como uno de los hombres más altos del mundo capaz de esconder una hogaza de pan de un kilo en una de sus manos.

Pero la aventura que ha de vivir Agustín no ha hecho más que empezar porque cuando  la noticia de su extraordinario tamaño llega a oídos del rey Alfonso XII es requerido para presentarse en palacio donde conoce al doctor Pedro González de Velasco, una eminente figura de la cirugía obsesionado con el embalsamiento y con la idea en la cabeza de crear un museo que muestre al público curiosidades de la naturaleza, entre ellos el cuerpo del gigante extremeño. Entusiasmado por el colosal tamaño ofrece a Agustín 3000 pesetas por su cuerpo una vez haya muerto. Será en Madrid donde Agustín de suelta a sus deseos más carnales y de forma intensa.
El centro de la trama es la vida de Agustín, un muchacho cuyo único deseo es ser normal y, por ello, renegaba de su altura. Odiaba el ser en el que se había transformado y ansiaba tener una esposa, recibir cariño y cuidar de unos hijos que nunca llegarían. Un personaje que en muchas ocasiones despierta nuestra compasión.
A pesar de ello, alrededor de esta historia Luis Folgado construye con maestría distintas subtramas que no ensombrecen la principal y que aumentan el interés del conjunto. Cada personaje que aparece está muy bien detallado y así vamos conociendo sus vidas de forma que enriquece muchísimo la historia porque no dejan de ser todas ellas extravagantes y curiosas. Marrafa, hombre estricto exiliado de su país por unas costumbres prohibidas, Marcos, un contable que huye de la justicia y escribe poemas, el excéntrico doctor Velasco cuya hija embalsamada es sentada a la mesa durante las comidas, Rufina, una gitana capaz de leer las manos, los enanos Pedreira, la insaciable maría Peligros o el malhumorado Canivell.
La novela está dotada de una excelente construcción en cuanto al ambiente espacio-temporal. Su autor nos transporta con una exactitud asombrosa a la segunda mitad del siglo XIX mostrándonos la vida, la rutina diaria y los entresijos de un circo. En este caso seguimos los pasos de El circo luso que lleva su espectáculo a través pequeños municipios de España y donde las principales atracciones son las que muestran la rarezas con que la naturaleza se ha cebado con algunas personas. Unos niños asiáticos con gargolismo (enfermedad causada por una mutación genética), el domador de rayos (que montó su espectáculo a través del reciente invento de las corrientes eléctricas) o una mujer que a través de un número de ilusión óptica se fusiona con una serpiente.
De forma magistral, y que sobresale en la novela, también recrea el ambiente que se vivía en España en una época oscura, mísera, analfabeta, beata, marcada por las tradiciones y las supersticiones. Un escenario que cobra especial relevancia es Madrid, ciudad que trataba de evolucionar pero que sufre constantes insurgencias militares. Junto a Agustín recorreremos la calle mayor, pasaremos por el Arco de los Cuchilleros para acceder a la Plaza Mayor, Callao, Fuencarral,  la estación de Atocha (que por aquella época se llamaba de Mediodía), Recoletos, el Retiro o el Paseo del Prado. Un lugar en el que nuestro protagonista buscará casi de forma desesperada el amor y con ello la normalidad de una vida que anhela.
Porque si esta novela nos muestra casi lo peor del ser humano -avaricia, depravación, egoísmo, desprecio- también hay cabida para las historias de amor, para la ternura, la compasión y la amistad.
Una de los aspectos que más he disfrutado en esta novela es el sabor antiguo que tienen sus  páginas y que nos transforma de forma maravillosa a aquella época. Su estilo está sumamente cuidado con un vocabulario selecto, aunque no por ello deja de ser cercano y accesible al lector. A lo largo de esta historia Luis Folgado recupera algunas palabras casi en desuso en la actualidad porque se refieren a costumbres, creencias u objetos que no tienen cabida en la época en que nos encontramos. Nos habla de la creencia arcaica de que los daguerrotipos robaban el alma, del antiguo oficio de rezadora en entierros a cambio de dinero, del invento del velocípedo (precursor de la bicicleta) o de los casi extinguidos braseros de picón o leña…. Así como muchas curiosidades entre las que se encuentra la historia del sacamantecas de Álava (que se decía que vendía la grasa de los niños) o el origen de muchas expresiones que actualmente seguimos utilizando y que se nos aclaran con notas pie de página como «ir de picos pardos» o de la palabra «ramera».

Pese a que el final lo conocemos desde la primera página puesto que el libro arranca in extremis, su autor consigue mantener la intriga alrededor de la historia desde principio a fin, invitándote a leer página tras página.

En la actualidad el esqueleto de Agustín se encuentra en el Museo Nacional de Antropología de Madrid donde además se conserva el molde de yeso que sacó el doctor Velasco  fundador de dicho museo.

Conclusión
En fin, si a estas alturas El hombre que compraba gigantes no os llamado la atención por mi parte no podría decir nada más para animaros a leerlo. Se trata de un libro con una historia agridulce, interesante, emocionante y repleta de curiosidades que nos traslada con absoluta maestría a esa España de la época.