domingo, 18 de marzo de 2012

El quinto hijo - Doris Lessing


Sin lugar a dudas, Harriet y David Lovatt están hechos el uno para el otro. Son dos personas que tienen la misma meta en la vida, la de formar una gran familia feliz. Para ello sus pilares básicos son amor, hogar y fidelidad.
A pesar de que todo el mundo está en contra de ellos, deciden casarse inmediatamente, comprar una vieja y enorme casa victoriana y comenzar a tener hijos. Todos sus amigos y familiares piensan que están locos, son muy jóvenes, los tiempos han cambiado y su situación económica no es la más adecuada para ello.

Pero David y Harriet solo creen en ellos mismos y no solo han conseguido que su casa sea un lugar de reunión en las fiestas de Navidad y Semana Santa para todos los parientes, si no que con cada hijo más que nace la felicidad de la pareja aumenta.

Todo es perfecto hasta que de repente, tras tener cuatro vástagos, Harriet se queda de nuevo embarazada, pero esta vez hay algo que no es normal. El bebé que está en camino se mueve de forma violenta y demasiado rápida tanto que la madre está cada vez en peores condiciones.

Cuando el niño nace en seguida se dan cuenta de que no es como los demás y sus diferencias harán que la paz y la armonía familiar desaparezcan para siempre.

Personajes
Harriet y David se conocieron en una fiesta que organizaba su empresa de materiales de construcción e inmediatamente se dieron cuenta de que su destino debía estar unido. Él era arquitecto y ella trabajaba en el departamento de ventas.
La historia se sitúa en los años setenta, una época marcada por los cambios sociales. Pero nuestros protagonistas están chapados a la antigua. Ambos son conservadores, anticuados y exigentes. Pero también emocionalmente escrupulosos y sobrios. Nunca seguían las modas y no entendían muy bien a los demás.

Harriet había sido siempre una buena estudiante que pertenecía a una familia solida y bien estructurada. Había estudiado Diseño gráfico en la escuela de arte. Cuando conoció a David era aún virgen y sus dos hermanas menores se reían de ellas por su mojigatería.

Harriet tiene una hermana cuyo matrimonio está pasando por un bache terrible pero no puede divorciarse porque tiene una hija con Síndrome de Down.

En cambio, los padres de David se había separado cuando el contaba con solo siete años de edad. Ambos habían rehecho su vida. Su madre, Molly, se había casado con un historiador y vivían en un casa grande y destartalada en Oxford. Y su padre, James, se había casado con otra mujer. El hecho de que fuese rico hacia que siempre estuviera apoyando económicamente a su hijo quien prácticamente vivía de él.

David había sufrido en sus propias carnes la incomodidad y el sufrimiento de tener dos hogares por lo que buscaba el confort de una familia estable y tranquila. Él prefería estar con su madre, mientras su hermana Deborah prefería el dinero de su padre.
Cuando conoció a Harriet ella tenía 24 años y el treinta. Poco tiempo después de conocerse se mudaron a un piso juntos y se casaron. Como su único objetivo era formar una gran familia buscaron una gran casa que dispusiera de suficiente espacio para los futuros niños en un pueblo cercano a Londres.

La familia encuentra un lugar perfecto de reunión en la casa de Harriet y David, la cual está siempre llena de familiares. Así comenzaron a nacer en este orden, Luke, Helen, Jane y Paul en un intervalo de tiempo de siete años.

Con la llegada de los niños también tuvieron que contar con Dorothy la madre de Harriet, una trabajadora y abnegada abuela que se ve obligada a compartir las obligaciones de sus hijas con los niños mientras lo que ella desea es relajarse tranquilamente en casa y descansar de toda compromiso. Claro que no puede dejar solas a sus hijas con todo el trabajo.
Pero con la llegada de Ben, el quinto hijo, todo cambia. Ya en el embarazo, Harriet nota que algo no va bien. Se siente más nerviosa y crispada que en las ocasiones anteriores. Y el niño que lleva dentro le propina fuertes patadas y le genera grandes dolores.
Al nacer Ben es un niño con un aspecto peculiar que no inspira confianza a los demás. Todo el mundo se siente incomodo con él, los adultos no son capaces de tratarle como a un niño, y los niños le rehúyen. Ben por su parte tampoco tiene la necesidad de ser sociable con sus hermanos. Y poco a poco va destruyendo la felicidad familiar.

Estilo
Aunque la novela fue escrita en 1988 la historia se sitúa unos años antes. Comienza a mediados de los sesenta, un momento en el que la sociedad está cambiando. Las mujeres comienzan a salir de casa, liberalizarse y conseguir un empleo con lo cual sus prioridades han cambiado. El modelo familiar de esposa abnegada con varios hijos estaba pasando de moda y todo el mundo intentaba hacerse a esta nueva sociedad.

Los tiempos cambian y con ello las familias de las que aparecen otras variedades, el divorcio,  las familias mono parentales están al orden del día.

La historia está narrada en tercera persona, la prosa adquiere una forma directa, natural y muy amena de leer. Comienza introduciendo de forma inmediata los personajes en la historia de forma que desde el principio los conocemos bien. Después estos personajes actúan siempre en consecuencia con sus principios aunque en algún momento dudan.

Se nota cuando un autor maneja perfectamente el vocabulario y es capaz de colocar cada palabra en su sitio de forma que adjetivos, pausas y descripciones están perfectamente escogidos.

Mi opinión
El argumento de “El quinto hijo” me parece muy sencillo pero que a la vez tiene mucha fuerza. Creo que es una historia que puede dar mucho de sí para reflexionar y que desde luego por mí no ha pasado de forma arbitraria sino que es una de esas novelas que tienes en la mente durante varios días.

La trama, como os digo, es muy simple. Una pareja cuyo único deseo en formar una familia numerosa en contra de todo el mundo que tal y como corren los tiempos piensan que no serán capaces de salir adelante. Ellos van a necesitar ayuda, económica del padre de David y del tiempo de la madre de Harriet.

A pesar de todos los aprietos por los que pasan la pareja es feliz. Su casa está siempre llena de gente y los hijos vienen casi seguidos y de forma inesperada hasta que llega Ben.

Su madre, desde que tiene a ese niño en el vientre, intuye que algo no va bien, sospecha que se confirma cuando el niño nace. Un bebé al que su madre es incapaz de dar cariño pero el cual a su vez tampoco lo quiere ni lo espera.

A partir de ahí sucede un cambio en la historia, lo que transcurría de forma normal se convierte en un relato que inquieta un poco. La forma que Lessing nos describe el comportamiento de Ben es en ocasiones estremecedor. Un niño que fija la mirada en sus hermanos, que mira como intentando entender, que parece no tener ningún sentimiento como poco nos llama la atención.

Con la llegada de Ben la felicidad familiar se desmorona. Los parientes no están a gusto con el extraño comportamiento del bebé y dejan de visitar a la familia. Los niños le tienen miedo y le rehúyen. Tal es la situación que deberán plantearse qué hacer con este niño.

Esta situación pone a la protagonista en una encrucijada moral. Harriet pondrá a prueba su instinto maternal de forma que deberá decidir entre mantener la unidad familiar y el amor de madre que siente por Ben, ya que estos son incompatibles. Mientras el padre permanece de forma totalmente pasiva y solo desea deshacerse de él. Pero ¿Puede una madre amorosa abandonar a uno de sus hijos? Y no me refiero solo a Ben, porque este niño que necesita toda la atención y cuidados del mundo por su conducta le roba todo el tiempo del que dispone para ocuparse de los otros. Qué debe hacer Harriet que ve como Ben le hace alejarse cada vez más de sus otros hijos. Además no  solo estos niños están cambiando por la situación familiar que vive sino que la situación está afectando a su matrimonio.

También nos cuestiona si una madre debe querer a un hijo por el simple hecho de serlo, sea como fuere este. ¿De donde nace el instinto maternal? La existencia de Ben, el agobio de que este niño acapare todo su tiempo y sus energías teniendo que abandonar a los demás hace que Harriet cambie. Se aleja de David, se siente malhumorada y  apesadumbrada, inmersa en una situación que no puede controlar.

Y luego están el resto de la familia el padre, abuelos, tíos que han perdido toda la esperanza y al final es solo la madre la única que tiene esperanza de que el niño se adapte a los demás, un niño al que le han detectado cierto retraso mental pero al que nadie parece detectar exactamente que le ocurre.
Pero Harriet lo acepta, incluso hay un momento donde piensa que ellos son responsables porque se empeñaron en ser felices y tuvieron la soberbia de estar seguros que lo conseguirían tentando a la suerte.

Por otro lado realiza un análisis a la sociedad, que da de lado al diferente y se aleja cuando no todo va bien. Es muy fácil sentirnos rodeados de gente cuando todo va bien, cuando podemos compartir buenos momentos con esas personas pero que pasa si no todo es “correcto” o “adecuado”.
El único punto negativo que le veo a la novela es que al final la autora se lía inventando explicaciones o buscando qué o quién es Ben, algo totalmente innecesario. Ben es diferente y por tanto su comportamiento también pero no hay que buscarle una explicación fantástica para que surja mayor efecto. Baraja distintas posibilidades, la de un ser extraordinario, la de una mutación genética o incluso alguna teoría aún más extraña.

En resumen, recomiendo esta novela porque el argumento es muy curioso y nos plantea una reflexión sobre la maternidad. La novela no cuesta nada de leer porque es muy corta y el estilo de Lessing bastante ameno.