viernes, 10 de abril de 2015

La perra de mi vida - Claude Duneton



Título: La perra de mi vida
Autor: Claude Duneton
Publicación: Malpaso, 2015
Páginas: 104

Rita es una perra mestiza que no está dispuesta a obedecer ni a guardar ni a cazar ni a ser útil para nada. Vive, malquerida por todos, en una granja del sur de Francia. Su dueño, Claude, el narrador de esta historia singular, es el único que siente auténtico cariño por ella.

Rita también es la representación de cómo resistirse a una existencia dura, cruel y desolada: la que ofrece una perdida región francesa durante los años de la ocupación alemana. A través de Rita su dueño descubre el mundo y, tangencialmente, nosotros descubrimos a Claude y a su desastrosa familia. Como en la vida, humor, ironía, sensibilidad y barbarie se mezclan naturalmente, aunque en este relato lo hacen sin tapujos, a la luz del día, sin el disimulo de la educación urbana. El niño se empapa de brutalidad, reconoce la posibilidad de un paraíso burgués en el que los perros llevan collar y sus dueños buenas maneras.
Este relato es un prodigio de equilibrio entre opuestos, de desarrollo de un mundo literario tan rico como vivo y cotidiano. La clave, como casi siempre, está en el lenguaje. Duneton lo utiliza como un elemento vivo, como un todo que no sólo comunica, también está cargado de intención.

Mis impresiones

A veces un escritor cuenta una historia pero hay que leer entre líneas y enfocar la atención hacia un segundo plano para realmente advertir lo que ha querido darnos a conocer. Puede parecer curioso que un hombre nos cuente la historia de una perra, la que tuvo en su infancia, pero mirando el trasfondo y obviando a la protagonista encontraremos mucho más en esta novela. Yo creo que ya incluso desde su título juega con el lector y este obedece a un juego de dobles palabras y dobles sentidos. La perra de mi vida nos puede sugerir una vida perra, con las connotaciones que ello conlleva.

“«¡Rita!» Siempre había que llamarla cuando se la necesitaba. Desgañitarse hasta desgarrarse la garganta «¡Ritaaaa!¡Riiiiiiiita!». Nada. El grito se perdía entre las hojas, con un débil eco al fondo del valle.
Y de pronto surgía a toda velocidad, saltarina, despistada. ¡Siempre caprichosa! Febril, una vez que empezaba a correr. Cuando tomaba impulso, ¡se convertía en una flecha!. Arremetía contra los animales, no se la podía parar: «¡Rita! ¡Quieeeta!». Aullábamos, sin apearle el tratamiento de puta o bicho asqueroso.”

Esta es la forma en que nos introducimos en la infancia de Claude Duneton y conocemos a Rita, un perra mestiza, escandalosa, desastrosa. Una bestia animal que vive sin control y resulta inservible para trabajar cuidando ovejas o para cazar, ni siquiera se la puede considerar como una buena compañera. Completamente indisciplinada, a menudo les ponía en evidencia delante de los demás vecinos del pueblo. Una boca inútil de quien la familia siempre se quiso deshacer durante toda su vida pero que, mimetizada entre otros muchos asuntos, consiguió llegar a vieja y morir dentro de la familia.

Y aunque Rita parezca la protagonista del relato en realidad es la excusa que nos acercara a la figura del niño. Rita será el testigo mudo de su vida miserable y una infancia insoportable marcada por unas broncas monumentales entre sus padres que se pierden en el resentimiento, entre las infidelidades y los celos y las cuestiones imposibles de zanjar, el instinto de supervivencia y el sentimiento de soledad y aislamiento. A través de las pequeñas aventuras o trastadas de la perra Claude Duneton va descubriendo el mundo en toda su gama de grises. El egoísmo, la crueldad, los castigos, la certeza de un futuro desesperanzador del que quizás fuera imposible librarse son las pautas que marca el relato. Pero como todos los niños tiene la capacidad de soñar con algo mejor, de esperar que las cosas cambien y que al final, gracias a la ayuda de un maestro, termina por conseguir.

Nos encontramos con un padre marcado por la guerra y profundamente desganado cuya vida está dominada por una profunda apatía. Un hombre sin ganas de ejercer autoridad y sin malicia para el que que el trabajo en el campo y el cuidado de los animales suponía una pesada carga de la que su hijo consiguió escapar. También está la madre, una mujer aparentemente desprovista de toda calidez y sentimiento maternal que cabría esperar en ella, dominante, dura y conflictiva. Los tres conforman una familia desavenida, frustrada, vencida.

Puede parecer que inevitablemente en la literatura relacionemos la voz narrativa de un niño con un relato impregnado de ingenuidad, candidez e inocencia pero más allá de todo ello Duneton conforma un personaje que no sigue esos senderos. El niño que nos vamos a encontrar nos muestra el mundo de forma cruda y muy realista con toda una gama de sentimientos. A veces contradictorios. Es capaz de amar a esa perra, de cuidarla y protegerla y casi al mismo tiempo repudiarla, insultarla e incluso si te tercia maltratarla.
Un casi adolescente capaz de reírse de su propia desgracia, de realizar travesuras que ya no son tan inocentes pero también un joven triste y desesperanzado al que de vez en cuando le toca asumir una responsabilidad demasiado pesada para su edad.

La novela se desarrolla en un pequeño pueblo de la Francia rural durante la ocupación alemana y nos muestra la miseria con la que vivían sus habitantes. En un tiempo en que la vida de los perros (y la de los niños) no contaba con el estatus del que disfrutan ahora mismo. Un momento en que nadie les protegía porque la vida era tan dura que no se cuestionaban ciertos actos por muy crueles que fueran. Eran necesarios. Y mientras el mundo de los adultos vivía odiando al mariscal Pétain los menores vivían casi abandonados.

La perra de mi vida es una novela corta, que se lee de una tacada, que destaca por su riqueza en matices. Está narrada en primera persona con precisión, de forma breve y concisa. Destacar que está totalmente desprovista de la sentimentalidad que se podría esperar de un relato que mira hacia atrás hacia la infancia perdida. Aún así el lector encontrará momentos conmovedores que se mezclan con otros muy ásperos, incluso crueles.

Antes de leer este libro no conocía a Claude Duneton y como curiosidad me ha llamado la atención su doble muerte. La primera certificada por su propio hijo, que era médico, y de la cual consiguió regresar de nuevo pero ya sin habla y sin poder apenas moverse. Luego vendría la definitiva que le apartó para siempre de este mundo.

Conclusión

La perra de mi vida es una novela muy curiosa, escrita con oficio, irónica, sutil, marcada por los dobles sentidos y los juegos de palabras. Una obra dura a la que se puede sacar mucho partido y que nos transmite la esperanza de que uno puede escapar de su propio destino. Una lectura que se puede devorar en un par de horas o detenerse uno en ella tanto como quiera.