viernes, 4 de enero de 2013

La viola de Tyneford House - Natasha Solomons


Nos encontramos en Viena en la primavera de 1938. La familia Landau prepara su forma de salir del país ante el peligro inminente que suponen los nazis para los judíos.

 Anna, una conocida y reconocida cantante de ópera espera poder conseguir los  visados para viajar a América junto a su marido Julián, un novelista de vanguardia, mientras a sus dos hijas les esperan distintos destinos. Margot, la mayor, también se prepara para huir a América junto a su marido. Pero para la joven Elise la única solución es ofrecerse como empleada de servicio doméstico en Inglaterra.

 El anuncio en el periódico que la joven ha publicado le lleva a ocupar un puesto en la mansión Tyneford, un lugar con unas estrictas normas de comportamiento y una marcada jerarquía en cuanto a los trabajadores de la casa.

 Elise que siempre ha sido cuidada y mimada por su familia tendrá que abandonar a su familia y su hogar para convertirse en una doncella.  A su llegada a la mansión no solo desconoce el idioma y las costumbres inglesas sino que deberá levantarse muy temprano y aprender a realizar todas esas tareas propias de su nuevo status social. Además tendrá que lidiar con los recelos, envidias y humillaciones del resto del personal de la casa que saben que no es uno de ellos.

 Mientras descubre el amor intentará por todos los medios conservar los escasos lazos que le unen a su familia. Uno de ellos es un manuscrito escondido en una viola que le entregó su padre antes de marcharse de su hogar.

Mi experiencia con la novela 

“Cuando cierro los ojos veo Tyneford House. En la oscuridad, al tumbarme a dormir, veo la fachada de piedra de Purbeck en el resplandor de última hora de la tarde. La luz del sol destella en las ventanas de arriba y el aire está cargado de un aroma de magnolia y sal. La hiedra trepa por la arcada del porche, y una urraca picotea el liquen que cubre las losas de piedra caliza del suelo. Despide humo una de las grandes chimeneas, y las hojas de la avenida de tilos sin cortar tienen un verde de mayo y sus sombras hacen dibujos en el camino de entrada. Todavía no hay hierbajos que asomen en las hileras de lavanda y tomillo, y el césped es terciopelo segado que se extiende en tiras muy verdes. No hay marcas de disparos agujereando el antiguo muro del jardín, y las ventanas del salón están abiertas de par en par; los cristales no están destrozados por los bombardeos. Veo la casa como era entonces, aquella primera tarde”

Este es el comienzo de La viola de Tyneford House, una novela preciosa que llegó el mes pasado a mis manos. El gran valor de la misma es que es capaz de hacerte soñar con otro lugar y otro tiempo. Una novela en la que sus páginas tienen un sabor agridulce y que juega constantemente con las emociones del lector.  Es capaz de transmitirte tantas sensaciones a lo largo de su lectura para al final dejarte con una increíble sensación de paz tras terminarlo.   

La historia está narrada en primera persona y retrospectiva por la protagonista de la historia, Elise, una judía vienesa que con diecinueve años tras la llegada de los nazis al poder debe despedirse de su familia y refugiarse en una mansión inglesa convertida en doncella.  

De ser una niña rica, mimada y consentida pasa a ser una trabajadora sin mayores concesiones que no acaba de encontrar su lugar en la casa. Elise se ha criado con servicio doméstico y ciertos lujos y ahora es ella quien debe servir a los señores de la casa. Debe aprender a madrugar, limpiar correctamente la plata, encender las chimeneas y atender las necesidades de otros antes que las suyas propias. El resto de la servidumbre de la casa es muy consciente de que Elise no pertenece a su mundo y no le pondrán nada fácil su estancia en el lugar.

El resto de su familia pretende huir a América para librarse de la situación en su país. Margot, su hermana, lo consigue sin problemas pero sus padres deberán hacer frente a la realidad en espera de unos visados que no acaban de llegar. La guerra cada día se convierte en una amenaza más real y más cercana y todos temen el momento de su declaración.  

Mientras Elise sufre la ausencia de su familia y sueña con reunirse con ellos al otro lado del mundo también tendrá la oportunidad de conocer el amor. Un amor que a la vez que le causa felicidad no es capaz de hacer que su corazón sea completamente dichoso porque en él hay un espacio vacío imposible de llenar. Con la llegada de la guerra incluso a Tyneford, un lugar casi aislado del resto del mundo, sus miedos comienzan a crecer y todo a su alrededor comienza a cambiar de forma que hasta la propia Elise ya nunca volverá a ser la misma.  

Al tener este libro entre las manos uno puede pensar que es otra de tantas novelas ambientadas en la segunda guerra mundial. Pero en esta historia no encontraremos batallas, persecución de judíos, ni guetos. La viola de Tyneford House es la historia de Elise y como afectó la guerra a su vida. En ella podemos ver cómo va cambiando la vida de los personajes según las circunstancias y todo aquello que tienen que hacer para adaptarse a las nuevas condiciones. 

Como os decía al principio esta es una novela agridulce, porque mientras sentimos y presenciamos como Elisa conoce el amor, también sufrimos con ella por sus padres atrapados en su país en el que se persigue y maltrata a los judíos. La información que tenemos sobre ellos a lo largo de la novela es muy escasa y a través de las pocas cartas que Elise va recibiendo.

Los personajes de esta novela son de esos que es imposible no tomarles cariño inmediatamente. No solo a los que aparecen en la novela como Elise, Kit (el niño rico) o el Señor Rivers (dueño de la mansión) o el señor Wrexham (el mayordomo inglés recto y estirado) sino también a toda la familia Landau a quienes conocemos a través de los recuerdos de la protagonista (sus apariciones finalizan en los primeros capítulos). A grandes rasgos la mayoría de ellos están perfectamente definidos por su comportamiento (siempre narrado desde el punto de vista de Elise) aunque será a la protagonista de la historia a quien conoceremos con más detalle. Sus sentimientos en cada momento y su forma de pensar están muy presentes a lo largo de la novela. La autora ha sido capaz de infundirle mucha vida al personaje, que como os digo, imposible no querer desde un principio. Sus pensamientos en ocasiones son muy divertidos y algunas de sus peripecias son capaces de arrancar una leve sonrisa en el lector pero sobre todo infunden mucha ternura.  

A la joven Elise no le queda más remedio que madurar con el paso de los años. Las tareas que le son asignadas y sobre todo la preocupación que siente por su familia le llevan a evolucionar enormemente. Pero también cambio algo en ella cuando conoce el amor. Al comienzo de la historia es tan solo una niña mimada y caprichosa que solo sabe quejarse y termina por convertirse en una mujer fuerte con capacidad de adaptación.

Me ha sorprendido al terminar la novela y gracias a una nota de su autora que tanto el entorno como el personaje de Elise están inspirados en la realidad. El pueblo de Tyneford es una recreación de un pueblo fantasma situado en la costa de Dorset llamado Tyneham (es el que aparece en la imagen). Fue un lugar apartado del resto del mundo y casi secreto que contaba con una de las más bellas mansiones isabelinas. Después de ser habitado durante mas de mil años el gobierno requisó todos sus terrenos y los dedicó al entrenamiento del ejército. En la actualidad se conservan algunas de sus ruinas.

Así mismo, el personaje de Elise está inspirado en la tía abuela de la autora, Gabi Landau, que tuvo que huir y refugiarse junto a una familia inglesa como cuidadora de niños en 1930 ayudada por su hermana con quien no volvió a reunirse hasta 30 años mas tarde. Como muchas otras jóvenes judías perdió todos sus privilegios y pasaron a servir a otras personas. 


Una de las cosas que me han gustado especialmente de la novela, a parte de la historia en sí, es la magnífica recreación que en ella se hace de los ambientes en que transcurre la novela. La vida en la mansión está perfectamente retratada. La jerarquía y el ambiente entre los criados, las costumbres así como la encorseta educación inglesa que marcaba todo comportamiento. La rectitud del mayordomo de la casa que en su afán de mantener la impecabilidad  del servicio insiste en que los señores nunca deben ver como se arreglan las estancias y parezca arte de magia o la envidias entre los trabajadores por alcanzar un determinado puesto o la ceremonia para tomar el té diariamente independientemente de lo que alrededor ocurra. Unas condiciones estrictas y rigurosas donde las apariencias priman sobre los sentimientos.

 A través de las maravillosas descripciones del lugar se percibe claramente el amor que la autora siente por esta tierras, sobre todo por el entorno natural. Son sencillas pero cuidadas y hermosas. Cada lugar, cada escenario se manifiesta en nuestra mente con asombrosa claridad.

La novela está narrada en primera persona a través de Elise. Comienza con un recuerdo de la protagonista que vuelve atrás en el tiempo para hacernos participes de lo que vivió en ese tiempo. Como una especie de memorias. La prosa resulta sobre todo muy cercana e intima, amena y encantadora con cierto toque de musicalidad y lirismo. 

Conclusión

 La viola de Tyneford House esconde una historia capaz de emocionar al lector. Alegre y triste a la vez , Natasha Solomons mezcla con gran destreza momentos de felicidad, llenos de romanticismo o ternura con otros en los que los personajes deben enfrentarse a situaciones muy duras y complicadas.

 Una historia que permanecerá claramente en la mente del lector durante mucho tiempo.

** Gracias por el ejemplar a: