He de reconocer que antes de que el sello editorial
Hermida reeditara esta obra no había escuchado nada sobre ella y tampoco
conocía a su autor, que parece ser uno de los escritores franceses más
originales y prolíficos del siglo XX. No sé exactamente qué fue lo que me
atrajo de La alegría de la vida, pero sí que me apetecía un cambio de aires en
cuestiones literarias.
La historia es la de un soldado francés llamado Valentín
Brû que tras cinco años en el ejército decide salir de allí. El joven, de veinticinco
años, no tiene muchas ambiciones en la vida ni grandes ideas que proyectar en
su futuro así que cuando le brindan la ocasión de casarse no duda un segundo. Es
la solución que necesita en su vida. Su futura esposa será una solterona dueña
de una mercería que hace tiempo anda enamorada de él a pesar de la gran
diferencia de edad. Julia casi le dobla la edad.
Entre Chantal, la hermana de Julia quien está casada con
Paul, y el sargento Bourrelier lo arreglaran todo. Y a partir de aquí comienza
la aventura vital de Valentín. Sé que en la sinopsis oficial se desvelan más
datos pero yo creo que no debéis saber mucho más de lo que aquí os cuento.
Os decía antes que mi premisa a la hora de elegir esta
lectura fue un cambio de aires y así ha sido. Sabéis que no soy una lectora que
se acerque mucho al género humorístico, pero he disfrutado mucho con esta
novela. No soy de aquellas personas que ríen por fuera a carcajadas, pero si me
regocijo y sonrío por dentro.
Y esta es una novela que hace gala de un sentido del
humor fino, ácido e irónica. Una novela que resulta muy divertida por las
situaciones y vivencias de su protagonista además narrada con cierto
histrionismo. Valentín Brû se convierte en un personaje muy peculiar y su
futuro es esperpéntico. Es lo mínimo que se puede decir de todo lo que va
ocurriendo.
Sin embargo y es algo que también tengo que destacar es
que la novela fue publicada en 1952 (aunque no llegó a nuestro país hasta 1984)
y está ambientada en Francia en el periodo de entreguerras. Aunque la
ambientación está muy lograda y fijada en esa época se percibe que Raymond Queneau
tenía una mente moderna y de pensamiento crítico. Supo encontrar ese positivismo
y esas ganas de vivir de la época a pesar de todo, que quedarse con la parte
buena de lo que la vida ofrece. No en vano medio mundo se recuperaba de una
guerra y lo principal era vivir el momento.
Los personajes están hechos para disfrutar de su
simplicidad. Tenemos a Julia, picarona y con ganas de disfrutar, su hermana
Chantal, “el pibón”, Paul, el cuñado funcionario, serio y en contra del
matrimonio, y por supuesto Brû, hombre sin aspiraciones pero también sin
vicios.
La narración se sucede de forma ágil y dinámica por el
ritmo al que transcurre la historia y por los frecuentes e hilarantes diálogos que
la salpican, muy coloquiales y con alguna que otra palabra malsonante. Su
estilo es sencillo y muy directo. Dicen que es la obra más accesible del autor
para la generalidad de los lectores.
Por cierto, también hay una adaptación al cine de 1967.