Título: Un millón de ruiseñores
Autora: Susan Straight
Publicación: Malpaso, noviembre de 2014
Páginas: 432
Moinette es una «hija del placer», el placer efímero que un caballero blanco captura en una africana sin derecho a elegir los empleos de su cuerpo. Moinette se asoma a la vida en una plantación de Luisiana donde los esclavos cosechan el azúcar que endulza los días de los hombres libres. Ella es una niña que observa, que estudia las conductas y aprende desde el oscuro rincón de los silenciados. Ni siquiera se le concede un adiós cuando a los 14 años cambia de amo y es separada de su madre. Ese drama la deja sola frente al horror de un sistema inmisericorde, pero también pone a prueba su carácter. Ya no hay resignación: la huida se convierte a partir de entonces en el único horizonte. Al fondo brilla la tenue e improbable llama de la libertad.
Mis impresiones
Hoy voy a empezar esta reseña por el lado más superficial comentando lo mucho que me ha gustado la edición de este libro. Malpaso se ha desmarcado de las líneas estéticas de publicación que se eligen actualmente y nos sorprende con el diseño de una portada muy sobria en dos colores (blanco y negro con una nota de color azul en la faja) y con los cantos tintados de color azul. Hacía muchísimos años que no encontraba un libro con las hojas coloreadas y me ha encantado el efecto visual.
En el interior, Un millón de ruiseñores es una novela muy dura que nos habla sobre la esclavitud de una forma tan cruda que impresiona. Se trata de un relato estremecedor que en primera persona explora la existencia vital de una joven que a pesar de no ser dueña de sí misma siempre ansió la libertad. Y no solo nos habla de esclavitud porque en esta novela también hay mucho amor y dolor.
Moinette es una joven esclava que vive en Azure, una plantación en Nueva Orleans en la que el color de la piel determina una forma de vida. Ella es mulata, producto de un noche en la que su madre fue un obsequio para el disfrute de un tratante de azúcar que visitó a los Bordelons, la familia de la que ambas son propiedad. A sus catorce años toda su vida transcurre en la hacienda de esta familia, el lugar donde trabaja, y mientras ayuda a su madre a lavar la ropa también observa el mundo con unos ojos llenos de curiosidad y ganas de aprender. Poco después, tras la muerte de la joven Céphaline a quien Moinette asistía, deja de ser útil y por ello es vendida, alejada del hogar que siempre ha conocido y separada de su madre sin ni siquiera tener la opción de despedirse de ella. En su mente solo se fija una idea, la de huir.
En la novela iremos conociendo poco a poco la vida de la protagonista siendo ella misma quien nos relate sus orígenes, la infancia y adolescencia hasta llegar a la vida adulta. La relación en el hombre blanco y su aberrante trato, el desprecio de los esclavos por el mestizaje de su piel, los diferentes lugares a los que está obligada a adaptarse así como las sensaciones que todo ello le va aportando son las bases de este relato.
Moinette es un personaje que está construido con muchísimo fondo e intensidad. Un muchacha inteligente y despierta que absorbe y atesora todos los conocimientos a los que tiene acceso. A su padre no llegó a conocerlo y su madre se ha convertido en el eje alrededor del cual gira prácticamente todo su mundo. No es una muchacha muy locuaz, prefiere callar, observar y aprender. Marie-Thérèse es la madre de la joven y de la que nos despedimos pronto. A pesar de ello se gana un espacio y su presencia sobrevuela toda la novela. De este personaje resalta las ansias de enseñar a su hija, de advertirle del dolor y los peligros del mundo en el que viven debido a su condición de esclavas y mujeres. Sus palabras siempre estarán muy presentes en la vida de Moinette.
Un millón de ruiseñores es una novela para leer detenidamente y sin ninguna prisa, apreciando cada uno de los matices y detalles que la historia contiene. Será Moinette, en primera persona, quien se encargue de darle voz a sus vivencias mostrando muchos detalles de su experiencia vital pero también permitiéndonos que nos asomemos a sus emociones o las sensaciones que le causa el mundo que le rodea. Además es un relato muy áspero y algo denso en sus formas. Este estilo consigue ambientar perfectamente la novela y ponernos dentro de la piel del personaje. Junto a esta característica el uso de una buena cantidad de palabras en francés (definidas en un glosario al final del libro) exige una lectura pausada pero que no resulta difícil de comprender en exceso.
Uno de los principales temas en que se centra la novela es la esclavitud. Ambientada en el estado de Luisiana (uno de los lugares donde más arraigada estaba) a principios del siglo XIX nos muestra perfectamente la terrible vida a la que los esclavos estaban sometidos. Sin tener la capacidad de decidir sobre sí mismos y a merced de un dueño que les consideraba poco más que una mercancía para comprar y vender. Personas que utilizan para trabajar y a las que poco hay que darles a cambio. Dependiendo del color de la piel y el grado de mestizaje tenían un valor económico asociado. Y si era el caso de mujeres además estremece la impunidad con la que podían ser usadas como objetos sexuales para manejar al antojo.
Pero Un millón de ruiseñores también nos habla de conciencia, dolor, de la fortaleza humana, de los sentimientos maternales, de aprendizaje y de libertad sin olvidarnos del amor. El pilar en la vida de Moinette es el amor hacia su madre pero tampoco hay nada que le produzca mas rechazo que la maternidad. De hecho cuando ella se convierte en madrel al principio no es capaz de amar a su hijo, no consigue establecer este vinculo familiar. Muchas esclavas saben de antemano que tarde o temprano serán separadas de sus familias y es un dolor al que la protagonista no quiere hacer frente.
Muy interesante también me ha parecido los sentimientos que Moinette muestra hacia la mujer blanca. No puede quererla pero tampoco siente odio hacia ella. Quizás sea porque en el fondo tampoco las culpa. Y es que al final Moinette ve que su color de piel es diferente pero también pasa por su cabeza que sus cuerpos son similares. Misma sangre y mismos órganos. Sin olvidar que una mujer blanca tampoco es dueña de sí misma en la época en que se desarrolla la historia. Destinada a servir al hombre a través del matrimonio en cierto modo también es esclava y su cuerpo también tiene un precio.
Conclusión
Un millón de ruiseñores es una novela capaz de remover a cualquier lector. Una historia durísima que toca temas muy delicados desde un punto de vista diferente. Una novela muy recomendable que puede dar muchísimo juego para analizar, comentar y debatir.