Título: El viento en la cara
Autora: Saphia Azzeddine
Publicación: Grijalbo, septiembre de 2017
Páginas: 251
Bilqiss, una joven viuda musulmana, se enfrenta
a un juicio por haberse atrevido a ocupar el lugar del muecín a la hora del
rezo. Sabe que, más allá de ese crimen, la acusación real es simplemente la de
ser mujer y no querer someterse a unas reglas que los fundamentalistas aplican
en el nombre de Alá.
Pero Bilqiss no está sola. Hasta el país se ha
desplazado una periodista norteamericana, sensibilizada por la noticia, que
hará cuanto esté en su mano para difundir su causa por todo el mundo. Y el
propio juez del caso, alguien que conoce bien a la acusada, se debate entre la
obediencia ciega a la ley y la admiración por una moderna Scherezade capaz de seducirlo
con su discurso rebelde.
Los relatos de estos tres personajes irán
tejiendo un retrato fiel y conmovedor del proceso contra una heroína dispuesta
a luchar hasta el final por su vida y su libertad. Alguien que alza la voz
porque es consciente de que su absolución sería algo más que una victoria
personal. Para ella y para muchas mujeres de su país significaría una llama de
esperanza en estos tiempos oscuros.
Mis impresiones
Saphia Azzeddine es
una autora de origen marroquí que se instaló con sus padres en Francia. Ha
estudiado sociología y esta es su sexta novela. En ella pone de manifiesto su
oposición al integrismo islámico. La sinopsis de El viento en la cara me llamó muchísimo la atención y su lectura me
ha sorprendido gratamente. Porque es de esas novelas en la que esperaba
encontrar algo más que una historia y lo ha cumplido con creces.
“A
diferencia de ustedes, yo no hablaré en Su nombre. Aun así tengo una intuición.
Ustedes adoran a Dios, pero Él los detesta”
Con esta frase
conocemos a Bilqiss, una mujer que está siendo juzgada por incumplir la ley
musulmana. Su delito fue recitar al Adhan –la llamada a la oración- emulando al
muecín estando este acto está prohibido para las mujeres. Por esto y por no
seguir a rajatabla las normas de los fanáticos religiosos todo el mundo espera
que muera lapidada.
También es la
historia del juez que tiene que dictaminar la sentencia contra esa mujer. La
conoce desde hace tiempo y se debate entre sus propias emociones, la atracción
que siente hacia ella y lo que la comunidad espera de él, que ejecute un
castigo ejemplar.
Un tercer puntal de
la novela es Leandra, una periodista norteamericana que conmovida y atraída por
el caso desea cubrirlo y mostrarlo a la sociedad. Quizás ella pueda hacer algo
por Bilqiss, quizás denunciándolo ante el mundo se pueda hacer fuerza.
El viento en la cara ha sido una novela que he disfrutado mucho.
Por un lado, nos presenta un tema muy delicado y complicado como es el
fanatismo musulmán (que es algo inherente a todas las demás religiones, aunque
sea en diferentes épocas y manifestaciones) y lo hace con mucha inteligencia. Crea
un lado emocional y por otro evalúa el tema desde varios puntos de vista
realizando una crítica más global que no solo se ciñe al tema de la violencia y
la situación de las mujeres en países con esta doctrina.
Es una historia dura,
la de una mujer a la que quieren ver muerta. Desde nuestro punto de vista, el
del pensamiento occidental, su delito no es grave. Pero desde el otro lado es
castigado con la muerte. Bilqiss además es una mujer con pensamiento propio,
que se atreve a cuestionar las reglas del mundo en el que vive, que condena las
practicas violentas que se aplican a la religión en la que cree. Bilqiss es una
mujer inteligente que supone un peligro y que hace que muchos hombres se
sientan amenazados. Una mujer a quien con trece años casaron por obligación con
un hombre mayor como sucede a miles de niñas en el mundo.
Otro personaje es
el juez del caso. Sabe que su obligación es dictarla culpable porque la
comunidad lo pide. Sin embargo, él se acerca a la mujer, entabla conversación
con ella y se siente cautivado por sus ideas. Este personaje representa la
duda, el dilema moral. Porque en el fondo siente que ella tiene razón. De hecho,
muchos de los personajes en privado relajan las normas del Corán o las
interpretan a su manera. La historia de su matrimonio refleja claramente cómo
se siente la mujer es ese entorno en el que el hombre es quien manda.
El otro punto de vista
es representado por Leandra, un periodista Norteamérica que llega dispuesta a
cambiarlo todo, cree que podrá salvar a Bilqiss. Llega con ideas preconcebidas
pero su relación con una familia musulmana le hará comprender que no todos
ellos son terroristas y comienza a comprender como se vive allí. Ella es una
mujer moderna, que vive con todos los derechos y libertades y además procede de
una familia bien acomodada.
A través de estos y
los diferentes secundarios toca el tema por ejemplo del burka o velo, el hecho
de que una mujer no pueda tener en casa ciertos objetos, el que no pueda hacer
ciertas cosas porque el pecado está en ella, porque ella provoca al hombre. Pero
¿no será el hombre quien asimila todo esto a cuestiones indecorosas? ¿No será
él quien interprete el Corán de una forma demasiado radical? La autora también critica
como vemos el islamismo desde fuera y nuestra posición contra él. Tendemos a
rechazarlo por lo negativo cuando quizás tengamos ideas preconcebidas que tengamos
que cambiar.
La novela tiene poca
extensión y es muy directa. Narrada con fluidez en pocos capítulos la autora es
capaz de desplegar varios temas y desarrollarlos de forma que el lector llegue
a ese mensaje que la autora quiere manifestar. Y es que ser musulmana no
implica cometer aberraciones, no implica que todos ellos piensen igual y que
expresen su fe de la misma manera.
Me ha parecido todo
un acierto ese cambio de voces y ese cruce de historias que van más allá de
contar una historia. Es un libro para reflexionar con un final bastante duro
que te deja turbada y emocionada.
Conclusión
Recomiendo la
lectura de El viento en la cara. Una novela
dura de la que se pueden extraer muchos pensamientos y reflexiones
interesantes. La autora nos da la cara y la cruz del islamismo. No es una
novela que gira entorno a esta religión sino a la relación que las personas
tienen con él.