Título: El jardín de Dachau
Autora: Ellen Marie Wiseman
Publicación: Bóveda, 2014
Páginas: 560
Autora: Ellen Marie Wiseman
Publicación: Bóveda, 2014
Páginas: 560
«Debes florecer donde has sido plantada», le aconseja su abuela a Christine Bölz, una sirvienta de diecisiete años. Pero ella quiere conocer ese mundo que hay más allá de su pueblo, apenas vislumbrado gracias a la música, los libros... y a Isaac Bauerman, el hijo de la acaudalada familia judía para la que trabaja.
El futuro que ambos sueñan compartir tropezará con obstáculos más insalvables que su origen social. Bajo el régimen de Hitler, en Alemania se aprueban nuevas leyes que prohíben a Christine volver a su trabajo y tener cualquier relación con Isaac. Pero ella se enfrentará a la ira de la Gestapo y los horrores de Dachau en su afán por estar con el hombre a quien ama, por sobrevivir al horror y, finalmente, preservar la verdad.
Una novela inolvidable sobre el valor y la decisión, sobre las atrocidades y el sufrimiento de la guerra y el empeño en no renunciar a la esperanza.
Mi experiencia con la novela
No es ningún secreto que me apasionan las novelas que se desarrollan tanto en el periodo de la II Guerra Mundial como aquellas que tratan sobre el Holocausto. Es por ello que ya han pasado por mis manos una cantidad nada desdeñable de novelas relacionadas con el tema en las que se aborda desde distintas perspectivas o puntos de vista, se centran en unos aspectos en concreto o pretenden resaltar otros de ellos. Es tal la cantidad de literatura que podemos encontrar sobre este periodo que es muy difícil encontrar una obra original y que aporte algo nuevo.
En este sentido aunque El jardín de Dachau no represente una obra que nos vaya a descubrir algo diferente respecto a este contexto histórico sí que es una obra que sorprende e incluso llega a impactar en algunos momentos. La autora, aunque nacida en Nueva York, se ha inspirado en una parte de su familia que vivió de primera mano el horror nazi y a los que visitaba con frecuencia en Alemania. Fue allí donde se enamoró tanto de la cultura como de la historia del país.
La historia comienza en Alemania en 1938. Christine Bölz es una joven de diecisiete años que pertenece a una familia humilde por lo que su madre y ella se ven obligadas a trabajar en casa de los Bauerman, una familia judía adinerada. A pesar de las diferencias entre ambas familias Christine se ha enamorado locamente de Isaac, el hijo de los Bauerman, un sentimiento que también es correspondido por el joven. Justo el día en que los jóvenes se han declarado su amor y lo han sellado con un beso el gobierno del Reich aprueba la orden que dictamina que los alemanes además de no poder trabajar para los judíos no pueden mantener cualquier otro tipo de relación con ellos por lo que el futuro de Christine e Isaac está condenado a ir en distintas direcciones.
Cada día que transcurre la situación se agrava en Alemania. La II Guerra Mundial está a punto de declararse, las leyes se vuelven más restrictivas para todos los ciudadanos, la vigilancia de la Gestapo se estrecha y Christine tendrá que enfrentarse a una situación de desesperanza y terror e incluso intentar superar los horrores vividos en el campo de concentración de Dachau… Y todo ello con la esperanza de recuperar el amor.
El jardín de Dachau no solo nos enseña los horrores del holocausto que vivieron millones de judíos sino también el sufrimiento que experimentó parte de la población alemana durante la Segunda Guerra Mundial que vivió el miedo mientras eran cercados por bombardeos, restricciones, la intensa vigilancia del gobierno y un trato inhumano. Con frecuencia al hablar de campos de concentración se da por sentado que el pueblo alemán se mantuvo al margen de todo ello e incluso muchos fueron inconscientes de lo que realmente ocurría pero historias como esta, que salvando la barrera de la ficción que le permite a la autora recrearse en algunos momentos, nos ofrecen un testimonio aproximado de lo que ocurrió. Hubo muchos alemanes, como Christine, que lucharon y en la medida de sus posibilidades se enfrentaron a un régimen que les horrorizaba.
Quizás y aunque está presente, la historia de amor entre sus protagonistas no es lo más importante en la novela o al menos lo que más me ha llamado la atención. La parte que más he disfrutado de esta historia son las múltiples situaciones de peligro y máxima tensión que viven sus personajes que en más de una ocasión te hacen contener la respiración.
En parte se consigue esto gracias a la buena ambientación con la que la autora consigue introducir al lector en la historia el cual se siente dentro de escenarios tan dispares como el pequeño pueblo de Hessental todavía recuperándose del hambre, la escasez de trabajo y la pobreza que les había dejado la derrota en la I Guerra Mundial que ve además como el pueblo alemán se dirige inevitablemente hacia una segunda guerra o escenarios como Dachau en donde ya todos nos imaginamos los horrores que se sucedieron, similares a los de cualquier otro campo de concentración.
Es evidente que la historia es para vivirla del lado de los personajes con quien el lector no tarda en empatizar y comprenderlos. Christine parte de ser una muchacha joven y enamorada, de vida sencilla que lo ve todo con la candidez propia de su edad a ir creciendo, madurando y fortaleciéndose a la vez por todas las circunstancias que le toca vivir. Pese al dolor, al hambre, el miedo y las barbaridades Christine tiene muy claro que ha de sobrevivir a todo ello. A su alrededor se encuentran diferentes personajes como su familia, otras víctimas del régimen, bien sean judíos o alemanes, o incluso oficiales de las SS. Todos ellos son figuras que aprovecha dar credibilidad a la historia sin hacer apenas uso de clichés ni figuras encasilladas de antemano.
Ellen Marie Wiseman cuenta con un estilo narrativo que hace sentirse muy cómodo al lector, por un lado resulta muy clara en su exposición pero por otro cuenta con un aspecto emotivo con el que conecta el mismo. Ágil, directo, sencillo, con amplía presencia de diálogos y un ritmo demasiado lento al principio pero que a medida que avanza la novela se mantiene en un nivel medio. El narrador es una tercera persona omnisciente que cuenta con una amplia visión de los acontecimientos por los que pasan sus personajes y con frecuencia incluso conoce sus sentimientos y pensamientos más profundos. La narración está salpicada de palabras en alemán que aunque en muchas ocasiones son fácilmente entendibles y su significado se aclara al final de la novela en un glosario tengo que e conocer que, y aunque a mí no me molesta, a ciertos lectores si puede incomodar. Formalmente la historia se estructura en treinta y ocho capítulos no muy extensos.
Al final del libro también podemos encontrar una entrevista a la autora donde habla de algunos aspectos en torno a la creación de la novela y una serie de cuestiones para debatir tras su lectura.
Conclusión
A pesar de que El jardín de Dachau es una obra modelo dentro de su temática y no representa nada novedoso también es una obra que emociona, que se lee de forma agradable y que cuenta con muchos aspectos que harán disfrutar al lector.