Título: Érase
una vez la volátil
Autora:
Agustina Guerrero
Publicación:
Lumen, diciembre de 2016
Páginas: 160
¿Alguna vez has deseado romper con todo y empezar de
nuevo?, ¿escapar lejos sin mirar atrás?
La Volátil también...
La Volátil se presentó al mundo con Diario de una
Volátil, un libro en el que dibujaba el día a día con su pareja y su
vida de treintañera, unas viñetas con las que se han identificado más de medio
millón de personas en todo el mundo. Pero ¿qué sucedió antes de todo esto?
En Érase una vez la Volátil la chica con
camiseta de rayas nos habla de la vida, de volver a empezar, de su lucha por
alcanzar un sueño, de sus aventuras y desventuras para poder sobrevivir en la
gran ciudad: el piso compartido, las fiestas, los amigos y algún que otro lío
sentimental.
Este libro es una ventana al pasado que nos permitirá
conocer mejor a la Volátil y quererla un poco más.
Mis impresiones
A Agustina Guerrero la conocí en 2015 con la publicación
de su anterior novela gráfica titulada La volátil. Mamma mía! la cual me encantó y fue mi primer acercamiento a
este género que siempre había pensado que no iba conmigo. Luego leí Diario de una volátil, que se publicó en
2014, y también me dejó encantada. Ambas historias fueron creadas por su autora
a través de un blog autobiográfico que comenzó a escribir la autora y que tuvo
un gran éxito.
En Diario de una Volátil nos presentaba a una chica de treinta años
muy característica con camiseta de rayas, un moño, braguitas a lunares y unos
mofletes sonrosados que estaba siempre en las nubes soñando e imaginando. En Mamma mía! la misma chica iba a ser madre
y nos relataba como vivvía los nueve meses que dura el embarazo, con todas sus incomodidades,
sus miedos y sus nuevas emociones. Su último trabajo es Érase una volátil y es la precuela de las dos anteriores.
En ella nos muestra a una
Volátil aún más joven que tras una decepción amorosa tiene que empezar de nuevo
y lo hace en una cuidad nueva también. En este caso ya hace unos cuantos años
que Agustina Guerrero llegó a Barcelona. Así que iremos viendo cómo fue su
proceso de adaptación, la experiencia de compartir piso, las fiestas, conocer
gente nueva y las pequeñas aventuras cotidianas que la llevan en una u otra
dirección. Pero sobre todo nos muestra ese momento de encontrarse a sí misma,
de superar sus miedos e inseguridades, de no dejarse amilanar por los problemas
y al final seguir hacia delante.
Yo creo que uno de los
grandes logros de esta autora es que consigue de forma divertida y desenfadada
que el lector se refleje en muchas de las situaciones que vive la protagonista
o que se identifique con algunas de sus emociones o estados de ánimo. Por eso
las dos novelas anteriores me gustaron mucho. Una de ellas porque representaba
la vida cotidiana de una pareja joven y la otra el momento en que ambos se
preparan para tener un hijo, una situación que yo había vivido unos meses
antes.
Aunque Érase una Volátil es una novela muy
divertida que te arranca sonrisas, que muestra el mismo desparpajo y sentido
del humor que las anteriores quizás está me ha gustado un poquito menos. Y puede
que la razón sea que no me he identificado tanto con el personaje o que no he
encontrado tanto humor como en el anterior. Me ha parecido una novela un poquito
más “seria”. Aun así el personaje sigue estando lleno de fuerza y vitalidad además
de lanzarnos un mensaje repleto de positividad. Nos muestra que todos pasamos
momentos de bajón pero que poco a poco las cosas se solucionan y se abren
nuevos caminos que aportarán otros momentos para disfrutar.
Al ser una novela gráfica
obviamente el mensaje visual tiene que ser potente y muy expresivo y a mí me
encanta como la autora ha creado las ilustraciones. Son sencillas en el aspecto
de que no necesita demasiados colores ni demasiados elementos para que resulten
atractivas. De hecho se caracteriza por sus impolutos fondos blancos. Aunque de
vez en cuando nos sorprende con la magia del color de forma que incluso es más
efectivo al contrastar tanto con las demás escenas. Los escenarios no tienen
mucha importancia y así casi todo lo focaliza en el personaje convirtiéndose su
expresión corporal y la facial en el punto de referencia máximo para el lector.
Quizás a diferencia de las
otras dos historias anteriores en esta ocasión me ha dado la sensación de que
la historia tiene una trama más definida en vez de ser una especie de recopilación
de anécdotas y situaciones que vive el personaje. Me gusta la falta de pudor (con
sus desnudos, sus momentos en el cuarto de baño y otras intimidades) que
muestran los dibujos de Agustina Guerrero, su originalidad y frescura.
Es un libro que entre las
manos dura una media hora ya que apenas tiene texto y tampoco resulta necesario
porque aún así entendemos a la perfección lo que la autora nos quiere contar.
Conclusión
Creo que Érase una Volátil es un libro que puede
gustar a todo el mundo independientemente que sea aficionado o no a la novela
gráfica. La Volátil es un personaje muy humano, lleno de contradicciones y ocurrencias
en el que muchos de nosotros nos podremos sentir identificados. Además su
sentido del humor y el optimismo se contagian.