Título: ¡Absalón,
Absalón!
Autor: William
Faulkner
Publicación:
Navona, mayo de 2018
Páginas: 586
“El método no es
absolutamente original, pero Faulkner le infunde una intensidad que es casi
intolerable. Una infinita descomposición, una infinita y negra carnalidad hay
en este libro de Faulkner. El teatro es el estado de Mississippi: los héroes,
los hombres desintegrados por la envidia, por el alcohol, por la soledad, por
las erosiones del odio. ¡Absalón, Absalón! es comparable a El ruido y la
furia. No se me ocurre
un elogio mayor.” JORGE LUIS BORGES
“La noche del 31 de
enero de 1936 William Faulkner fechó la última página del manuscrito de ¡Absalón, Absalón!, en
su casa de Rowan Oak, en Oxford, Mississippi. No hay testimonios sobre su estado
de ánimo en ese momento, pero no nos cuesta nada imaginar la extenuación y la
felicidad, el repentino vacío, el estupor incrédulo de haber terminado. Vería
las páginas, el escritorio, la habitación en la que se había quedado trabajando
hasta tarde, tras una niebla de ligero mareo, de humo de tabaco y alcohol.
Tenía menos de cuarenta años y estaba aposentado en el centro de su vida y en
la cima de su talento.” ANTONIO MUÑOZ MOLINA
Mis impresiones
Cuando leí El
ruido y la furia sabía que Faulkner iba a ser todo un reto como finalmente
resultó ser. Incluso la reseña representó todo un reto. Este autor no es
sencillo ni fácil pero adentrarse en su mundo es un esfuerzo que tiene
recompensa. Con la misma sensación o temor incluso me acerque a ¡Absalón, Absalón!, que publicado
originalmente en 1936 y recuperado ahora por Navona dentro de su colección Ineludibles. El título tiene referencias
bíblicas siendo Absalón, uno de los tres hijos del rey David, cuya historia
tienen cierto paralelismo con la presente.
“Desde
poco después de las dos de la tarde y hasta casi la puesta de sol de aquella
larga, aquietada, calurosa y cansina tarde de septiembre, estuvieron sentados
en lo que la señorita Coldfield seguía llamando el despacho porque así lo había
llamado su padre, una estancia mal iluminada, calurosa, sin ventilación, con
las persianas cerradas, afianzadas desde cuarenta y tres veranos antes, porque
cuando era niña alguien supuso y le hizo creer que la luz y el aire en
movimiento esparcían el calor, y que la penumbra siempre era más fresca...”
La historia comienza
con la reunión de Rosa Coldfield y un joven llamado Quintín Compson en una pequeña
ciudad llamada Jefferson. Pronto el joven se marchará a la universidad y se ha
recorrido las doce millas que le separan ambas casas sin saber muy bien qué
objetivo tiene esa visita a la que ha sido requerido. Pronto las palabras empiezan
a fluir y la señorita Coldfield comenzará a contar la historia de su propia
familia desde el momento en que comenzó su destrucción con la llegada de un
forastero.
La acción se desarrolla
en el ficticio condado de Yoknapatawpha, en el sur de Missisipi. Allí fue a
parar un jinete llamado Thomas Sutpen con un tropel de negros salvajes y un
arquitecto francés maniatado. Nadie sabe cómo logró comprar una hacienda de
cien millas cuadradas, el Ciento de Sutpen, y casarse con Elena Coldfield a
pesar de la desconfianza y oposición de todo el pueblo. Este es el principio de
una historia que ya intuimos con final trágico. Porque en la historia de esta
familia habrá muertes, desolación, soledad, actos inmorales, viudas que nunca
han llegado a casarse, hijos que reniegan de sus padres, verdades que no se
quieren aceptar, de muertos a quien nadie ha llorado, promesas incumplidas, venganza,
incesto y otra serie de acontecimientos que dan oscuridad a la novela.
Como veis en ¡Absalón, Absalón! se tocan muchos
temas. Aunque es una historia de dolor y venganza sobre todo también hay uno en
particular que me parece interesante mencionar y es la esclavitud de los negros
a principios y mediados el siglo XIX en el estado del sur de Estados Unidos. La
forma de verlos, tratarlos y considerarlos. Podríamos decir que esta es una
saga familiar pero diferente a cualquier novela del género que uno haya leído
con anterioridad. Es una novela potente, complicada, que hay que ir descifrando
poco a poco.
Thomas Sutpen, al
que con asiduidad se refieren como “el demonio” es uno de esos personajes que
irradian fuerza e representan todo un misterio para el lector hasta que poco a
poco se va desvelando su vida. Un hombre que aparece de la nada, con una carga
de negros, y que establece una plantación y logra formar una familia con Elena
y sus dos hijos Ernesto y Juidtih. Sin embargo nunca logrará conseguir su objetivo.
Su historia comienza a ser relatada a principios del siglo XX por Rosa
Coldfield, que fue su cuñada y casi llega a ser su esposa, a un joven llamado
Quintín, en el que recaerá la memoria histórica, pero se remonta al año 1833
con los albores de la Guerra de Secesión como telón de fondo. Le ha llamado
porque el abuelo de este joven fue de los pocos que tuvo acceso o cierta amistad
con Supten y que puede dar testimonio o tener más información. Quintín a la vez
narra a Sherve, su compañero en la universidad.
La técnica
narrativa usada por Faulkner en esta novela es bastante compleja. Son varios
narradores los que nos dan a conocer la historia, pero no son simplemente voces
que relatan lo sucedido porque la mayoría de ellos tienen algo que ver en la
historia y sus opiniones están muy presentes. Nadie parece conocer o tener la
certeza de lo que realmente ocurrió y es por ello la necesidad de que estos
cuatro narradores aporten su versión y que el lector pueda conocerla. A menudo
los testimonios de unos y otros caen en contradicciones o información desigual.
Lo cual nos da a entender que una historia puede tener tantas versiones como
narradores la hagan suya.
El tratamiento del
contexto temporal resutla muy curioso y complejo a la vez. La novela no está
narrada de forma lineal, sino que apreciamos un uso del tiempo de forma
elíptica siempre haciendo referencia al pasado y yendo y viendo el tiempo
contando acontecimientos como si se tratara de forma aleatoria. Y a pesar de
todo hay cierto orden narrativo. Y Precisamente es esa vuelta a los mismos
acontecimientos varias veces, esa continua repetición, lo que permite al lector
hilvanar la historia. No se siente como un lastre la vuelta una y otra vez a lo
mismo sino como un alivio.
Al igual que esa estructura
no es sencilla tampoco es su prosa. Frases largas, elaboradas, con un estilo
denso y un lenguaje que se aleja de todo simplicidad con la frecuente
utilización de recursos y figuras literarios. Por todo ello no es una novela
para leer a la ligera sino que requiere máxima atención y concentración.
Concusión
Creo que ¡Absalón, Absalón! no es una lectura que
se pueda recomendar abiertamente a cualquier lector. En mi opinión requiere ganas,
destreza lectora e interés por acceder a un tipo de literatura elaborada, densa
y compleja. Si bien todo esto hace que sea una novela grande. De las pocas que
te reportan una gran satisfacción y la sensación de haber leído una gran obra.