No sé muy bien cómo empezar esta reseña y tampoco sé muy
bien que es lo que puedo contaros de este libro. Bueno, en fin, voy a empezar
por el principio. Esta novela me llamó la atención por su sino por su sinopsis
(algo que es lo normal), que comienza diciendo:
“Mi madre es ese tipo de mujer a la que
siempre le sobra día. Para ella, el mundo empieza alrededor de las tres de la
tarde, cuando ya está fregada la cocina. Luego se sienta en el sillón y ve la
telenovela de la uno y entonces es feliz, blanda y feliz. No es cariñosa, no
tiene aficiones y apenas sale de la casa. Lo que más le gusta es irse
a dormir, se pasa la mitad del día esperando que llegue la noche para irse a
dormir.”
El caso es que a mis se me activaron todas las alertas y
mi mente comenzó a aventurarse, conjeturar e ideas. Y me hice una idea
equivocada de la historia que iba a encontrar. Entono el mea culpa pero también
creo que es una de las contraportadas con menos parecido a la historia que he
leído en mi vida.
Ni siquiera sé muy bien que contaros del argumento. Es una
historia coral que en la nos camos a encontrar con la existencia vital de un
grupo de personajes que en principio no sabemos muy bien ni que tienen que ver
unos con otros ni cuál es el objetivo de la novela. Es difícil adelantarse y
saber qué es lo que la autora quiere contar.
Y es que no solo que el libro
no tiene nada que ver con lo que inicialmente intuía sino que su arquitectura también
es rara. Constantemente cambios de persona, de época y de lugar y
tardamos algún tiempo en situarnos. Pero a la que vez que ocurre todo eso el
libro a la vez que superas esa cosa raruna que tienes y que no puedes identificar
la autora te atrapa con su forma de narrar y con lo que cuenta.
En muchas ocasiones predomina
la exposición de las emociones y pensamientos a través de un narrador en
tercera persona que sabe capaz perfectamente su esencia. Un libro que es
imposible que se te haga tedioso o aburrido ya que de vez en cuando nos
encontramos con momentos más distendidos en lo que prima el sentido del humor. En
ellas hay historias muy diferentes que tratan de temas muy humanos como los son
el fracaso y el triunfo, los sueños incumplidos, la vida que se presenta de una
forma que no espera.
Así tenemos la historia de
Manolo, que emigró en los setenta de su pueblo, Argamasilla de Alba, a Mallorca
y cuya vida transita en la monotonía de ir y venir. O a José Antonio, que ha
empezado a trabajar en el mismo bar que Manolo a pesar de que sus aspiraciones
son otras. O a Nieves, que siempre ha soñado con triunfar en el mundo de canción.
O Adela, Howard y Paca. Todos ellos
pertenecen a la misma familia. Todos ellos están anclados a un lugar que les
corta las alas. Porque ellos quieren volar aunque no pueden. Sus historias se
entrelazan y quizás todos ellos tengan algo en común. Esa búsqueda de la
felicidad.
Y también es un repaso de las
últimas décadas de nuestro país, de cómo ha cambiado la sociedad. Desde aquellos
primeros valientes que se iban a buscar la vida a la zona costera en verano
hasta la importancia de las redes sociales en nuestros días.
En definitiva, Los años impares es una novela narrada de una forma original y un poco extraña. No ha resultado ser lo que esperaba pero ha sido una lectura interesante y entretenida.