Título: El ratón y la
montaña
Autor: Antonio Gramsci
Ilustradora: Laia
Doménech
Publicación: Milarzones,
2017
Páginas: 48
Edad: +6 años
Desde la
cárcel, Antonio Gramsci escribió muchas cartas a
su mujer. En una de ellas le cuenta un cuento para que se lo lea a sus hijos:
el de un ratón que se bebe la leche del desayuno de un niño.
Cuando el niño despierta y llora de hambre, el ratón pide leche a la cabra, que no puede dársela si no pace antes. Pero el prado no tiene hierba, ni la fuente agua... todo está destrozado por la guerra y la especulación. El ratón promete en nombre del niño que plantará árboles cuando sea mayor, y todo el mundo se pone a trabajar para que el niño pueda desayunar... y el pueblo recupera su vitalidad anterior.
Con cálidas ilustraciones, Laia Domènech (La zanahoria) interpreta maravillosamente el cuento.
Cuando el niño despierta y llora de hambre, el ratón pide leche a la cabra, que no puede dársela si no pace antes. Pero el prado no tiene hierba, ni la fuente agua... todo está destrozado por la guerra y la especulación. El ratón promete en nombre del niño que plantará árboles cuando sea mayor, y todo el mundo se pone a trabajar para que el niño pueda desayunar... y el pueblo recupera su vitalidad anterior.
Con cálidas ilustraciones, Laia Domènech (La zanahoria) interpreta maravillosamente el cuento.
Mis impresiones
Detrás de este álbum ilustrado que hoy os voy a presentar se
esconde una gran historia. La de su autor que con esta pequeña historia pretendió
lanzar un gran mensaje. Y os voy a contar un poco porque creo que es de esas
ocasiones en la que merezca la pena conocerlo.
Antonio Gramsci fue uno de los creadores del Partido Comunista
Italiano a parte de uno de los grandes intelectuales del siglo XX. Y como tal fue considerado una enorme amenaza
para el fascismo por el gobierno de Mussolini. Es la razón por la que fue
encarcelado en 1926. La condena era de veinte años que no llegó a cumplir por
su mala salud. Tristemente falleció en 1937.
Sin embargo durante todos esos años en la cárcel escribió gran
parte de su obra a parte de un buen puñado de cartas a su mujer. En una de
ellas contaba un cuento y le pedía a Guilia, que así es como se llamaba ella,
que se lo contara a su vez a sus hijos.
En El ratón y la montaña
conocemos la historia de una niño que lloraba porque no tenía qué desayunar. Un
ratón se había bebido su leche y al ver llorar al niño le causó mucha pena. Pero
él sabía dónde encontrar leche. De esta manera fue a hablar con la cabra y está
le dijo que se la daría si el ratón le conseguía hierba. Así que el ratón fue
al campo a pedir hierba para la cabra. Y el campo le dijo que sin agua no
podría darle lo que pedía. Y así llegó a la fuente del pueblo que necesitaba
algunos arreglos…. Entonces, necesitaban un albañil. Este dijo que el arreglo demandaba
piedras de la montaña… la cual, a su vez, también tenía una petición… ¿Logará
alguna vez el ratón satisfacer el deseo del niño?
Con esta historia de estructura repetitiva, que viene muy bien
para que los niños sigan el hilo, y frases cortas Antonio Gramsci quería dar a
conocer a sus hijos, Delio y Guiliano, un cuento típico italiano para hacerles
ver la deforestación que estaba acabando con el país. Un tema muy serio que
está acabando con la vida en nuestro planeta. Aunque leyendo la historia para
mí aparte de eso se puede obtener otro gran mensaje. Y es que cada uno de
nosotros podemos poner un granito de arena para contribuir a mejorar las cosas.
Todos podemos dar algo pero también lo necesitamos. De forma que los individuos
viven interconectados en la sociedad.
Las ilustraciones de Laia Doménech son muy plásticas y me han
gustado como apoyo a la historia. Con sobriedad y casi con una monocromalidad grisácea, que
solo se rompe con alunas pinceladas de verde, jugando constantemente con
textura, fondos blancos impolutos, y figuras romas creo que visualmente se adaptan
a cualquier tipo de lector. Ya lo he dicho en varias ocasiones pero creo que
los libros de Milrazones son válidos para niños de seis, siete años, para jóvenes
y para adultos.
Tampoco quiero dejarme un último detalle en el tintero y es que
llama la atención que este libro no tenga su lomo en la parte izquierda como lo
tienen los demás sino que lo tiene situado en la parte de arriba y se abre como
si fuera un cuaderno. A pesar de que no es algo que determine su lectura, aunque
si tiene una razón de ser, a mi hija le ha divertido este detalle.