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jueves, 23 de julio de 2015

La emperatriz de los helados - Anthony Capella



Título: La emperatriz de los helados
Autor: Anthony Capella
Publicación: Duomo, mayo de 2015
Páginas: 482

UNA HISTORIA DE AMOR EN LA QUE LOS SECRETOS DE PALACIO RECORREN DELICIOSAMENTE LOS CAMINOS DEL DEBER Y LA PASIÓN.

Versalles, Siglo XVII. Louise de Keroualle, hija de una familia noble que ha perdido buena parte de sus riquezas, vive en la Corte de Luis XIV con la esperanza de encontrar un buen marido. Allí conoce a Carlo Demirco cuyo talento culinario le ha permitido gozar de una posición privilegiada en la Corte del Rey Sol. Los dos serán enviados a Inglaterra donde compartirán la misión de seducir al rey Carlos II. Ella mediante sus encantos y él con su exquisito arte de hacer helados.

En este entorno tan intrigante como distinguido, Carlo se sentirá profundamente atraído por la hermosa y enigmática Louise e intentará conquistarla, poniendo en jaque su fidelidad al rey.

Mis impresiones

Debe ser por mis ideas preconcebidas que me acerqué a este libro esperando encontrar algo totalmente distinto. Muchas veces asocio ciertas ambientaciones temporales y las novelas históricas a un estilo algo formal y denso. Quizás por eso La emperatriz de los helados me ha resultado una muy grata sorpresa siendo una lectura que he disfrutado mucho más de lo que esperaba.

Cuando comienza la historia, que transcurre en el siglo XVII, conocemos a Carlo Demirco un joven a quien su humilde familia vendió con siete u ocho años a un persa llamado Ahmed. De esta forma el joven abandonó su isla natal para comenzar a trabajar en Florencia en la corte de los Medici. Su primera labor será la de transportar bloques de hielo pero también tendrá la oportunidad de conocer todos los secretos que entraña la creación de helados, sorbetes y granizados. Gracias a ello tendrá la oportunidad de escapar de un amo tirano y cruel y llegará hasta Francia cobijado en la corte de Luis XIV en la cual su destreza para combinar sabores y elaborar espectaculares postres helados le llevará a ocupar un lugar privilegiado.

Este es el mismo lugar en donde conocerá a la joven Louise de Keroualle, la hija de una antigua familia Bretona venida a menos, que aspira a encontrar un marido que le ofrezca una posición ventajosa en la sociedad. Sin embargo la vida de los dos jóvenes toma un rumbo inesperado para ellos cuando son enviados a Inglaterra para animar al rey Carlos II y sacarle de la depresión en que lo ha sumido la muerte de su hermana. En juego está el futuro de Europa y ante esta circunstancia mientras Carlo se enfrenta al dilema de intentar conquistar a la mujer que ama o ser fiel al imperio francés, Louise se debate entre sus propias convicciones y lo que se espera de ella.

La emperatriz de los helados es una historia fresca que se lee de forma placentera y que nos habla de intrigas palaciegas y como telón de fondo una historia de amor que es complicado que termine de forma feliz. Tiene además un destacado aspecto histórico en el que encontraremos además el atractivo de acercarnos al proceso de elaboración antiguo de los helados y su historia. Algo que me ha resultado tan refrescante (muy acertado con las temperaturas que ahora mismo tenemos) como interesante.

Hay dos personajes que destacan fundamentalmente en la historia. Son Carlo Demirco y Louis de Keroualle. Este último es un personaje histórico real conocido por ser la amante de Carlos II. El primero de ellos es un joven sin raíces, de orígenes humildes que ha sido comprado para trabajar. Un personaje que evoluciona muchísimo en la historia y del que vemos sus ansias de aprender y progresar, algo que consigue gracias a su tesón y habilidad. Su objetivo es encontrar el helado de la consistencia perfecta, aquel que deleite los paladares más exquisitos. Muy distinta es Louis, una joven procedente de una familia noble arruinada que espera encontrar un buen marido como tabla de salvación a su situación. Pero al no tener riqueza ni dote convierte este deseo en algo casi imposible. Es una joven inteligente, tozuda, desapasionada y de férreas convicciones morales que se mantiene firme en la idea de honrar a su familia. Quizás he conectado en mayor medida con el personaje de Carlo que se ganó mi simpatía de forma inmediata. En cambio en Louise, tal y como el autor nos la quiere mostrar, he encontrado un personaje más frío y distante haciendo referencia al título de la novela. Son personajes bien caracterizados y construidos con mimo.

La novela, que tiene una base histórica real, se desarrolla en el siglo XVII en diversos lugares de Europa como Italia, Francia e Inglaterra mostrándonos las diferencias existentes entre la cultura, las costumbres y el pensamiento de cada uno de estos países. Cobran especial protagonismo dentro de este trasformado cultural Carlos II de Inglaterra y Luis XIV. Al primero el autor lo define como un hombre encantador y de moral mucho más distendida que el severo rey Sol amante de la buena comida y las extravagancias. Será este quien necesite la ayuda del rey de Inglaterra para emprender una guerra contra los holandeses. Una guerra que se complica cuando Carlos II entra en depresión tras la muerte de su hermana Ana Estuardo. Ahí es donde Louise de Keroualle entra en juego. Se espera que su sensualidad consiga beneficios para los intereses de Francia.

En cambio el método de Carlo será complacerle a través del sentido del gusto. Resulta delicioso como en la novela nos habla de la elaboración de los helados, que son más antiguos de lo que yo pensaba. Ya en al año 400 a. C. los persas congelaban sus postres. De la conservación del hielo, del uso del salitre, la mezcla de jugosos ingredientes hasta la evolución en sus técnicas de preparación.

La novela está narrada con un estilo muy fresco, ligero y agradable a ojos del lector pero cuidando mucho la ambientación y los detalles. La narración se sucede a través de las voces de sus dos protagonistas quienes de forma paralela y en primera persona nos van dando dos versiones que se complementan entre sí.

Conclusión

La emperatriz de los helados ha resultado ser una lectura tan refrescante como interesante. Gracias al estilo ligero y dinámico con que el autor nos cuenta una parte de la historia que mezcla de forma muy acertada elementos gastronómicos y una parte ficticia. Una novela que se lee de forma agradable y sin realizar ningún esfuerzo.