Páginas

miércoles, 5 de junio de 2013

Dime que lees.... y te diré quien eres



Indudablemente una queda mucho mejor si dice estar leyendo a Dickens o Kafka que si cuenta de forma entusiasta haberse comprado la última novela de David Safier (con todo mi respeto). Siempre que la ocasión lo permita y la conversación lo requiera, introducir nombres como Proust, Shakespeare, Tolstoi o Thomas Mann le da a una cierto prestigio y le sitúa en un nivel que no todos los lectores llegan a alcanzar.

Adentrarse en la lectura de algunos de los clásicos como Virgilio u Homero puede hacerle a uno muy erudito pero lo cierto es que en ciertas ocasiones su lectura no resulta fácil ni demasiado entretenida. Cuando queremos impresionar podemos hablar de autores consagrados pero en el fondo seguro que hay otro tipo de lecturas, con menos caché, que seguro que alguna vez nos hayan hecho vibrar a pesar de ser conscientes de que no destacan por su calidad y tal vez, incluso sean un poco malas. Un mismo lector no siempre necesita lo mismo y a veces buscamos mera diversión o entretenimiento sin más complicaciones.
Ernest Hemingway dijo en una ocasión:

“La obra clásica es un libro que todo el mundo admira, pero que nadie lee”

Todos sabemos que debemos conocer los clásicos, que de ellos se desprende sabiduría a raudales  pero otra cosas distinta es la dosis de paciencia que maneje cada lector. En ocasiones estos autores se convierten en un tortuoso y tedioso camino que aburre hasta a las moscas. A quien no le ha perseguido hasta en sueños el ingenioso hidalgo Don Quijote, con Sancho Panza, rocinante y yelmo incluido cuando en la más tierna adolescencia, y cuando tenemos cosas muchísimo más interesantes que hacer,  se nos impone este tipo de lectura.

¿Qué de verdad hay entre los libros que decimos haber leído y los que en realidad hemos leído?

Pero me gustaría ir más allá. Hay muchos lectores que es verdad que han leído clásicos pero al finalizarlo no han entendido nada. ¿Y de que sirve esa lectura?

Ya que estamos en materia os propongo que me contéis cual ese libro que os enorgullece haber leído, aquel que procuráis no mencionar a pesar de haberos entusiasmado y cuál es el que habéis dejado por imposible.

Para romper el hielo os contaré que uno de los libros más complicados que he leído ha sido Doctor Zhivago de Boris Pasternak, cuyo estilo narrativo hizo que sus primeras páginas se me hicieran cuesta arriba pero que terminé muy satisfecha.

En cambio, la saga Crepúsculo, a pesar de sus limitaciones y sus pequeños inconvenientes la disfruté como una enana.

El libro que jamás he podido terminar y lo he intentado varias veces es Rayuela de Julio Cortázar. Nunca he logrado pasar de las primeras páginas.