Título: La habitación oscura
Autor: Isaac Rosa
Publicación: Seix Barral, septiembre
de 2013
Páginas: 252
Un
grupo de jóvenes decide construir una «habitación oscura»: un lugar cerrado
donde nunca entra la luz. Al principio la utilizan para experimentar nuevas
formas de relacionarse, para practicar sexo anónimo sin consecuencias, por una
mezcla de juego y transgresión. A medida que van enfrentándose a la madurez con
sus decisiones, desengaños y reveses, la oscuridad se convierte para ellos en
una forma de alivio.
Con el paso del tiempo, la incertidumbre social y la vulnerabilidad personal se instalan en sus vidas y la habitación oscura aparece entonces como un refugio. La realidad se va filtrando cada vez más al interior, mientras algunos piensan que no son tiempos de esconderse sino de contraatacar, aunque con sus decisiones pongan en riesgo al resto del grupo.
La habitación oscura es una exploración de las posibilidades literarias de la oscuridad pero también, una mirada generacional: un retrato de quienes crecieron confiados en la promesa de un futuro mejor que ahora ven alejarse. A través de las vidas de quienes a lo largo de quince años entran y salen de ella, vemos el duro despertar a la realidad de una generación que se siente estafada.
Con el paso del tiempo, la incertidumbre social y la vulnerabilidad personal se instalan en sus vidas y la habitación oscura aparece entonces como un refugio. La realidad se va filtrando cada vez más al interior, mientras algunos piensan que no son tiempos de esconderse sino de contraatacar, aunque con sus decisiones pongan en riesgo al resto del grupo.
La habitación oscura es una exploración de las posibilidades literarias de la oscuridad pero también, una mirada generacional: un retrato de quienes crecieron confiados en la promesa de un futuro mejor que ahora ven alejarse. A través de las vidas de quienes a lo largo de quince años entran y salen de ella, vemos el duro despertar a la realidad de una generación que se siente estafada.
Mi
experiencia con la novela
“No te quedes ahí. Vamos, entra, ya
estamos todos. Tras la cortina, la puerta: está abierta, solo tienes que empujarla,
mientras en tu espalda pesa la tela que se cierra dejando atrás la escasa luz
del pasillo. La puerta cede sin esfuerzo, y al avanzar un par de pasos sientes
que la oscuridad se ha solidificado en tu cara, áspera, pero no: es el segundo
cortinaje, que pende de una barra en semicírculo para no entorpecer el
recorrido de la puerta. Parece una exageración, dos cortinas, pero solo así
estamos seguros de que no se filtra ni una aguja de claridad cada vez que
alguien entra o sale de la habitación oscura”
Así comienza La habitación oscura, la última novela de Isaac Rosa que ha
conseguido hacerse muy visible dentro del panorama literario actual. Con un
planteamiento novedoso y un tema de actualidad –la crisis económica- no pretende realizar una crítica según mi opinión
pero si hacernos pensar en cómo hemos contribuido cada uno de nosotros a llegar
al punto en que nos encontramos.
La
habitación oscura me ha parecido una novela de muy interesante desarrollo y
resultado. Una de esas novelas que impactan al lector, por la crudeza de
algunos de sus momentos, por la realidad tangible que existe en ella. Una de
esas lecturas por la que no se puede pasar en balde independientemente de que
te guste más menos. A mí sinceramente me ha gustado sumergirme en su lectura.
La historia comienza in extremis cuando un grupo de personas permanecen
sentados en círculo en una habitación que permanece en total oscuridad. Algo está
a punto de ocurrir y en el silencio esperan que cualquier ruido indique que ha
comenzado.
Mientras se produce esta espera se nos
va narrando como quince años atrás un grupo de jóvenes decidió fundar una
habitación oscura. Se trata de un sótano con las ventanas completamente
cegadas, las paredes acolchadas e insonorizadas y libre de trastos donde tan
sólo se puede encontrar tres colchones alineados en una pared y un par de sofás
en otra. La idea surgió de forma casual cuando un apagón proporcionó uno de los
momentos más especiales de sus vidas en que rieron, disfrutaron y se desinhibieron
por completo. Al principio la utilizan como una nueva forma de relacionarse y
practicar relaciones sexuales sin ninguna consecuencia ni compromiso pero a
medida que fueron pasando los años y sus vidas evolucionaron la habitación se
va convirtiendo en algo más que un lugar para divertirse, se va transformando en
ese lugar que todos necesitamos alguna vez. Ese refugio donde encontrar
consuelo y tranquilidad o evasión.
Isaac Rosa aprovecha este argumento
para hacer una crónica social del paso de la despreocupada e ingenua juventud a
la realidad adulta pero además en un contexto difícil en que la crisis
económica va destruyendo poco a poco sus sueños, un momento en que los planes
se vienen abajo sin remedio. Cuando comienzan a frecuentar la habitación estos
jóvenes no tienen preocupaciones, se divierten, disfrutan y ríen. Poco a poco
irán madurando, asumiendo responsabilidades, trazando planes de futuro y
arriesgándose. Pero también irán
asumiendo desengaños, pequeños avisos que sin ser tomados en serio parecen ser
insignificantes baches en el camino para pocos años después descubrirse en un
laberinto sin salida. Hombres y mujeres que ante la bonanza económica se
creyeron “inmortales” y nunca pensaron que la situación podía cambiar. Es en
este momento cuando la habitación pasa a ser un lugar donde huir de los
problemas. De padres enfermos, de exparejas encabronadas, de agobios
económicos, de desahucios, de no encontrar empleo, de las discusiones de
pareja, del cansancio, del agobio, la soledad o el dolor. Un lugar donde no ver
ninguna cara y no ser visto, un lugar donde impera el silencio y se puede ser
uno mismo.
Pero además trata también sobre
aquellos que no se han quedado quietos
ante el abuso de poder. Que a lo mejor no han escogido el mejor para
camino para hacerse oír pero se niegan a pasar por el aro. Que a lo mejor
tampoco la forma es la correcta, que a lo mejor tienen que pagar por ello pero
encuentran una manera de reivindicar aquello que les corresponde por derecho.
Isaac Rosa hace gala de un estilo muy
depurado, enérgico, con cierto valor literario y rico en matices. Las frases
largas, complejas, las comas imprescindibles, los diálogos inexistentes hacen
de ella una lectura pausada. A pesar de transcurrir a un ritmo lento y algo
irregular transmite al lector una increíble tensión que además le hace
presentir que puede pasar cualquier cosa en cualquier momento. Sin duda,
existen en ella momentos de especial crudeza e intensidad, siempre tratadas con
realismo, que no pueden dejar indiferente al lector, que en muchas ocasiones
será capaz de verse reconocido en algunas de las muchas suposiciones que se
presentan. La novela se estructura en
ocho capítulos numerados insertando entre uno y otro siete capítulos llamados
REC, que no son más que unas grabaciones que observamos recogidas por una
webcam y que entenderemos su sentido a lo largo de la novela.
El narrador no puede ser otro que uno
de aquellos jóvenes que fundaron la habitación.
No conocemos su identidad, ni siquiera llegaremos a saber si es un
hombre o una mujer porque en muy pocas ocasiones predomina su yo individual
sobre el grupo. Su narración en primera del persona del plural no se acerca a
intimidades ni caracteres más allá de lo estrictamente necesario para que
entendamos la historia. Me ha resultado muy acertado este punto de vista ya que
gracias a sus precisas descripciones nos sentimos nosotros mismos dentro de la
habitación, inundados de esa oscuridad que no nos permite ver pero si percibir.
A pesar de este único y casi inexistente escenario la ambientación está más que
lograda.
La única protagonista de esta novela es
la habitación oscura, el testigo mudo de las vidas y las relaciones que en ella
se establecen. No es esta una novela de personajes los cuales apenas tienen
identidad pero que a la vez son todos y cada uno de nosotros. No son muchos los
casos en que los personajes tienen nombre, nunca apellido, porque esta novela
es el retrato de toda una generación que vive lo que le ha tocado vivir, que no
vio venir lo que se le venía encima y nunca estuvo preparada para ello.
Dado el abrumador tono de la novela esperaba
un final quizás mucho más impactante pero su autor ha optado por la idea de
proponer al lector una ventana abierta en la que cada uno puede elegir el
paisaje que le gustaría ver.
Conclusión
La
habitación oscura es una metáfora de cómo ha ido cambiando el mundo
mientras nosotros nos encontrábamos en la oscuridad, sin querer salir fuera y
ver lo que estaba por venir. Pero además admite muchas otras lecturas, tantas
como el lector desee encontrar. Isaac Rosa con ella nos dice algunas verdades
que nunca hemos querido escuchar.