En marzo de 1936
Madrid es un hervidero de manifestaciones, conspiraciones y motines que se
traducen en una creciente inestabilidad social. El Frente Popular ha ganado
recientemente las elecciones y la oposición quiere hacerse escuchar. La
República tiene los días contados y, sin saberlo, la población se acerca a una
guerra civil que dejará temblando el país.
En este contexto de
crispación y nerviosismo aparece en un callejón el cadáver de Margarita, una
adolecente de catorce años a quien han estrangulado. Nada indica que el cuerpo haya
sido violado y lo han dejado dispuesto con un cuidado especial. Las manos
cruzadas sobre el pecho y el vestido bien colocado inspirando cierta candidez e
inocencia.
Julián Fierro,
inspector del Cuerpo de Investigación y Vigilancia, será el encargado de investigar
el caso. Pronto la aparición de otra víctima en condiciones similares revelará
la existencia de un posible asesino en serie.
Mi experiencia con la
novela
“Es terrible decirlo, pero me alegro de que las niñas no estén aquí
para ver lo que ocurre. Creo que usted también siente algo así, no me pregunte
por qué, imagino que lo he viso en sus ojos, que siempre me parecen tristes y
perdidos. Entonces me alegro de que estén lejos de todos nosotros, de esta
desdicha. Sobre todo cuando llega la noche e imagino este país desmoronándose a
su alrededor, sus sueños llenos de pesadillas, el miedo.”
Al acecho. Página 225
Al acecho es una
novela negra en la que el contexto histórico tiene una importancia vital en su
desarrollo. Se trata de una obra con un argumento verosímil, unos personajes
definidos y un contexto interesante. Su lectura me ha resultado muy entretenida
y a la vez enriquecedora.
En un callejón de Madrid aparece el cadáver de Margarita
Alves, una muchacha procedente de una familia muy religiosa; una buena alumna despierta,
sociable y entusiasmada con las novelas románticas que se veía con un chico. La
muchacha ha sido estrangulada y no hay indicios de violación pero su cuerpo ha
sido delicadamente colocado en una pose determinada, un lazo en la cabeza, el
vestido bien estirado sobre las piernas y las manos sobre el pecho.
Poco después otra chica, Isabel Vega, aparece en condiciones
parecidas. La muchacha trabaja en una casa de modas y se acostaba con un viejo
por dinero ante una situación familiar precaria. Aparentemente nada tiene que
ver con la anterior asesinada, salvo que ambas muchachas han estudiado en el
mismo colegio.
Será Julián Fierro, el inspector del cuerpo de Investigación
y vigilancia de Madrid, quién se ocupe de indagar sobre estos asesinatos. Sin
pruebas de ADN, ni la ayuda de una sofisticada tecnología en que apoyarse Fierro
tendrá que iniciar sus pesquisas centrándose en el entorno de las jóvenes para
obtener alguna información. Su familia, amigas y el colegio donde ambas habían
estudiado serán el punto inicial de la investigación.
Mientras, Madrid es una ciudad inestable donde la izquierda y la derecha
luchan por el poder. Atentados, huelgas, enfrentamientos y manifestaciones suceden
cada día mientras la sociedad tiene el miedo en el cuerpo.
Julián es un hombre cansado del mundo, incapaz de comprometerse
con nada y arriesgar su vida por una lucha a la que no ve sentido o por lo
menos en la que no desea aparentar ser un héroe. En un lugar y un tiempo en el
que todos se han posicionado, él ha tomado la determinación de huir de los
problemas que le rodean. Bastante tiene con su situación personal que no es muy
satisfactoria. Vive sólo y mantiene una relación con Adela, una ex prostituta
que tiene un hijo pequeño; una mujer a quien no puede amar pero que consuela su
desazón. En realidad está enamorado de Juanita, la camarera del Café Azul que
no le hace demasiado caso. A todo esto, se le suma la incomodidad de tener una
madre demasiado mayor y enferma.
Se trata de un personaje que la autora nos define de forma
rotunda. Un hombre con principios propios que no duda en usar y abusar de su
autoridad para conseguir sus objetivos. Todos los personajes que aparecen en la
novela están dotados de un realismo apabullante. Sus acciones y opiniones los
definen claramente y representan algunos de los modelos muy presentes en la
época en que se desarrolla. La madre que teme que su hijo se vea involucrado en
la problemática del gobierno, la mujer apartada de la sociedad porque no es
decente, hombres involucrados en su causa, maníacos y otros que se aprovechan
de la situación conforman un panorama desolador.
La novela se estructura en cuatro partes diferenciadas y
divididas a su vez en diversos capítulos. En cada uno de ellas hay una especie
de introducción preliminar narrado por la voz del asesino (en primera persona) a
quién no conoceremos hasta el final de la novela pero si nos da las pistas
esenciales para que comprendamos tanto su forma de pensar como lo que pretende
conseguir con la muerte de las niñas. Salvo estos, el resto de la narración
corre a cargo de una voz en tercera persona.
Al acecho tiene un
sabor antiguo, clásico, a otra época y a una forma de hacer las cosas distinta
a nuestros días. Una investigación que debe realizarse sin complicados análisis
que arrojen luz, sin un equipo ni una tecnología que ofrezca pistas y datos
conclusivos. Es la lucha de un hombre preocupado por encontrar un asesino de
inocentes mientras a la sociedad parece no importarle demasiado.
Se nota que la autora ha realizado una gran labor de
recopilación de documentación. No solo arroja datos sino que recrea a la perfección
el ambiente político y social que se vivía en Madrid justo antes de proclamarse la guerra
civil. Con la falange ilegalizada pero activa, clandestina y aprovisionándose
de armas el odio se esconde en sus calles y el miedo acecha. Los
enfrentamientos, manifestaciones y conspiraciones están a la orden del día. El
asesinato del diputado socialista Jiménez Asua , el tiroteo en el desfile del aniversario
de la república y la muerte de Calvo Sotelo no hacen más que acrecentar la sensación
de incertidumbre de una población no puede hacer nada ante los que se le viene
encima. El malhumor impregna las calles
de Madrid que se ha convertido en una ciudad gris, llena de inmundicias y
desesperanzada.
La autora utiliza un estilo sencillo pero pulcro y limpio en
la prosa. No descubre sus cartas de forma instantánea sino que las aclaraciones
se harán esperar y sólo lo harán en el momento justo. La lectura resulta
adictiva, amena y rápida pues un uso bastante abundante de los diálogos está
presente durante toda la obra. Además estos están muy bien conseguidos, son muy
reales y no presentan ningún tipo de artificio.
En su resolución la novela no llega a sorprender y la autora
ha apostado por un final convincente pero clásico y que podríamos prever sin
mucho esfuerzo. Lo mejor de la novela, sin duda, se encuentra en su desarrollo.
Conclusión
Al acecho es una
novela que gustará a los amantes de la novela negra clásica. Se trata de una
trama entretenida y una maravillosa recreación de una parte de la historia en
nuestro país. Un libro que se lee de forma gustosa.