Tras la lectura de Los
pasos que nos separan, esta es la segunda novela que cojo de Marian
Izaguirre. Disfruté mucho con la anterior y tengo en casa pendientes un par de
libros suyos, pero al final ha sido con su último trabajo que me he reencontrado
con la autora. Se titula Después de
muchos inviernos y hoy os voy a hablar de ella.
La novela arranca situándonos en el escenario de un
crimen. No es la descripción pormenorizada de un asesinato brutal ni mucho
menos porque esta no es una novela negra. No habrá detalles macabros ni investigación
criminal. Incluso tiene algo de poética. Pero es casi el punto final de una
historia que comienza unos años antes. Pronto deja de importarnos el crimen,
quien es la víctima y qué es lo que ha pasado, porque sus protagonistas llegan
a eclipsarlo.
Para ser más concreta nos remontamos en el tiempo hasta
el año 1959, cuando dos jóvenes, Henar y Martín, escapan desde Bilbao hacia
Madrid para comenzar juntos una nueva vida y cumplir sus sueños. A pesar de sus
diferencias –ella es de buena familia y él de origen humilde- están muy
enamorados. A lo largo de más de treinta años iremos conociendo los avatares y
las vueltas que dan las vidas de estos y otros personajes que nos encontraremos
en la historia.
También los conoceremos a ellos mismos en diferentes
épocas. Seremos conscientes de los cambios que el tiempo, las circunstancias y
las vivencias han obrado en ellos de forma que todo queda completamente
razonado. El joven Martin quiere cumplir su sueño de ser escritor y a pesar de
la oposición de las familias y de que no están casados (en aquella época un
hombre y una mujer no podían convivir sin tener parentesco o estar casados)
Henar, casi una niña con diecisiete años, huye con él y se instalan en una
corrala. Pero este es solo el comienzo de su aventura de dos chiquillos.
Marian Izaguirre ha construido una novela de profundo
calado, que explora las emociones de una relación amorosa y que tiene un
evidente toque intimista. Sobre la acción predomina la naturaleza de sus
personajes. No quiero concretar mucho más, pero a pesar de todo en los treinta
años de sus protagonistas ocurren muchas cosas. Quizás no demasiado
excepcionales o sorprendentes pero si realistas. Porque lo que ellos viven, les
pasa o les puede pasar a muchas personas. Al final sus sentimientos son tan
mundanos que todos los conocemos. Hay
decepciones, miedo, dolor, soledad, ansia, lealtad, etc… todo un catálogo de
emociones humanas.
Y la forma de narrar es excepcional. Se nota una
elegancia natural y una forma de contar poco habitual. Me gusta que la novela
este plagada de detalles que concretan y acotan muchísimo tanto a sus
personajes, maravillosamente construidos, como a sus escenarios. Estos nos
llevan a diferentes lugares del planeta tan diferentes como Madrid, Creta,
Estados Unidos o Bilbao en diferentes contextos temporales. No es que la autora
se extienda mucho pero da los detalles suficientes como para que seamos
conscientes del paso del tiempo y del cambio de mentalidad.
Y la historia toma diversos matices al estar narrada por
sus dos protagonistas, Henar y Martin, los cuales vivirán los mismos
acontecimientos de diferentes formas. No es que nos vayan a contar los mismo,
si no que la narración de uno y otro se va solapando y cubriendo un largo
recorrido que la autora nos desgrana sin orden ni concierto. Pero si que una y
otra voz nos van dando perspectivas diferentes. Y lo que podría haber sido un
batiburrillo de escenas y de momentos crea una novela que atrapa y emociona a
pesar de esa arquitectura complicada.
Además conoceremos los lugares más sórdidos de Madrid.
Como una humilde corrala de principios de los sesenta en contraposición al
mundo del lujo y el famoseo. Así mismo toca dos profesiones diferentes en la
época, la de editor y la del mundo de la moda. Esta última relacionada con el
mundo del cine.
En definitiva, no puedo hacer otra cosa que recomendaros
que leáis Después de muchos inviernos. Una novela profunda y delicada que
explora los rincones más oscuros del amor y el desamor. Una novela tan real
como la vida misma.