viernes, 4 de noviembre de 2016

La niña perdida - Elena Ferrante



Título: La niña perdida
Autora: Elena Ferrante
Publicación: Lumen, octubre de 2015
Páginas: 544

Lila y Elena son ahora adultas y han tomado caminos distintos: Elena dejó Nápoles para casarse y convertirse en una escritora de éxito en Milán. Solo un amor de juventud que vuelve a florecer la devolverá a Nápoles, donde la espera Lina, que ahora es madre y además ha triunfado muy a su manera en el negocio local. Elena es la señora culta. Lina es en apariencia la mujer de barrio, ignorante y poco dispuesta al refinamiento, pero la inteligencia pura y la intuición están del lado de Lina.

Los hechos se precipitan cuando un buen día de repente, la hija de Lina desaparece: ¿asesinato, rapto, muerte? Nadie sabe, y el barrio murmura. Desde entonces, Lina ya no es la misma y la locura acecha. Todo-los hombres, las mujeres, el paisaje, la ciudad entera e Nápoles-se convierten en testigos del duelo de una madre que no saber llorar y un buen día también desaparecerá, devolviendo al lector a las primeras páginas de esta espléndida saga.

Mis impresiones

Ha llegado el momento de hablaros de la novela que completa la saga Dos amigas de Elena Ferrante. Para mí ha sido un gran descubrimiento al que me acerqué por las buenas referencias que había sobre ella pero en mi caso particular ha sido una tetralogía que se ha ido haciendo mayor y mejor en cada uno de sus volúmenes hasta el punto de que ayer al cerrar La niña perdida sentí lástima y un gran vacío al tener que desprenderme de todos sus personajes.

En La amiga  estupenda, Un mal hombre y Las deudas del cuerpo conocimos a dos niñas que crecían en Nápoles en los años cuarenta. Su amistad casi parecía un milagro y las hemos seguido en su mundo infantil de muñecas y juegos, luego hemos visto cómo sus cuerpos y sus mentes iban creciendo, abriendo los ojos a la vida real, relacionándose con los hombres y por fin llegar a la vida adulta cada una por caminos muy distintos. Una optó por estudiar y la otra se vio obligada a casarse muy joven. Una logró salir de ese barrio pobre en que nacieron y la otra se quedó allí.

En La niña perdida sus vidas vuelven a dar un vuelco. Lenù ha abandonado a su marido dispuesta a vivir el gran amor de su vida aunque las lágrimas por fin le mostrarán quien es ese hombre al que lleva toda la vida amando en secreto. Sigue intentando escribir y poder vivir de ello para lo que decide volver al barrio del que un día huyó. Compartiendo el mismo edificio, las dos amigas encontrarán diversas cuestiones que las acerquen de nuevo. Lila también ha tomado otro camino en su vida y ahora que se ha deshecho de la pobreza y los abusos que ello conllevaba, ha perdido quizás lo más importante de su vida. Nada podrá ya sustituirlo. Nada podrá ya hacerle encontrar la paz.

En estas cuatro novelas no es tanto lo que ocurre, es decir su trama,  sino como la forma en que Elena Ferrante la engarza con los sentimientos y emociones con las que lo viven sus protagonistas ya qu es una saga, en mi opinión, muy visceral. Ya os he comentado al principio que para mí cada uno de estos volúmenes supera al anterior y cada palabra de este último ha sido una auténtica delicia. Uno de los temas que eché de menos en las anteriores novelas, y que señalé en la reseña de La amiga estupenda, es que se profundizará en la relación de Lenù con su madre y me ha encantado que en esta novela se dedique un espacio a ellas. Si en el pasado ambas han mostrado su peor cara a la otra, han discutido, se han prácticamente repudiado, ha llegado el momento de acercarse, de comprenderse dentro de las posibilidades que ofrece esa complicada relación que siempre han tenido y llegar a una reconciliación. Lenú ya es madre y empieza a comprender a la suya.

La maternidad, de diferentes mareras y matices, también estuvo muy presente en la novela anterior, mostrándonos por un lado la dificultad de conciliar la vida familiar con la laboral para una mujer sola y aunque en esta sigue el mismo camino (Lenù tiene una carrera profesional que le exige viajar constantemente) también nos muestra ese cambio generacional. Las hijas se rebelan contra sus madres, se producen enfrentamientos al llegar a la adolescencia, se ponen en relieve las carencias y la incomunicación y los diferentes puntos de vista alejan a unas  de las otras. Como ocurre con otros muchos temas también este será un punto que una a las dos amigas y a la vez les cause sinsabores. Elena Ferrante nos muestra de forma descarnada la cara más dura y menos emotiva de la maternidad. No siembra la novela de ideales, ni madres coraje capaz de cualquier cosa por sus hijos pero a la vez estas mujeres sufren y el sentimiento de culpa las invade. 

Lina y Lenù han pasado por diferentes momentos en su relación. Se han apoyado la una en la otra en ciertas ocasiones, se han ayudado pero también se han mentido, se han hecho daño, han competido, han compartido el mismo hombre. Lina, que ya en la primera novela se definía como “la mala” es fuerte, ambiciosa y encontrará la manera de encauzar su vida y casi dominar el barrio. Aunque también lo hará Lenù tras su separación y la perdida de la protección de los Airota, su familia política tendrá todo en su contra para sacar a flote su carrera como escritora. No por el ansia de crear, de dejar un legado o expresarse sino que tiene que escribir porque necesita el dinero para alimentar a su familia.

Y por supuesto, como sucedió en las entregas anteriores, Elena Ferrante nos habla de violencia, de abusos, de pobreza, de ambición, de los prejuicios y del poder del dinero en el barrio miserable y peligroso dominado por unos pocos y en donde desgraciadamente nacieron Lila y Lenú, dos chicas inteligentes y despiertas. Y a ellas les influye el entorno y relación con los habitantes de este barrio marcando sus vidas y sus vivencias. En un lugar marcado por la escasa cultura de sus vecinos, la autora nos demuestra que no solo hay una manera de prosperar a través del estudio (aunque obviamente es una herramienta poderosa) sino que la inteligencia, la capacidad de autoinventarse y adaptarse son tan importantes como la constancia.

La narradora de La niña perdida sigue siendo Lenù en primera persona y de forma introspectiva que nos va desgranando minuciosamente la historia  (desde los años cincuenta hasta la actualidad) con ese estilo tan personal y peculiar. Sin adornos, ni elementos superficiales pero con elegancia natural y sobre todo mucha intensidad a la hora de hablar de emociones y sentimientos. Elena Ferrante no ofrece concesiones a sus personajes, les otorga momentos de felicidad pasajera pero todo termina torciéndose. NO hay romanticismo, no hay promesas de amor eterno, no hay un camino fácil, ni finales completamente felices. Hay realidad, la vida misma que va pasando por diferentes etapas. En esta ocasión ya ha llegado el momento de ir cerrando todas aquellas historias que hemos ido viviendo en la tetralogía y darles a sus personajes un final o un nuevo principio (depende de cómo se mire).

Conclusión

Me despido de Lila y Lenù, dos personajes que nunca olvidaré, con la sensación de haber leído una saga fascinante que ha ido conquistándome más y más en cada uno de sus volúmenes. Intensa, desgarradora, potente y maravillosa es la obra de Elena Ferrante y volveré a leerla.