Título: Amy e Isabelle
Autora: Elizabeth Strout
Publicación: Seix Barral, mayo de 2017
Páginas: 427
Isabelle es una mujer
viuda que vive en un pueblecito cerca de Boston con su única hija, Amy, de 16
años. La relación entre madre e hija es tensa y la comunicación prácticamente
inexistente. Cuando un nuevo profesor de matemáticas llega al pueblo, la vida
de Amy da un giro radical: el profesor y la alumna empiezan una relación que
despierta la sexualidad de Amy. Y, poco a poco, Amy descubre un mundo
diferente, que no tiene nada que ver con el ambiente claustrofóbico que vive
con su madre. Cuando Isabelle descubre que su hija mantiene una relación con el
profesor, se siente humillada y traicionada, rompe con su hija y, a la vez, se
sumerge en sus frustraciones y se arrepiente de no haber vivido su vida.
Mis impresiones
A Elizabeth Strout, que es poseedora del Premio Pulitzer entre otros, la
conocí con Me llamo Lucy Barton. Una novela que
con sencillez y delicadeza nos hablaba de las relaciones madre e hija a través
de dos mujeres que compartían un reducido espacio físico y emocional. Amy e Isabelle no es su nuevo trabajo
sino la primera obra que escribió y es una novela diferente a la anterior
aunque con una temática que sigue siendo común: las relaciones
materno-filiares.
“El
verano que el señor Robertson se fue del pueblo hacía un calor terrible, y
durante largo tiempo el río pareció muerto. Solo una culebra muerta y marrón
que se extendía por el centro del pueblo, amontonando sucia espuma amarilla en
sus orillas. Los extraños que pasaban por la autopista cerraban las ventanillas
ante aquel nauseabundo olor a azufre, asombrados de que alguien pudiera
vivir con semejante hedor saliendo del río y del antiguo molino”
Isabelle Goodrow es una mujer viuda que vive junto a su
hija adolescente en una pequeña ciudad del sur de Boston llamada Shirley Falls.
Cuando comienza la historia la relación entre ellas está empañada por la
tensión y la distancia. Durante ese verano ambas trabajan en la misma oficina de
una fábrica, pero intentan encontrarse lo mínimo y la comunicación se ha
reducido casi por completo.
Para encontrar las razones de este distanciamiento hay
que remontarse unos meses atrás en el momento en que Isabelle descubre una
faceta de su hija que aún creía dormida. A sus dieciséis años Amy ha comenzado
a desarrollar plenamente su sexualidad aunque en la opinión de Isabelle de
forma correcta. Esta idea enfrentará a madre e hija.
He disfrutado mucho con la lectura de esta novela. Me encantan
las historias que hacen referencia a las relaciones familiares siendo el género
en el que más a gusto me siento. Quizás no sea una novela en la que ocurran
grandes cosas pero su mayor virtud, en mi opinión, es la construcción de sus
personajes y las delicadas relaciones que se establecen entre ellos. Ya no solo
me refiero a las dos protagonistas sino también a los secundarios.
Un tema predominante en la novela es la maternidad, que
es algo que se vive de forma muy personal y muy diferente de una mujer a otra.
Isabelle ha criado sola a su hija. Es una mujer muy reservada (nunca habla de
ella ni de su pasado) que llegó a Shirley Falls con la esperanza de criar bien
a su hija y encontrar un marido que le ofrezca estabilidad emocional. Y con las
inseguridades propias de cualquier mujer intenta que su hija no cometa los
errores que ella cometió en el pasado. Pero los adultos a veces en vez de intentar
razonar con los hijos, se enfadan e imponen sus propias reglas.
Algo que Amy, la otra protagonista, no está dispuesta a
aceptar. Porque Amy se está convirtiendo en una mujer, se ha enamorado, quizás
del hombre que no debiera (aunque ¿quién puede saber esto con seguridad?) y
para muchos es una relación inaceptable. Pero ella tiene las cosas muy claras. Al
contario que su madre no le importa lo que la gente pueda pensar o el qué
dirán.
Quizás cueste ver crecer a los hijos, ver que toman
autonomía y que también ellos se van convirtiendo en adultos. Es un proceso que
no puede frenarse y al intentarlo lo único que hacemos es cometer errores y malograr
una relación que debería ser de confianza y cercanía. Y de pronto aparece la
gran pregunta: ¿En qué me he equivocado? Se empiezan a construir muros que ya
es difícil romper y cuando esto sucede el silencio se apodera de la relación. Y
sin comunicación no hay nada. En este punto los sentimientos de Isabelle se
vuelven contradictorios. Por un lado, siente miedo por su hija, por esa sexualidad
incipiente y por otro lado, ella que siempre se ha avergonzado de su pasado, se
arrepiente de no haber vivido la vida de una forma más abierta y más libre. Es
cuando comenzamos a ver la evolución del personaje.
Pero no es una novela que únicamente nos hable de madres
e hijas sino que Elizabeth Strout abarca otro tipo de relaciones de amistad, de
compañerismo, de lealtad, de amor, de sueños, de errores cometidos a través de
su variado elenco de personajes. Los cuales nos irán produciendo diferentes
sensaciones a través de la relación de complicidad de dos adolescentes que
juguetean y experimentan, de un ambiente de trabajo de charlatanería, risas y confidencias,
aunque también de apoyo mutuo, de los deseos reprimidos, los romances
imposibles, los desengaños, etc
Amy e Isabelle
es una novela para disfrutar con tranquilidad, tiene un ritmo pausado en el que
se ahonda muchísimo en la naturaleza humana. A través de un narrador en tercera
persona omnisciente va recreando un mundo complejo y lleno de matices, con
delicadeza y con mucha sensibilidad. La novela no se desarrolla en la
actualidad y creo que en ningún momento llega a situarla cronológicamente su
autora. Aunque por ciertos detalles y el estilo de vida de sus personajes
podríamos fecharla más o menos en los años setenta u ochenta.
Conclusión
Ha sido un placer leer Amy e Isabelle, una novela que, como os he dicho, explora la condición
humana a través de las muchas relaciones que aparecen en el libro. Una historia
de frustraciones, de deseos, de la pérdida de oportunidades y de cómo hay que
luchar por conseguir lo que uno desea.