martes, 23 de junio de 2015

La vida de las paredes - Sara Morante



Título: La vida de las paredes
Autora: Sara Morante
Publicación: Lumen, mayo de 2015
Páginas: 160


La vida de las paredes es la historia de un caserón de principios de siglo XX y de sus habitantes, una peculiar comunidad de vecinos que comparten sus vidas en torno a una escalera.

Sara Morante dibuja retratos de tinte surrealista enmarcados en un realismo casi costumbrista a través de un diálogo muy potente entre texto e imagen. Escenas muy visuales, un tanto oníricas, que se engarzan para crear una historia común: fotografías o cuadros que hablan durante la noche y se deslizan de un marco a otro, gárgolas perversas que cobran vida, una joven famélica desplumando a un jilguero para comerse hasta los huesos, una mujer que envuelve a su feto entre el hule sucio y paños de cocina...

Las paredes tienen vida y Sara Morante sabe poner palabras y color a un mundo insólito en este libro que incluye más de treinta ilustraciones. La vida de las paredes muestra el talento de la gran ilustradora en su máxima expresión.

Mis impresiones

Cuántos secretos nos podrían contar las paredes si tuvieran la capacidad de hablar porque ellas esconden nuestras vidas de los ojos de los demás. En el interior de nuestros hogares es donde nos desnudamos por completo, nos despojamos de artificios y nos comportamos realmente como somos sin trucos ni aderezos. Sin miedo a qué nos miren, nos juzguen o simplemente sin vernos obligados a tener que dar alguna explicación.

Sobre esta premisa construye Sara Morante (muy conocida en el mundo editorial por las ilustraciones que ha llevado a cabo de diversas obras) su historia con una obra de carácter excepcional en la aporta su propio texto por primera vez. La vida de las paredes es un precioso libro ilustrado al que estas imágenes convierten en una obra muy especial. Solo hay que introducirse en ella para saberlo. Y yo que llevaba media vida afirmando que no me llamaban la atención las novelas ilustradas he sucumbido por completo al poder de las imágenes.

La historia nos sitúa en el número dieciséis de la calle Argumosa. En donde ahora se asienta un gran banco y una cafetería hubo una vez, a principios del siglo XX, un majestuoso caserón custodiado por cuatro gárgolas y adornado por una gran vidriera. Si miramos en su interior nos encontraremos con una comunidad de vecinos que comparten pequeños retazos de su vida.

El primer piso al completo es ocupado por Berta Noriega, la propietaria del edificio, y descendiente de una familia venida a menos. Es dueña y celosa de su intimidad. No comparte su espacio con nadie, no tiene animales de compañía y nunca llegó a interesarse por los hombres o desear el matrimonio. La única pasión en su vida es la música. En el segundo piso encontramos un piso vacío que se alquila desde que su anterior inquilina murió. En el otro lado viven los López, un matrimonio en el que cada uno da la espalda a otro mientras que su hijo de once años a descubierto la historia de este distanciamiento.

En el tercero vive Fernando Ruballo que está a punto de abrir un establecimiento de lujo para vender entre otras cosas los paraguas que él mismo fabrica de forma manual. Su vicio secreto es espiar a María, la otra vecina del tercero. Es un joven humilde que se gana la vida bordando. Un trabajo que apenas le da de comer y cuando el hambre aprieta busca la compañía puntual de algún hombre. En el ático hace tiempo vivía un artista con la musa que inspiraba sus cuadros pero hace tiempo que la dejó allí abandonada. La joven vive a la espera de que vuelva, presa de la tristeza por la soledad y por el recuerdo de su malograda carrera como equilibrista en el circo.

La portería está ocupada por Carmen y Emilio que viven amargamente desde que perdieran a su hijo y con él se fuera su único motivo para sonreír. Mientras Carmen lo ha aceptado con tristeza, Emilio centra su atención en una obsesión. Coronando el edificio se encuentran las cuatro gárgolas que lo presencian todo muy atentas. En mi opinión estas figuras de piedra pueden representan la consciencia de sus personajes.

Y así nos asomamos a la vida de estos vecinos durante los cinco días (de lunes a viernes) es que desarrolla la historia. Cinco días en los que descubriéremos que tras las apariencias cada uno esconde sus propios secretos. Me gusta mucho la premisa de la parte Sara Morante. Antes de que comience la historia propiamente dicha nos presenta a los personajes pero lo hace desde el punto de vista ajeno hablándonos de la imagen que proyectan al exterior. Luego capitulo a capitulo va bien desmontando esa primera impresión y dándonos a conocer quiénes son realmente. Cada uno de ellos tiene una vida muy diferente a los demás con sus propios avatares, sus luchas y miserias.

En La vida de las paredes nos vamos a encontrar historias de amor prohibido, de superación y supervivencia, de locura y desesperación, de perdida y abandono. La mayoría de sus personajes tiene una vida complicada y repleta de sinsabores pero sin duda lo que comparten todos ellos es la soledad que les acompaña. Sus vidas se van entrecruzando pero sin traspasar unos límites muy medidos. Algunos personajes tienen más protagonismo que otros en la historia pero sin duda todos resultan interesantes.

Hay cierta tristeza en las historias de cada uno de ellos a pesar de que la autora le infunde un tono bastante aséptico. Tampoco ella los juzga ni a sus acciones, no los convierte en buenos ni malos y gracias a ello es el lector quien decide. El desenlace de la novela transcurre justo como ocurre en la vida real, en la que no podemos poner un punto final claro. No hay un hecho que se perpetué para siempre sino que las circunstancias van cambiando de forma constante y nosotros evolucionando hacia un camino u otro.

Y por supuesto no puedo cerrar esta reseña sin hacer mención a la maravillosa edición con la que Lumen la presenta. A pesar de que este sello nos tiene acostumbrados a libros de calidad en esta ocasión las ilustraciones de Sara Morante hacen que sea un verdadero placer tener esta obra entre las manos. Las imágenes son muy sugestivas y evocadoras de forma que transmiten toda la intensidad de la historia. Además contribuyen a ambientar y contextualizar la acción. Por un lado cierto aire vintage acode con la época en que se desarrolla (los papeles pintados con motivos florales, la estética de los personajes) y por otro porque nos transmite toda esa melancolía de los protagonistas a través de sus expresiones.

Conclusión

La vida de las paredes en una obra con la que cualquier lector disfrutará por la sencillez de su historia, llena de sutilezas y con las maravillosas ilustraciones con las que su autora la completa.