Este libro recoge en
clave de humor las 101 inolvidables frases que su autora, Amaya Ascunce, junto
a otros tantos niños de su generación escucharon constantemente en bocas de sus
madres.
Se trata de consejos,
advertencias incluso refranes con los que las madres marcaron las vidas de sus
hijos y que estos juraron que no volverían a repetir. Pero también cuenta con
la opinión de algunos expertos y la aportación de algunos lectores que se
vieron identificadas con ellas.
Quién no ha escuchado
alguna vez frases como «Te voy a lavar la boca con jabón», «Retírate el pelo de
la cara, que estas más guapa», «Te voy a dar razón para que llores de verdad» o «¿Pero tú te crees que soy la dueña del
Banco de España?.
Mi experiencia con la
novela
Quién de nosotros no ha
escuchado en su infancia frases lapidarias como «Cuando seas madre comerás
huevo», «Como tenga que ir yo…» o «Porque lo digo yo y punto». Y es que estas
frases pronunciadas por nuestra madre en momentos claves eran capaces de
disparar nuestro sentimiento de angustia, despertar nuestro instinto contra una
amenaza o simplemente hacer que se nos pusieran los pelos de punta.
Toda una generación de
niños vivimos con el chándal de táctel (que incluso cuando se rompía seguíamos
llevando con pegatinas adheridas con la plancha), usábamos la ropa heredada de
primos o hermanos mayores que nos quedaban dos tallas grandes, esperábamos dos horas antes de meternos en la
piscina para hacer la digestión, vivíamos con la incertidumbre de que si nos
regalaban caramelos estarían impregnados con drogas o con el temor de que si te
caías encima te iban a pegar.
Amaya Ascuence, la
autora de esta novela, también fue una de esas niñas que recibió diversos
consejos de su madre. Incluso a día de hoy, con 33 años y a 400 kilómetros de
distancia su madre sigue recordándole que cierre la puerta al salir o apague
los fuegos.
Una tarde después de
tener una conversación telefónica con ella a Amaya se le ocurrió escribir todos
los consejos maternos en un papel y se
dio cuenta de que tenía historias para rato. Así nació el blog http://www.comonoserunadramamama.com, el paso previo que le conduciría a publicar
su propio libro después de que la editorial Planeta se interesara en sus
historias.
Amaya se ha convertido
en una de las blogueras más conocidas de nuestro país. En su primer año tras la
pantalla del ordenador recibió 145.000 visitas con lo que se dio cuenta que sus
recuerdos infantiles eran muy comunes entre sus lectores y, ella que estaba
convencida de que su madre era única en el mundo, vio que los consejos se
repetían en muchas familias españolas.
En “Cómo no ser una
drama mamá” podemos encontrar los 101 consejos, advertencias o casi amenazas
que le daba su madre y que a día de hoy sigue utilizando aunque en menor medida.
Nos relata cuales eran esos momentos en que su madre le soltaba esas perlas
junto a algunas de las anécdotas o situaciones que los propiciaban.
Pero también explora
que consecuencias han tenido estos en su vida, así Amaya intenta tomarse el
zumo rápidamente para que no se le vayan las vitaminas, ha aprendido que los
interruptores también se limpian y siempre sale de casa bien surtida por lo que
pudiera pasar.
Después de hacernos
participes de cómo han influido estos consejos en la persona en la que se ha
convertido, intenta encontrar la forma de cómo no convertirse en una futura
drama mamá sopesando las ventajas e inconvenientes de estos consejos y su posible
utilización futura. Sobre muchos de ellos no encontrará ninguna excusa o
excepción que permita su utilización pero algunos de ellos pueden resultar
provechosos.
Juramos que nunca
seremos como nuestros padres, nos creemos mucho más modernos pero el daño ya
está hecho y las frases están fuertemente arraigadas en nuestro subconsciente
tanto que conllevan el peligro de ser arrojadas a nuestros hijos en cualquier
momento. Porque algunos de esos niños inevitablemente harán del drama su forma
de vida.
En este libro también
cabe la opinión de dos expertos en la materia. El conocido psicólogo Javier
Urra al que vemos frecuentemente en televisión y Rocío Ramos, la supernanny de la tele que
ofrecen su punto de vista acerca de la utilidad de estos consejos en la
educación de los niños. Algunos tienen una buena explicación y de uso se puede
adquirir un buen provecho, otros en cambio son erróneos.
Por último y para
completar el relato se incluyen algunos de los comentarios que los lectores anónimos
del blog dejaban en cada entrada y que contaban la propia versión de sus padres
o su experiencia sobre los mismos.
Pero ¿Qué son
exactamente las drama mamás? Son esas mujeres que ponen realmente todo su
esmero en conseguir que de sus hijos “alguien de provecho”, que no se cansan de
cuidar y que siempre tienen una frase, consejo o chascarrillo para todo pero
que en fondo intentan avisar de todos esos miedos a los que se enfrentan y
evitar que sus hijos caigan en ciertas situaciones. Son madres que remeten con ahínco
a sus hijas la camiseta por debajo de las bragas, que les ponen pilas de ropa
encima para dormir, que son capaces de evitar los cortes de digestión, que
advierten sobre el peligro de las drogas en la coca-cola o que son capaces de
levantarte bien temprano un domingo por la mañana porque “si vales para
trasnochar también para madrugar”.
Los protagonista del
libro es “La Nena”, que es el nombre con el que conocimos a la autora antes de
que pudiéramos ponerle una cara. Amaya
fue una niña ocurrente, revoltosa, contestona, nerviosa y mala comedora, una personalidad que sin duda
aumentó el dramatismo maternal. Por supuesto la otra gran protagonista es su
“drama mamá” de la que Amaya dice que “En realidad es una mujer muy culta,
trabajadora, muy cariñosa y con mucho sentido del humor”. En un segundo plano y
con poca participación están su “no drama papá” con las ideas mucho más claras
que su madre y su hermana que tenía un carácter mucho más tranquilo.
De forma muy sencilla y
amena, el libro nos narra estos consejos en forma 101 capítulos, cada uno
correspondiente a un consejo. “La nena” asegura que el 95% de estos consejos
son reales (aunque estén un poco exagerados) y los escuchó a su madre aunque
alguno parece ser propio de su abuela que siempre limpiaba la casa antes de que
acudiera la chica, no fuera a pensar mal.
Tengo que reconocer que
he pasado muy buenos momentos con este libro, sobre todo en aquellos capítulos en los que me veía
reflejada. La mía también es una “drama mamá” que me recuerda cientos de veces
las cosas y que nunca se cansa de opinar sobre mis asuntos.
Para mí los mejores
consejos son aquellos con los que me he visto identificada y que más de una vez
he escuchado. Otros simplemente no los conocía como “Elegir entre culo y cara”
que viene a decir que cuando se adelgaza, el culo mejora pero va en detrimento
de la cara que no goza de su mejor aspecto.
Leyendo el libro me ha
venido a la mente una ocasión en la que estando en una piscina pública había
una señora que veía como su hijo disfrutaba en el agua. El muchacho seguramente
era poco temeroso y la madre cada vez se angustiaba mas hasta que va y le
suelta “Como te ahogues, te mato”. Esta frase se ha convertido en todo un mito en
mi vida y frecuentemente mi marido y yo la recordamos y a pesar de que hace
bastantes años que sucedió aquello nos sigue divirtiendo.
Pero aparte de las
bromas y el marcado carácter humorístico del libro en él podremos encontrar una
forma de criar y educar a los hijos de toda una generación, de un estilo de
vida en el cual todavía quedaba mucho por hacer y descubrir. Donde algunas
creencias estaban fuertemente arraigadas en las madres y la información no
estaba al alcance de todo el mundo.
Conclusión
“Cómo no ser una drama
mamá” me parece un libro muy entretenido para recordar algunos fragmentos de
nuestra infancia. Para leerlo a ratitos y divertirse con él.