A Laura Castañón la conocí hace un par de años con su
anterior novela, La noche que no paró de
llover, de la cual solo puedo decir cosas buenas. Disfruté muchísimo su
lectura y en cuanto vi que la autora volvía a publicar enseguida quise volver a
leerla. Hoy os traigo mis impresiones sobre Todos
los naufragios, una novela completamente distinta a la anterior, pero en la
que se ve la misma esencia y buen hacer de la autora.
Comienzo a hablaros de este libro diciendo que esta es la
historia de una gran amistad. La de Gregorio Santaclara y Onel Forqueros que
comienza cuando solo son unos niños y se conocen en Nozaleda, un pueblo
ficticio de Gijón a principios del silgo XX. Cada uno de ellos pertenece a una
clase social distinta. Mientras el primero pertenece a una familia adinerada el
otro pertenece a la clase obrera. Y aunque los Forqueras lograrán que el dinero
no falte en su vida siempre habrá una distancia con los Santaclara, a quienes
un día sirvieron.
Pero sería injusto decir que esta es solo una novela que
nos habla de amistad porque Todos los
naufragios también nos habla de lealtad, de traición, de frustración, de
desazón, de supervivencia, de dramas del pasado que viajan al futuro, de dolor,
de resentimiento, de esperanza, de vida, muerte y entre otras muchas cosas y,
como un tema con mucha fuerza y peso en la historia, nos encontramos con el amor.
Amor y amistad, en mi opinión, forman parte de los ejes más importantes a nivel
emocional sobre los que gira nuestra vida. Y en novela lo veremos a diferentes
niveles, de diferentes formas y distintas perspectivas. Porque hay muchas
formas de experimentar y vivir lo mismo, tantas como personas hay en el mundo.
Los seres humanos somos tan diferentes entre nosotros mismos que estas
temáticas ofrecen posibilidades infinitas y la autora las aprovecha a la perfección.
Los personajes que habitan esta novela me han parecido
sensacionales. Bien construidos, atractivos, con muchos matices,
contradicciones y sobre todo muy humanos. Al final nos encontramos ante una
novela coral que es prácticamente una saga familiar y muchos de ellos nos
acompañarán durante casi toda la novela. Al final terminas cogiéndoles cariño,
entendiendo a aquellos que al principio no llegabas del todo, queriendo,
odiando y me ha dado mucha pena decirles adiós. Los sentía muy cercanos y muy
familiares.
La autora ha creado un mundo muy completo y complejo, con
muchas subtramas que cada una tiene su atractivo e interés. No hay nada que me
haya sobrado en la novela. Solo he nombrado a Onel y Gregorio pero hay muchos
más que nos causarán diferentes emociones.
Otro punto que está muy bien trabajado es la ambientación
y contextualización histórica de la novela. Sabemos que en España los primeros
años del siglo XX fueron convulsos y complicados. Y como tal sus personajes
vivirán las consecuencias y bajo las circunstancias de lo que sucede a su
alrededor. Tanto política como socialmente (lucha de ideales, dos bandos,
guerra civil, dictadura, resistencia, etc…). Lo que me ha gustado muchísimo es
que Laura Castañón no nos lo explica de nuevo como hacen otros autores, porque
en realidad ya no lo necesitamos.
La verdad es que durante gran parte de la novela me he
preguntado sobre el título porque en ella no hay mar, no hay barcos ni
naufragios. Y sin la intención de aclarar mucho solo os digo que me ha
encantado la explicación, que llega ya avanzada la novela.
Ya os advierto que no es una novela para darse el
atracón. No es una de esas sagas familiares livianas y superficiales que entran
tan bien en esta época de calores. Todos
los naufragios es una novela para saborear despacito por su narración
exquisita, porque su ritmo no es alto y porque es como más se va a disfrutar.
Todos los naufragios ha resultado ser una gran lectura
para mí. Con una conjunción de tramas atrayentes e interesantes, unos
personajes que cobran vida y mucho oficio a la hora de narrar Laura Castañón ha
construido una novela que no voy a olvidar fácilmente.