Título: Mujeres
errantes
Autora: Pilar
Sánchez Vicente
Publicación: Roca,
abril de 2018
Páginas: 362
Sin miedo. Sin rumbo. Sin freno.
Greta Meier, famosa escritora suiza afincada en
Londres, retorna a su tierra natal en un último intento por detener la deriva
de sus días. Sorprendida por la inesperada enfermedad de su progenitora, decide
compensar sus prolongadas ausencias y aparcar los reiterados enfrentamientos,
permaneciendo a su lado hasta el fatal desenlace.
Sin embargo, sus últimas palabras siembran una
duda demoledora, dejando entrever en el último suspiro el gran secreto de la
vida de Greta: ¿Quién era la mujer muerta, si no es su madre? Con la única
compañía de sus cenizas, la autora emprende un viaje al pasado en busca de su
propia identidad.
Siguiendo el único hilo disponible, localiza un
punto en la costa norte de España y hacía allí se dirige. Pronto atisbará que
la vieja rivalidad entre la Tiesa y la Chata, dos pescaderas ambulantes,
esconde la clave de su origen, pero las preguntas se acumulan sin respuestas. Y
el tiempo se acaba.
Mis impresiones
Siempre me han
gustado las historias protagonizadas por mujeres. Leer sus vivencias me resulta
enriquecedor, más aún cuando toca aspectos históricos que me revelan cómo
vivieron en distintas épocas y en distintos lugares. Y sobre ese aspecto se
basa esta novela, Mujeres errantes.
La novela comienza
cuando Greta, una escritora en horas bajas, regresa desde Londres a su hogar
familiar en Zermatt (Suiza) para hacer las paces con su madre. Llevan años sin
hablarse y ahora que Greta se ha librado de su adicción a las drogas pretende
pasar un tiempo con ella y retomar la relación que un día perdieron. Sin
embargo se encuentra con algo inesperado. Su madre tiene una grave enfermedad y
su pronóstico es devastador. Pero poco antes de exhalar el último aliento le
hace una confesión. Greta no es hija de ella ni del que creía que era su padre.
Entonces ¿Por qué ha vivido una vida llena de mentiras? ¿Quiénes son sus padres
realmente y donde están?
Confusa y algo
descreída decide sacar a la luz toda la verdad. Con solo una foto de referencia
tomada a principios de los años sesenta decide viajar a un pequeño pueblo el
norte de España. De esta forma comienza a indagar en el pasado hasta que se
encuentra con una mujer a la que llaman “la Chata”. Su historia será reveladora
y sacará a la luz el testimonio de una vida pero también una verdad dolorosa.
Mujeres errantes es un homenaje a esas mujeres fuertes y
valientes que tuvieron que enfrentarse a muchos obstáculos y que lucharon con
todas sus fuerzas para sobrevivir. Esas mujeres que huyendo de la pobreza
abandonaron sus casas y probaron suerte en otros lugares. Algunas tuvieron
suerte y otras no tanto. En la novela se tocan temas muy delicados pero de
forma rotunda. Son la emigración, el maltrato, la pobreza, el engaño, el amor
tóxico o la traición como base sobre la que gira su trama argumental. Y lo hace
a través de dos féminas que dan vida a la novela y que son sus personajes
principales a las que se suma Guillermo, un sacerdote misionero que viaja a
Nicaragua.
Eloina es la madre
de Greta (pongámoslo así porque es el punto de partida y hasta el final no
sabremos la verdad). Una mujer que dejo su tierra natal en Asturias y encontró
una buena vida en Suiza. Mantenía una relación con un hombre casado y supo esperar,
tener paciencia y logró prosperar gracias a su buen ojo para los negocios y a una
pequeña tienda de suvenires en el corazón de Zermatt. Siempre intentó que su
hija tuviese lo mejor aunque llegó un momento en que Greta y ella se
distanciaron. Enviada a un exclusivo internado la joven comienza a cambiar. Ciertos
acontecimientos en su vida la desbordan y la rebeldía y las malas compañías
hacen mella en su carácter hasta toparse de frente con las drogas, que serán su
perdición. Para Greta encontrarse con Hansel fue una de las cosas más negativas
que podrían haberle ocurrido.
Un personaje que me
ha parecido muy bueno y que desde luego enriquece muchísimo la novela es Julia,
a quien siempre han llamado La chata. Una mujer que tuvo una vida durísima, que
resistió la más absoluta pobreza, que nunca aprendió a leer ni a escribir, que
trabajó desde niña con su madre vendiendo pescado por las calles, que terminó sufriendo
una gran traición de manos de un ser querido y que tiene una lengua afilada y
muy honesta. Sus palabras aún están cargadas de rencor aunque también se atisba
en ellas cierta nostalgia.
Una de las cosas
que me ha gustado mucho conocer en esta novela es la vida de las pescaderas de
Cimavilla en Gijón en los años sesenta, para lo cual la autora se ha basado en
las historias que su abuela le contaba siendo una niña sobre su propio puesto
de pescado. Es obvio que la autora ha trabajado mucho este aspecto y lo moldea perfectamente
para adaptarlo a la historia. Fueron mujeres que tuvieron que trabajar muy duro
para sacar a sus familias adelante. Y muchas de ellas tuvieron que irse de allí
para no morirse de hambre. Un contraste tremendo con otro de los emplazamientos
de la novela. El pueblo de Zermatt en Suiza, a donde llega Eloina con su hija,
parece uno de esos lugares de ensueño. Al lado de una estación de esquí la vida
transcurría entre turistas y una atmosfera irreal.
La autora utiliza
una estructura que ofrece gran dinamismo al relato. Son tres hilos argumentales
que están perfectamente hilados e interconectados entre sí. Tenemos a Greta
narrando en primera persona y como va llegando a descubrir el pasado de dos
formas diferentes. Una es la narración de La Chata y la otra es a través de las
cartas, nunca leídas ni contestadas, del padre Guillermo desde Nicaragua. Todo
ello junto a un estilo directo y claro pero con personalidad hace que sea una
de esas novelas que te atrapan en su historia desde el comienzo.
Conclusión
Mujeres errantes es una novela que recomiendo sin reservas. Una
historia cargada de otras historias en la que hay emociones, descubrimientos, algunos
personajes arrebatadores y un contexto sumamente interesante. Una novela que
atrapa desde su inicio hasta el fin.