Título: La mujer
que vivió un año en la cama
Autor: Sue
Townsend
Publicación:
Espasa, abril de 2013
Páginas. 417
Eva es una mujer
entregada a las labores propias de un ama de casa. Tiene cincuenta años, está casada con un astrónomo adicto al trabajo
y es madre de dos gemelos superdotados y poco sociales que ensucian más de lo que
ella puede limpiar.
El día en que los
gemelos, Brian Junior y Brianne, se marchan a la universidad para comenzar sus
estudios de astrofísica, Eva decide meterse en la cama vestida, con zapatos y a
plena luz del día convencida de que su rutina doméstica se ha terminado para
siempre.
Conforme los días
van pasando el deseo de Eva de mantenerse en la cama se afianza y van
transcurriendo los meses sin la intención de salir de allí. A su alrededor su
familia extrañada se pregunta la razón de tan excéntrica conducta mientras la
ciudad acoge esta noticia con entusiasmo y convierten a su protagonista en una
especie de guía espiritual.
Pero ¿Qué es lo que lleva a Eva a tener este extraño comportamiento?
¿Será el síndrome del nido vacío? ¿Será que necesita pensar? ¿O Simplemente
está cansada?
Mi experiencia con la novela
La escritora inglesa Sue
Townsend es conocida por la serie de novelas de corte juvenil basadas en los
diarios de Adrian Mole, que se han convertido en todo un clásico y a ella en
una de las mejores escritoras en su país. Con su última publicación se produce
un cambio considerable de registro y ha publicado una novela para adultos en
tono de humor.
El argumento de La mujer que vivió un año en la cama es
sumamente original, de esos que llaman la atención y se quedan en la mente de
forma inmediata. Su autora nos presenta una comedia agridulce plagada de
situaciones hilarantes y grotescas marcada por unos personajes en consonancia
con las circunstancias. Igualmente es imposible no reparar en su título que
resulta muy tentador. Me resultaba tan
atractivo y tenía tanta curiosidad por desvelar la historia que poco tiempo
después de que este libro llegara a mis manos comencé a leerlo y ya no puede
parar.
Eva es una mujer de carácter
clásico (casi vintage) que tiene
cincuenta años. Está casada desde hace veinticinco años con Brian, un
astrofísico que le dedica mucho tiempo al trabajo y tiene dos hijos gemelos de
inteligencia extraordinaria pero que rozan el autismo. Sólo se sienten a gusto
en compañía uno del otro.
El mismo día en que se marchan
a la universidad, Eva se enfrenta a la misma rutina de todas las mañanas. Una
casa desordenada y sucia, su sillón especial (cuyo tapizado estuvo bordando a
mano durante meses) manchado de sopa y unas tareas tediosas que exigen su
atención.
Pero por alguna razón y a
diferencia del resto de otras jornadas decide subir a su cuarto y acostarse en
la cama sin desvestirse ni quitarse los zapatos. Después de estar
irremediablemente encadenada durante 17 años al cuidado de la casa, los gemelos
y un marido que no le hace ni fu ni fa por primera vez en su vida se siente
realmente libre.
No sabe cuánto durará esa
situación pero lo que tiene claro es que ella ya no es esa mujer que limpia,
plancha, cocina, va a la compra y que prácticamente se ha olvidado de sí misma
y a partir de ahora serán otros los que tengan que cuidarla mientras dure su
merecido descanso. Poco a poco se irá despojando de todos los lastres que comprometen su vida, se deshace de los objetos materiales, de las responsabilidades, de los agobios y los condicionantes.
La familia, por supuesto, pone el
grito en el cielo. Nadie sabe que le ocurre Eva ¿Se habrá vuelto loca?
Realmente nadie está dispuesto a permitir que la protagonista obtenga la paz
que de alguna forma busca cuando comienza el rumor de que es una guía espiritual su cama se convertirá en un lugar de peregrinación para necesitados y deprimidos.
Mientras los gemelos intentan
adaptarse a la forma de vida de la universidad y a la insufrible Poppy
(mentirosa, excéntrica y gorrona) de quien no pueden deshacerse, Brian padre se
desespera ante la ausencia del pilar de la casa. Pero también aparece Alexander,
un hombre bondadoso y amable, que se preocupará realmente por Eva.
Este es el punto de partida que
dará lugar a situaciones divertidísimas y enredos familiares que en ciertas
ocasiones incluso muestran un pelín de mala leche por parte de la autora.
Aunque la mayoría de estas situaciones rozan lo absurdo y lo surrealista por
alguna razón en el fondo están dotadas de cierta credibilidad. ¿Quién no ha
deseado alguna vez en su vida meterse en la cama, no levantarse en mucho tiempo
y olvidarse del mundo? En realidad, lo absurdo o extraño para algunos no tiene
porque serlo para otros y muchas veces nos cuenta entender las decisiones de
los demás aunque no por ello tengan menos valor o fundamento.
Una forma muy utilizada para
crear humor es la exageración de situaciones y personajes que en esta novela
parten de una base muy real y cotidiana. El lector comienza el libro con una
sonrisa disfrutando del humor ácido y crítico que contiene pero a medida que
avanza en la lectura va adquiriendo las herramientas suficientes para
reflexionar. La autora toca muchos temas a partir de las vidas de muchos
personajes que aparecen en ella, muchas complicadas y conmovedoras. A pesar de
la seriedad de algunos temas, la autora no deja que caigamos en la tristeza ni
la melancolía fácilmente. La novela tiene momentos buenísimos en los que más de
una vez se nos escapará la risa. Inigualable la escena donde Eva da detalles a
su marido de cómo preparar la navidad. No tiene desperdicio, tanto lo que
cuenta como la forma en que lo hace.
Los personajes siguen el tónico
general de la novela y aunque resultan cómicos curiosamente también serán
fácilmente identificables con los modelos que podemos encontrar en la vida
real. Una ama de casa cansada, un marido infiel, unos hijos egoístas, una madre
quejica, una suegra sabionda que aunque tratados con cierto exceso se reconocen
fácilmente. Todos inmersos en su personal falta de empatía hacia los demás,
cierto cinismo y mucho egoísmo.
Como en todas las historias
ocurre algunos nos caerán mejor que otros (hay un personajes, Poppy, que llega
a ser insufrible), sus comportamientos son más o menos comprensibles pero forman
un elenco de lo más variopinto.
La novela también representa una
crítica contra la sociedad actual. El papel de la mujer que se dedica al
cuidado de la familia cuyo trabajo no es valorado como se merece, la falta de
empatía con los que nos rodean cuando no hacemos esfuerzos por entender sus
decisiones, la superficialidad de la sociedad, la adoración y búsqueda de
ídolos falsos, las mentiras en redes sociales, el consumismo, las modas.
Sue Townsed se maneja muy bien
con la pluma. Nos cuenta la historia con un estilo directo y sobrio pero a la
vez cuidado en cuanto a sintaxis y vocabulario que en ningún momento cae en la
vulgaridad. No pierde el tiempo en complicadas descripciones y predomina
claramente el diálogo, uno de los puntos fuertes que utiliza para crear humor y
generar situaciones extravagantes. Me ha gustado mucho el tipo de humor que
presenta la novela, my limpio e inteligente pero donde también tiene cabida la
tristeza. Sin duda, resulta complicado imaginar el final de la historia y a la
hora de concluir la resolución resulta conmovedora y un tanto agridulce.
Conclusión
La mujer que vivió un año en la cama es un novela original y agradable
que lee sin esfuerzo. Divertida, hilarante pero que también nos plantea
reflexiones en torno a la rutina, el amor, la sociedad, la familia… en fin,
sobre la vida misma.
Una historia que nos demuestra
lo absurda que resulta a veces nuestra existencia.
** Gracias a Espasa por faciliarme el ejemplar.
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