Título: A contraluz
Autora: Rachel Cusk
Publicación: Libros del Asteroide, 2016
Páginas: 218
Una escritora
inglesa llega a Atenas en pleno verano para impartir unos cursos de escritura.
Durante su estancia en la capital griega, la gente que va encontrándose decide
sincerarse con ella y contarle aspectos importantes sobre sus propias vidas.
En el calor
sofocante de la ciudad, los diferentes interlocutores confiesan sus amores, sus
ambiciones y miedos a la narradora, de quien apenas sabemos que está separada y
es madre de dos hijos. De este modo, una secuencia de voces ajenas va trazando
un complejo tapiz humano que acabará perfilando por contraste la personalidad
de la narradora y los sucesos más decisivos de su vida: el sentimiento de
pérdida, la búsqueda de un sentido a la vida familiar, la dificultad de
establecer lazos de confianza o el misterio de la creatividad. A contraluz nos habla de cómo
construimos nuestra forma de ser a partir de nuestra propia vida y de la de los
demás.
Publicada en 2014 y
aclamada por la crítica, A contraluz
confirma a Rachel Cusk como una de las escritoras más brillantes de la
literatura contemporánea.
Mis impresiones
“Una novela sobre cómo nos contamos
historias y tejemos el relato de nuestras vidas”
Esta es la frase, que aparece en la faja de la novela,
que me acercó a A contraluz, la
última obra publicada de la canadiense Rachel Cusk. Una autora que a pesar de
tener varios títulos publicados en nuestro país y contar además con un número
notable de premios no conocía de nada. Esta es la primera novela (publicada originalmente
en 2014 y finalista de varios premios) con la que da comienzo a una trilogía
que contará con la misma protagonista. Aunque creo por la estructura de esta
novela que su lectura podrá ser completamente independiente. La segunda, Transit, verá la luz a finales de 2016.
A contraluz da
comienzo cuando una escritora inglesa (de la que creo no llegaremos a conocer
el nombre) viaja en avión dirección a Atenas para impartir un curso de
escritura durante el verano. Desde ese mismo momento, en su llegada, cuando se
instala en el apartamento que le han cedido y durante el curso se encontrará a
una serie de personas que le irán contando sus vidas.
No hay más argumento que este en la novela pero sin
embargo y con tan poco la autora es capaz de atraparte sin remedio entre sus
páginas. El atractivo de este libro consiste en cómo la autora va desgranando
las vidas de todos esos personajes que rodean a la escritora engarzándolas con
unas reflexiones muy sutiles y agudas. Estas nos hablan sobre las relaciones
humanas, sobre el trabajo, la crianza de los hijos o sobre la vida en general.
La novela está narrada en primera persona aunque no es de
su protagonista de quien más datos vamos a conocer. Ella nos irá dejando
algunos detalles según vengan al caso. Son las conversaciones con los demás la
forma en que se desarrolla A contraluz.
En ellas los verdaderos protagonistas de estas historias narran sus vidas. Pero
con la particularidad que aporta la subjetividad. Las personas contamos
nuestras vivencias de un modo único y personal que incluso no tiene por qué
coincidir exactamente con la realidad. Hacemos una versión propia de nuestra
vida. Bien porque preferimos dar cierta imagen a los demás, bien porque no
somos conscientes de que nuestras percepciones distorsionan la realidad o bien
porque los recuerdos empañan, de forma positiva o negativa, lo que hemos
vivido.
“Me parecía, continué, que muy pocos de
nosotros llegábamos a saber lo verdaderamente buenos o lo verdaderamente malos
que podíamos ser, y que la mayoría nunca íbamos a vernos tan contra las cuerdas
como para poder descubrirlo”
(Página 62)
Estos personajes que componen el alma de la novela a
menudo ni siquiera se nos presentan con su nombre. El vecino de vuelo (como la
escritora la llama), un compañero de profesión, un antiguo amigo, una nueva
escritora recién conocida o incluso los alumnos del curso que se está
celebrando. Todos ellos van exponiendo sus vidas como monólogos de forma que ni
siquiera parecen interactuar con la escritora, quien escucha y quien en ocasiones
se permite opinar sobre lo que le van narrando e incluso descubrir algunas
parcelas de su vida o sus emociones a través de los relatos de los demás,
quizás por comparación. Y sus relatos no siempre parecen hacerse eco de la
verdad, a veces se contradicen y otras tienen carices extraños. Hablan de sus
exparejas, de sus hijos, de sus decepciones, las dificultades, los errores y
miedos o de sus sueños.
En nuestro día a día escuchamos a nuestros familiares,
amigos o vecinos contarnos sus historias. El hecho de ya conocerlos nos aporta
una información extra, que ellos callan. Pero qué diferente resulta cuando nos
enfrentamos a la de un desconocido. Una persona en la que no sabemos calibrar
los matices, lo que se esconde realmente tras lo contado. Al mismo tiempo esta
relación con desconocidos para la propia protagonista es como si la liberarse. No
tiene por qué hablar, contar quien es ella misma ni como es su vida. Nadie la
conoce ni tiene nada que aparentar.
Y aunque sea una novela sin trama principal, pero con
tantas secundarias como personajes, esta no se echa de menos. Durante su lectura
el cuerpo demanda tranquilidad, demanda parones para darle vueltas a las muchas
frases sugerentes y evocadoras que nos provocarán reflexiones. Y muchas de
ellas incluso para sacarlas de la novela y copiarlas. El estilo narrativo metódico,
muy cuidado y sutil de forma que el relato de Cusk te va envolviendo e
introduciendo de lleno en la historia. Y entrelazadas entre todas esas
historias hay alusiones a la literatura y al proceso de escribir.
Conclusión
A contraluz es
una novela aparentemente sencilla pero muy efectiva que yo creo que tiene
tantas interpretaciones posibles como lectores. Una historia compuesta de
muchas otras historias. Una novela original, inteligente e hipnótica que me ha gustado mucho
leer. Me quedo sobre todos con esas reflexiones que me ha proporcionado la
autora.