Título: Jardín de
invierno
Autpra: Kristin Hannah
Publicación: Debolsillo,
febero de 2017
Páginas: 457
Una
madre. Dos hijas.
Un
secreto que cambiará sus vidas para siempre.
URSS,
1941. Leningrado es una ciudad sitiada, aislada de toda posibilidad de ayuda
por la guerra y la nieve que entierra los edificios con su blancura. Pero en
Leningrado también hay mujeres sumidas en la desesperación, capaces de
cualquier cosa para salvar a sus hijos y a sí mismas de un final trágico.
Estados
Unidos, 2000. La pérdida y los años han causado estragos en Anya Whitson.
Finalmente ha conseguido contactar con sus hijas, Nina y Meredith. Y con una
voz vacilante e insegura, empieza a entretejer la historia de una bella y joven
rusa que vivió en Leningrado hace mucho tiempo...
En
una cruzada en busca de la verdad oculta tras la historia, las dos hermanas se
enfrentarán a un secreto que hará tambalear los cimientos de su familia y
cambiará para siempre la imagen de quiénes creían ser.
Mis
impresiones
De Kristin Hannah ya he leído con anterioridad El
ruiseñor y El baile de las luciérnagas. Dos novelas que me gustaron
mucho por la emotividad que había en ellas a pesar de contar dos historias muy
diferentes. Por esta razón quise leer Jardín de invierno, que me ha
parecido más cercana a la primera por trama.
“En las riberas de poderoso
río Columbia, en esta estación en la que todo está cubierto de hielo y se
vuelve visible hasta el más leve alieno, la huerta que llamaban Belye Nochi
estaba en silencio. Los manzanos durmientes, con las raíces robustas enroscadas
en lo profundo del suelo frío, fértil, llegaban hasta más allá del donde
alcanzaba la vista. A medida que la temperatura se desplomaba y que la tierra y
el cielo perdían el color, el paisaje blanqueado causaba una especie de ceguera
de invierno: un día se volvía indistinguible del siguiente. Todo se congelaba,
se tornaba frágil”
La historia comienza con un prólogo fechado en 1972
en el que vemos el momento justo en el que se rompe la relación definitivamente
de Anya con dos sus hijas Meredith y Nina. Aprovechando la fiesta de Navidad
las niñas han decidido escenificar uno de esos cuentos que su madre les relata
cada noche antes de irse a dormir pero en el que nunca llega hasta el final.
Sin embargo lo que era un regalo para sorprender a una madre fría y arisca
termina por resquebrajar su frágil relación de forma que las pequeñas
encuentran la forma de convivir sin esperar nada de ella.
Algunos años después, en el año 2000, Meredith
trabaja llevando la empresa frutícola familiar y Nina es una fotógrafa que
viaja por el mundo buscando la imagen perfecta. Antes de morir su padre este
les hace prometer que harán lo posible por acercarse a su madre y conocer su
pasado. Ese del que nunca quiere hablar y la razón por la que se ha convertido
en una mujer lejana e inaccesible. De esta forma la autora nos traslada a
Leningrado en 1941. Una ciudad aislada por la Guerra y la nieve en la que sus
habitantes viven en la más absoluta desesperación…
Jardín
de invierno es una saga familiar conmovedora en la que no solo
nos habla del pasado traumático de una mujer sino que además nos habla de una
relación complicada entre madre e hija. ¿Qué puede llevar a una madre a
comportarse de forma tan arisca con sus hijas? La respuesta nos llevará por el
más absoluto horror y resulta sobrecogedora.
Si hay algo en lo que se esmera Kristin Hannah a la
hora de construir historias es en la elaboración de sus personajes. En todas
sus novelas son capaces de traspasar el papel y presentarse al lector como si
fueran de carne y hueso. Además sus relaciones se exploran con muchísima profundidad.
Algo que también ocurre en Jardín de invierno. Meredith y Nina son dos
hermanas muy diferentes. La primera es una mujer practica y prudente que se ha
quedado al lado de sus padres trabajando en el negocio familiar mientras su
aventurera hermana ha viajado por todo el mundo con su cámara buscando esa
imagen que refleje la realidad de los más desgraciados. Aquellos que sobreviven
entre guerras, catástrofes naturales y hambrunas. Meredith no pasa por uno de sus mejores
momentos porque su matrimonio hace aguas.
Con la muerte de Evan, padre de ambas, se quedan a
la deriva. Él siempre les dio todo lo que necesitaban siendo su apoyo
principal. Incluso Anya, su madre, parece haber perdió la cabeza y hace y dice
cosas extrañas. Pero también encuentran el momento de acercarse a una madre
fría y distante que nunca les ha dado cariño. Y que ellas hace ya tiempo que
dejaron de esperarlo. Sin embargo Anya tiene una historia muy dura a sus
espaldas que nunca ha querido contar. Cada invierno la depresión se apodera de
ella por los recuerdos que le trae. A parte de descubrir los orígenes de su
madre también las dos hermanas tendrán la ocasión de acercarse la una a la otra
y conocerse realmente ya que algo hasta ahora las tenía distanciadas.
La novela tiene una estructura lineal que se
desarrolla en Estados Unidos en el año 2000 en la que vemos ese intento de acercamiento
entre una madre y sus dos hijas. Nos va narrando cómo evoluciona esa relación y
como son sus vidas. Intercalados hay muchos fragmentos que van a construir la
historia del pasado. La que nos lleva a conocer a la pequeña Vera en Rusia en
los años cuarenta. Una historia muy dura que se nos cuenta en forma de cuento
infantil. Me ha gustado este recurso porque aunque ciertas palabras se
sustituyen (por aquellas propias de un ceunto de hadas) la historia es
perfectamente reconocible.
Y estas hacen referencia a Leningrado en 1941
cuando Rusia estaba sitiada debido a la guerra. Veremos cómo se vivió allí pero
también la crueldad del régimen Estalinista que dejó miedo, muerte y horror. Sin
embargo antes viviremos la Gran Purga del gobierno que encerró a muchísimas personas
en los gulags y otras muchas fueron ejecutadas. Las temperaturas extremas
también fue otra de las dificultades que junto al hambre y la enfermedad
tuvieron que soportar.
Tal y como sucede en sus novelas la trama sucede
con tranquilidad, prestando especial atención a los detalles y profundizando en
sus personajes. Su estilo es sencillo y cuidado y la narración transcurre con cambios
de una tercera persona (para la parte más actual) a una voz en primera persona.
A mí me parece muy agradable y envolvente la forma en que esta autora te cuenta
sus historias.
Conclusión
Jardín
de invierno es una historia que me ha emocionado mucho. Una novela
para leer con tranquilidad, que tiene un maravilloso dibujo de sus personajes y
de las relaciones humanas.