Hace ya algunos años que llegó un nuevo autor al panorama literario que nos emocionó con la historia que se escondía detrás de su libro. Una novela por la que había luchado y que maleta en mano metió a todo el mundo por los ojos hasta alcanzar cierto reconocimiento. Toda esta historia nos hizo ser benevolentes con el libro, verlo como una historia de superación y quizás sobrevalorarlo. No era un libro malo para un autor novel.
Luego vino Lo que encontré bajo el sofá, una novela que me pareció muy bonita. Hizo que me enamorara de Toledo, ciudad que aún a día de hoy no conozco, que quisiera coger la maleta en cada página y viajar allí.Sin embargo ahora mismo es lo único que recuerdo de la novela. No me queda nada de su argumento ni sus personajes. Nada. Un vacío tremendo.
Y fue en su tercera novela cuando empecé a comprender lo que el autor quería hacer con sus libros. Sí. Señor Eloy Moreno. Creo que su objetivo es utilizar los libros para criticar la sociedad actual con el pretexto de hacernos abrir los ojos. Y de nuevo lo intenta en Tierra, aunque aún más descaradamente.
Todo comienza con una pequeña historia. Un padre pregunta a sus dos hijos que es lo que más desean en el mundo con lo promesa de que cumplirá es sueño. Pero antes deben realizar un juego que por ciertas circunstancias no terminó. Treinta años después el juego se retoma y para resolverlo tendrán que viajar (metafóricamente) al pasado.
No voy a contar mucho mas del argumento (porque parece un secreto de estado, cosa que no entiendo tampoco porque no estropea nada) aunque a partir de ese momento nos encontramos con una trama exagerada y un poco absurda que no deja títere con cabeza ni exime a nadie ni nada de su punto de vista crítico. Quizás a él no le interese el dinero, no le gusten los reality shows, no se deje llevar por los medios de comunicación ni de vez en cuando disfrute del morbo. Porque todo, todo lo que existe en la sociedad actual parece que le repugna (menos que se vendan sus libros parece ser). Y creedme no soy tan crítica como él en este libro. Críticas no suficientemente argumentadas ni al hilo de nada porque son tan dispares que aún además de lo citada a lo que va contra el ecologismo, contra los derechos de los trabajadores o contra las evidencias del sistema sanitario o educativo.
Críticas metidas con calzador que dan ya tufillo a moralina barata. A un discurso tan utópico como repetido. No se si conocen el dicho "Hagan lo que yo digo pero no lo que yo hago". Pues eso...
Esta frase la digo porque todo eso intenta volcarlo en un argumento que es un sentido. Que leía con una mezcla de curiosidad e incredulidad hasta llegar al final en que me he sentido engañada. Paradojicamente, el autor que tanto crítica el sensacionalismo, el impacto social y la mentira cae en todo ello con su golpe efectista al final del libro. Es cierto que es buen golpe: sorprende y da sentido. Pero a costa de estafar al lector.
Por lo demás creo que en cuanto a narración y estilo es uno de los libros más flojos que ha escrito el autor. Una prosa demasiado funcional y sencilla, muy liviana eso sí, fácil de leer, pero redundante en ideas que tiene un ritmo dinámico.
A estas alturas creo que sobra decir que no es que el libro no me haya gustado o no, que tampoco lo iba haciendo mucho hasta el final. Pero al llegar al desenlace me he sentido engañada y he sentido que el autor jugaba conmigo. Aquí termina mi relación con este autor.