lunes, 18 de mayo de 2015

Cuando estábamos vivos - Mercedes de Vega




Título: Cuando estábamos vivos
Autora: Mercedes de Vega
Publicación: Plaza y Janés, abril de 2015
Páginas: 528

Una excepcional novela sobre el amor y el destino, la memoria y los secretos de familia.

En los albores de la Segunda República, Lucía Oriol es una joven esposa aristócrata en una sociedad en plena transformación, cuya vida da un vuelco cuando conoce a Francisco Anglada, viudo empresario de origen judío, que compra una residencia a la familia Oriol en la calle Pintor Rosales. Lo que comienza como una tórrida aventura amorosa, se enreda cuando aparece Jimena, la conflictiva hija de Francisco. La relación entre Jimena y Lucía, la doble vida de ésta y el pasado oculto de los Anglada destaparán un torbellino de celos, venganza y traición de los que nadie saldrá indemne.

El amor de Lucía Oriol por un hombre atrapado en el laberinto del pasado y la necesidad de contar la verdad y de hacer justicia, alimentan este retrato de dos linajes, inspirado en hechos reales, en un Madrid convulsionado al borde de la Guerra Civil.

Con la riqueza de una sobresaliente prosista, Mercedes de Vega bucea en nuestra historia más personal para mostrar que en todas las familias se esconden secretos que pueden resultar letales. Cuando estábamos vivos no es solo la historia de una mujer que debe elegir entre la razón y el corazón, también es el fresco de una época y de una ciudad que marcarán los destinos de sus protagonistas.

Mis impresiones

No sabéis las ganas que tenía de hablaros de esta  novela y compartir mis impresiones con vosotros. Cuando estábamos vivos ha resultado ser toda una sorpresa y ya la he colocado entre mis mejores lecturas del año. Esta es la primera incursión de Mercedes de Vega en una novela de este corte y yo diría que existe en ella una mezcolanza de géneros muy bien armada y que resulta muy atractiva. El fondo de la misma está inspirado en la historia de su propia familia que ha logrado completar gracias a una larga investigación en la que ahondó en sus raíces y la historia de sus antepasados.

“Casi siempre te miraba sin verte. Su mirada atroz te devoraba, y no podías evitar responder esas preguntas que sus labios no necesitaban pronunciar para hacerse entender, como si fuese toda ella transparente, sin huesos, sin carne, sin humanidad.”

Así es como comienza esta historia, por el final. En la última etapa de su vida, Lucia Oriol entrega un testimonio a su nuera en el que relata una apasionada y turbulenta historia en la que el amor y lo secretos familiares tienen un protagonismo esencial.

Así, en retrospectiva, nos situamos en Madrid del año 1928. Un momento en el que Lucía era una joven de casi veinticinco años perteneciente a la aristocracia española que disfrutaba de una vida muy apacible. Casada con un hombre italiano y madre de un niño dedicaba la mayor parte del tiempo a recaudar dinero para un hospicio que había fundado. Cuando conoce a Francisco Anglada, un empresario provinciano, su vida se pone del revés. Entre ellos surge una pasión muy intensa que le hace a Lucía replantearse su vida por completo y sobre todo deja patente el deseo de libertad que siente. Pero la historia se complica aún más cuando conoce a Jimena, la hija de Francisco, una muchacha de carácter complicado que carga a sus espaldas un drama familiar que afecta a los Anglada.

Cuando estábamos vivos me conquistó desde la primera página y me ha resultado una lectura completamente envolvente que he disfrutado muchísimo palabra a palabra. En la novela encontramos algo de saga familiar, una excelente recreación del contexto político y social del momento en que se desarrolla la acción pero sobre todo destaca su aspecto emocional que crea muchísimos sentimientos y sensaciones en el lector a través de una turbulenta y apasionada historia de amor entre una mujer casada y un  hombre viudo. Se ve en ella el amor y el compromiso con la familia,  la infidelidad,  la lealtad a los ideales, a los orígenes y a uno mismo, la violencia y los deseos de venganza. Además la novela no está exenta de cierta intriga ya que en las primeras páginas la narradora nos habla de un secreto que lleva enterrado más de cuarenta años, un secreto confesado a Lucía y del que ella necesita desprenderse.

Los personajes me han resultado muy atractivos construidos cada uno de ellos con mucho fondo y de forma muy real. Pero quizás un aspecto que me ha pareció sobresaliente en la historia es la multitud de caras y aristas que presentan y como sus comportamientos huyen de ese halo de bondad encaminado a satisfacer al lector y nos los presenta con sus luces y sombras, con sus contradicciones, sin miedo a que actúen de forma incorrecta, que se muestren egoístas, descorazonados o que el lector puede reprobar sus actos.

Lucía Oriol es la persona encargada de contarnos una parte de la historia. Es una mujer educada en un ambiente conservador y creyente a quien han casado con un buen partido. Una mujer en quien Francisco Anglada despierta un mundo de sensaciones y emociones y que le hacen abandonar prácticamente todo lo demás e incluso diría que en cierta medida se obsesiona con él. Anglada es un empresario viudo con un carácter peculiar. Es un seductor que guarda a sus espaldas un pasado que pretende olvidar y unas raíces que desea preservar a toda costa. Quizás lo que más llame la atención de este personaje es su desapego a los sentimientos, la forma en que trata a su hija Jimena, sin importarle sus sentimientos. Hay otros personajes en la novela que resultan muy interesantes pero no os voy a desvelar sus identidades ni el papel que juegan.

Os decía antes que en la novela existe un gran historia de amor aunque en realidad se trata de un triangulo con los vértices muy diferenciados. Dos hombres que aman a la misma mujer y una mujer que se debate entre ellos. Y aquí la autora, en mi opinión, rompe con los típicos clichés que cabría esperar. Roberto, el marido de Lucía, desprecia España y participa en el gobierno de Mussolini pero a ella la tiene es un pedestal y hace lo indecible porque permanezca a su lado. No se le puede culpar que su mujer caiga en los brazos de otro hombre. Si en el marido no cae en un tópico tampoco lo hace con el amante ni lo convierte en un dechado de virtudes.

Una buena parte de la novela y primordial es la que hace referencia al contexto histórico que recrea. La novela comienza en 1928 en Madrid hasta los inicios de la Guerra Civil. Una ciudad que cobra especial protagonismo en la historia y en la que vamos transitando continuamente sus calles. La autora refleja con exactitud los cambios que se producen en lugares como Pintor de Rosales o la recién diseñada Ciudad Lineal. Pero también vemos como la ciudad vive de primera mano una época de profunda transformación, de inestabilidad y revueltas. La dictadura de Primo de Rivera estaba a punto de llegar a su fin y la abdicación de Alfonso XIII estaba cercana. Seremos testigos del esplendor y el lujo con que la clase alta vivía en contraposición con el pueblo llano que vive entre el paro, las huelgas y la pobreza.

La novela está narrada con un estilo impecable, sugerente, envolvente y evocador. Son dos los narradores, una primera y tercera persona, los que nos van relatando y componiendo la historia en dos líneas argumentales que suceden de forma paralela. La prosa es muy detallista, el lenguaje cuidado pero natural y los diálogos muy vivos siendo una novela que hace sentir muy a gusto al lector entre sus páginas.

Conclusión

Cuando estábamos vivos es una novela completamente cautivadora y muy elegante que atrapa entre sus páginas gracias a la exquisita forma en que está narrada, a la profundidad de sus personajes, a la historia de amor que nos cuenta, a la intriga que nos proporciona y a un aspecto muy emocional que nos depara todo un mundo de sensaciones. Es una novela redonda.