domingo, 2 de abril de 2017

El niño que quería construir su mundo - Keith Stuart



Título: El niño que quería construir su mundo
Autor: Keith Stuart
Publicación: Alianza Literaria, marzo de 2017
Páginas: 454

Alex es un padre de treinta y tantos años. Quiere a su esposa, Jody, pero ha olvidado cómo demostrárselo. Quiere a su hijo, Sam, pero no lo entiende. Su matrimonio va a la deriva.

Jody es una mujer cansada de educar sola su hijo. Recrimina a Alex que solo viva para su trabajo. La ruptura no tiene vuelta atrás.

Sam tiene ocho años. Es maravilloso, sorprendente..., pero para él, el mundo es un rompecabezas que tiene que aprender a montar solo. Sus problemas de comportamiento han provocado muchas tensiones entre sus padres que llegan a separarse.

La vida de Alex carece de sentido. Busca desesperadamente la manera de reconstruirla y de relacionarse con Sam. Para su sorpresa, descubre la pasión de Sam por el videojuego Minecraft. El juego les va a permitir encontrar a ambos un lugar en el que comunicarse y entenderse, redescubrirse cada uno; un lugar en el que establecer una relación más profunda entre los dos y cada uno consigo mismo.

Mis impresiones

Siempre me ha parecido que la literatura es un excelente medio para contar experiencias y dar a conocer vidas que se salen fuera de lo común. Por eso hoy, que es el Día Mundial del Autismo, me gustaría hablaros de El niño que quería construir su mundo. Su autor, Keith Stuart, ha creado una novela de ficción basándose en la experiencia que ha tenido con su propio hijo al cual tras años de búsqueda encontraron la explicación a lo que le ocurría. A los siete años le dijeron que estaba dentro del Trastorno del Espectro Autista.

“Me he separado.
Es lo que primero que pienso al salir de casa, cruzar el camino de entrada y subirme a mi viejo coche familiar. Supongo que lo correcto sería decir «nos hemos separado», pero la verdad es que creo que todo esto tiene que ver solo conmigo, básicamente. Miro por el espejo y veo a mi mujer, Jody, en el umbral, con el pelo largo despeinado y recogido de cualquier manera. A su lado, escondiendo la cara contra su costado, está nuestro hijo de ocho años, Sam. Él intenta taparse los ojos y la orejas a la vez, pero sé que no es porque no quiera verme marchar; se está anticipando al ruido del motor, que para él es demasiado fuerte”

Así comienza a contarnos Alex su vida. Justo en el momento en que se marcha de casa. Jody, su mujer le ha pedido que se separen un tiempo tras aguantar durante años a un padre y marido ausente. Sam está dentro del Espectro Autista y a veces es un niño complicado con quien su padre no es capaz de conectar. Cansada de cargar con el peso de la casa y educar sola a su hijo piensa que estarán mejor sin él. Alex por su parte es un hombre que está bastante perdido y que ni siquiera ha podido superar un trágico episodio sucedido en el pasado dentro de  su propia familia. Pero poco después las cosas se complican aún más para Alex cuando pierde su empleo. Ahora que tiene más tiempo disponible ¿Conseguirá unir a su familia? ¿Conseguirá acercarse a Sam?

El niño que quería construir su mundo es un relato conmovedor que nos habla de cómo se ha roto una familia y de un hombre que no sabe qué hacer para volver a unirla. No es un problema de amor o afecto, sino la consecuencia de llevar a los hombros una cargar demasiado pesada. A pesar de que es una novela dura también tiene algunos momentos más amables o incluso divertidos que relajan un poco la carga del relato.

Sería injusto decir que es una novela que gira única y exclusivamente entorno al Trastorno del Espectro del Autismo pero que es cierto que un elemento importante para sus personajes que ya les condiciona. Si ya el simple hecho de criar y educar a un hijo conlleva muchísimos problemas y dificultades si le añadimos tener que lidiar con el Autismo puede crear situaciones que desborden a más de uno, que causen agotamiento y desesperación. Y más si el diagnostico tarda años en tener un nombre como es el caso de estos personajes. Su autor nos ofrece un acercamiento a esta enfermedad de la que podemos tener más o menos referencias pero que seguramente será muy distinto vivirlo. Sam es un niño de ocho años, inteligente y despierto pero aún no ha encajado el funcionamiento del mundo. Necesita seguir un orden y tenerlo todo controlado. Jody y Alex han aceptado su escasa comunicación, han vivido sus miedos al ruido y a las interacciones sociales, han luchado contra sus problemas del leguaje y han soportado como han podido esos momentos en que se pone agresivo cuando no entiende lo que le rodea o se siente amenazado.

Ante esta situación Alex, el protagonista de esta historia, ha optado por huir, por evitar pasar tiempo con su hijo y refugiarse en el trabajo. Un trabajo como asesor hipotecario que no le gusta pero aparte de la seguridad económica le ofrece la posibilidad de no tener que cuidar a Alex. Y no es que no quiera a su hijo pero tiene miedo de la repuesta que Sam tiene hacia ciertos estímulos, tiene miedo de no poder controlarlo y que sucede una desgracia. Esto además agravado por un hecho dramático que sucedió en el pasado y del cual en el fondo se siente responsable. Es un personaje que te causa sentimientos contradictorios. Obviamente su comportamiento es egoísta aunque también, y sin que sirva como justificación, llegas a entender de alguna manera que Alex es un hombre con miedo, que no es capaz de enfrenarse a la vida y que tiene que madurar ese comportamiento infantil. Sin embargo también vemos una evolución del personaje en el libro, cómo intenta desesperadamente acercarse a su hijo. Y encontrará un apoyo en un videojuego, el Minecraft. A través de él podrá conectar con Sam y disfrutar del tiempo compartido. Es un juego de construcción que a la vez funciona como una metáfora en la novela. Sam y Alex construyen un castillo y a la vez que ponen un ladrillo también lo hacen en su relación.

Comprender a Jody, la madre de Sam, es más fácil. Es una mujer que se ha dedicado en cuerpo y alma a cuidar de su hijo, que se ha comido sola todos los problemas y que ha llegado a un punto en que no tolera más tener un marido que siempre esté fuera. A parte de ella conoceremos a otros personajes como Dan, el amigo de Alex, o Emma, la hermana. Tampoco están mal construidos siendo capaz el lector de identificarlos por completo.

Además de lo dicho anteriormente también he percibido una crítica hacia el sistema educativo. El caso de Sam es leve dentro del Trastorno del Espectro Autista lo que no hace necesario que tenga una educación especial pero a la vez tampoco encaja del todo en el colegio al que asite. Keith Stuart revela los pocos medios con los que cuentan los colegios para apoyar a los niños con Autismo. Por otro lado también vemos como se produce cierta permisividad ante comportamientos abusivos de otros alumnos.
           
El niño que quería construir su mundo está narrada con sencillez, agilidad y cercanía. El hecho de que esté relatada en primera persona por su protagonista nos da una visión bastante completa de las emociones y pensamientos del personaje. La novela se lee a buen ritmo a pesar de que no tiene mucha acción pero el autor consigue mantenerte atento e interesado en la historia en todo momento.

Conclusión

Me ha gustado mucho leer El niño que quería construir su mundo. Una novela emotiva y dura, también otras veces divertida en la que veremos como un padre intenta conectar con su hijo intentando primero superar sus propios obstáculos. Una lectura de la cual podremos aprender mucho y que nos habla del amor y la familia.

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