lunes, 24 de septiembre de 2012

El haiku de las palabras perdidas - Andrés Pascual


Agosto de 1945. Nagasaki

Dos jóvenes se han citado en una colina con la intención de besarse por primera vez. La suya es una historia de amor inocente y excitante que ha comenzado con los versos de un haiku que ambos van a leer juntos.

Mientras Kazuo, el joven de procedencia holandesa, espera a la bella Junko, la hija de una diseñadora de arreglos florales, sucede algo que va a cambiar su destino para siempre. La caída de una bomba atómica unos minutos antes del encuentro destruirá toda la ciudad y causará muchos muertos a la vez que  evitará que los jóvenes puedan unir sus destinos.

Agosto de 2010. Tokio

Emilian Zach es un arquitecto que lleva toda su vida trabajando en un mismo proyecto.  Por fin su sueño se va a realizar cuando el gobierno japonés le entregue una isla donde llevarlo a cabo. Se trata de una ciudad ecológica, que se autoabastece, económica y que no contamina pero que está diseñada para funcionar con energía nuclear.

Pero en el último momento todo se complica y Emilian deberá abandonar ese proyecto al que ha dedicado todo su esfuerzo, dinero, sueños, e incluso por el que ha abandonado a la mujer de su vida.

Ya está a punto de abandonar la ciudad cuando conoce a Mei, una galerista que está obsesionada con encontrar un antiguo amor de su abuela para reunirlos antes de que esta muera debido a una enfermedad que lleva tiempo arrastrando y que terminará con sus días.

Mi experiencia con la novela

Cuando encontré esta novela la sinopsis me pareció muy atractiva al igual que el diseño de su portada, una isla pequeña isla en blanco y negro sobre un mar en calma. Me gustan las novelas ambientadas en dos épocas diferentes y dos escenarios distintos que terminan por estar íntimamente ligadas. Y ese es el punto fuerte de la novela dos historias que en principio tienen poco en común salvo que ambas se desarrollan en Japón y que abordan el tema de la energía nuclear de distintas maneras pero que al final terminan por unir sus caminos.

La primera línea argumental nos sitúa en Nagasaki en el mes de Agosto de 1945. La II Guerra Mundial tiene atemorizada a la población japonesa ya que las tropas aliadas están a punto de tomar el país. Una bomba atómica ha destruido la ciudad de Hiroshima sembrando el pánico entre la población. Aunque Nagasaki apenas ha sido tocada por el ejército debido a un campo de prisioneros que evita los ataques del enemigo y mantiene la ciudad a salvo.

Pero el día 9 de agosto se acaba su suerte cuando una bomba atómica destruye la ciudad dejando a su paso además numerosos muertos y decenas de heridos. La peor arma conocida por el hombre y que ha sido arrojada a esa ciudad por simples cuestiones meteorológicas ya que no era el objetivo acordado.

Entre ellos se encuentra Kazuo que instantes antes de caer la bomba va a reencontrarse con su primer amor en una colina desde donde observa toda la ciudad. La joven a la que espera en cambio no ha tenido tanta suerte y no ha conseguido llegar al lugar de encuentro antes de que la bomba arrasase con toda la ciudad. Instantes después Kazuo observa con miedo y desolación lo poco que ha quedado en pie a la vez que comienza su desesperación por no saber nada de Junko a quien comenzará a buscar desesperadamente.

Kazuo es un adolescente que aunque de procedencia holandesa se ha criado con un matrimonio japonés que lo adoptó después de la muerte repentina de sus padres. Durante su corta existencia se ha sentido perfectamente adaptado a su familia de acogida y a su país adoptivo pero la guerra ha sembrado ciertas dudas en su cabeza porque en el fondo sabe que él es distinto. La relación con sus padres no está pasando su mejor momento y solo la bella Junko, la hija de una vendedora de arreglos florales, es capaz de conquistar plenamente su corazón. Una muchacha con quien ha iniciado una relación que comienza como un juego. Con cuatro haikus (poemas de 17 sílabas) que la muchacha le entregará diariamente hasta que culminen con un beso el último poema.  

 La segunda historia nos sitúa casi en la actualidad. Se trata del año 2010 donde el arquitecto suizo Emilian Zach vive con ilusión la puesta en marcha de un proyecto en el que lleva años trabajando. Es un experto y defensor de la energía nuclear y asesor de Naciones Unidas en ciertas cuestiones ecológicas.

Su proyecto trata de crear una ciudad que mediante un reactor nuclear sea capaz de funcionar por si misma de forma efectiva, barata y limpia, sin contaminación ni emisiones de dióxido de carbono. Lleva toda su vida invirtiendo tiempo y esfuerzo en obtener los mejores resultados pero finalmente el gobierno desautorizada su ejecución y Zach lo pierde todo. Tanto su sueño como su dinero como su esfuerzo.

En medio de este vendaval que le  provoca la desesperación conoce a Mei, una joven galerista japonesa que le pide ayuda para encontrar al hombre de quien su abuela estuvo siempre enamorada.

Con este libro he tenido sensaciones muy dispares pero al final me quedo con la impresión de que no me ha llegado la historia y no he sabido conectar con ella. A priori la sinopsis me parecía muy sugerente tanto por el contexto como por la temática pero una vez leído el libro no me ha gustado tanto como esperaba y me ha dejado bastante indiferente.

 Los acontecimientos que suceden en Nagasaki sí que han captado mi atención y despertado mi interés. Desde todo lo que supuso la caída de la bomba en la ciudad con sus terribles consecuencias hasta la historia de Kazuo y Junko que sin ser demasiado emotiva si se puede decir que merece la pena considerar. Dos jóvenes que a pesar de ser muy distintos han logrado establecer un lazo afectivo en común sin importarles lo que les rodea ni lo que sucede a su alrededor. Además se trata de un primer amor, con todo lo que conlleva.

En cambio, la parte referente a Emilian, el arquitecto, me ha decepcionado bastante porque no lograba hacerme con la historia ni con el personaje.  Incluso se me ha hecho un poco cuesta arriba. El planteamiento de la cuestión del uso de la energía nuclear me ha resultado demasiado monótono y para avivar el debate lo contrapone con las consecuencias del estallido de una bomba atómica. Dos personajes con motivos muy concretos para darnos de forma sutil las claves de sus posiciones. Uno que apuesta firmemente por ella como forma de energía a pesar de que su manejo es complicado y otros que sufrieron las consecuencias de la radiactividad durante años e incluso que siguen manifestándose en las siguientes generaciones. El autor no intenta posicionarnos ni ofrecernos su propia opinión. Simplemente pone las cartas sobre la mesa y que cada uno saque sus propias conclusiones.

Respecto a su historia con Mei, no ha logrado despertar en mí ningún sentimiento. Me ha parecido demasiado aséptica, sin forma ni color. Una relación amorosa que no destaca ni por la pasión, ni por emotividad ni tiene nada que llame la atención.

Tampoco he llegado a entender completamente la forma de actuar de los protagonistas principales. Había puntos muy interesantes como los sentimientos de Kazuo respecto a sus padres adoptivos. El sentirse un extraño en la casa de las dos personas con las que se ha criado y su obsesión por vigilar a los prisioneros europeos que se encuentran en el campo de concentración y con quien Kazuo se identifica pero otras muchas cuestiones no las he comprendido. El porqué se marchó sin tener la certeza de donde estaba Junko y porque no la buscó mas, por ejemplo.

La historia se nos narra en tercera persona y va alternado mediante capítulos las dos líneas argumentales. La historia está muy bien narrada haciendo gala de un estilo muy cuidado, elaborado y rico en detalles. Abundan las buenas descripciones tanto de los personajes como de los escenarios así como imágenes muy concretas de hechos y lugares además de darnos a conocer muchas tradiciones de la cultura japonesa.

El desenlace de la novela me ha parecido demasiado previsible y le hubiese venido bien una buena dosis de originalidad o algún elemento que sorprenda. Quizás demasiado dulzón para lo que es el resto de la historia.

Conclusión

“El haiku de las palabras perdidas” no me parece una mala novela sino todo lo contrario. Esta muy bien narrada, muy bien contextualizada pero en mi opinión le falta algo, quizás acción, quizás profundidad o quizás sea más fuerza. Se que el libro tiene excelentes reseñas y la mía va a ser de las mas negativas.