Título: Yo fui a
EGB 2
Autores: Javier Ikaz/Jorge Díaz
Publicación: Plaza & Janés, noviembre de 2014
Páginas: 288
Autores: Javier Ikaz/Jorge Díaz
Publicación: Plaza & Janés, noviembre de 2014
Páginas: 288
Después de que
Jorge y Javi, los creadores de Yo fui a EGB, auparan la «egbmanía» al
puesto más alto de ventas y lo convirtieran en el libro más vendido del año,
ahora regresan para acompañarnos en un nuevo viaje por todo aquello que hizo
que los años 70, los 80 y los 90 permanezcan todavía en nuestra memoria.
Sobresaliente para un fenómeno único que, tras revolucionar las redes sociales con sus 800.000 seguidores en facebook y su blog, no acepta imitaciones y merece matrícula de honor.
El Cococrash, la
Nancy, los marcianitos, el Mimosín, el Exin Castillos, las colecciones de
cromos, el Tente, el gotelé, Tino Casal o Los Fraguel, el nuevo libro de
Yo fui a EGB viene cargado de novedades en torno a la música, el cine,
la televisión, la comida, el deporte, la tecnología, el mobiliario o las
fiestas.
Con muchas más
anécdotas, curiosidades y fotografías, si tú también fuiste a EGB, ¿a qué
esperas para volver a clase?
Incluye adhesivos y el juego de mesa exclusivo YO FUI A EGB.
Incluye adhesivos y el juego de mesa exclusivo YO FUI A EGB.
Mis impresiones
El año pasado, por estas fechas también, se publicó el libro Yo
fui a EGB. Una especie de guía-recordatorio que nos hizo una ilusión
tremenda a muchos que hoy somos adultos pero que en su momento cursamos la EGB.
El libro es un recopilatorio de objetos, costumbres y manías que determinaron y
marcaron para siempre una forma de vida, la que se vivió entre los setenta y
los noventa. Recuerdo que al abrir este libro acudieron a mí montones de
recuerdos que estaban dormidos pero se mantenían intactos.
Ahora Javier Ikaz y Jorge Díaz vuelven a la carga con una segunda entrega
que pretende hacernos rememorar otros detalles de inolvidable época y recuperar
a petición de sus seguidores todo
aquello que dejaron fuera en el anterior por falta de espacio. El primer libro,
que tuvo un éxito considerable, surgió gracias a un blog (www.yofuiaegb.com) y una página de Facebook
que entusiasmó a más de 800.000 usuarios y ganó diversos premios. Su objetivo
era, según ellos mismos nos cuentan en el prólogo, animar el día a día de todos
esos amigos que se iban uniendo.
Como ya hice en su momento tengo que destacar la preciosa edición con que
Plaza & Janés ha publicado
esta entrega también. En pasta dura, en su interior encontramos muchísimas
fotos a todo color a las que se acompaña un texto lleno de optimismo y energía,
ameno, divertido, con sentido del humor, recopilando curiosidades o momentos
con los que nos sentiremos identificados porque todos los de nuestra generación
los hemos vivido. Además incluye pegatinas y un juego de mesa con preguntas.
Yo fui a EGB 2 se estructura en diez capítulos que agrupan
diferentes temáticas relativas a los juegos, la música, la moda, la televisión,
las costumbres, etc…
En “Maneras de
vivir”, el capítulo que abre el libro, los autores nos relatan un día normal en
la vida de Lucas y Nancy, dos niños todo-terreno que derrochan vitalidad y que
representan ese niño que fuimos cualquiera de nosotros. Nos despertábamos en
una habitación decorada con pósters de las series de moda como Sensación de
vivir o nuestros cantantes favoritos como Jason Donovan y donde las casettes de
Mecano, Europe, Eros Ramazzotti o Alejandro Sanz ocupaban un lugar especial.
Tras un desayuno a base de Cola Cao con cereales Pascual o Galletas Gullón nos
íbamos al colegio, con la mochila cargada a más no poder de libros de texto,
los lápices de colores y los estuches de varios compartimentos, donde a menudo
nos encontrábamos con un «control sorpresa». Pero para la hora del recreo todo
estaba olvidado y la comba o goma entre otros muchos juegos nos alivian del
susto.
Al llegar a casa,
cansados y cargados, en ocasiones teníamos que aguantar la reprimenda de
nuestros mayores y las temidas frases: «Como vaya, cobras», «Te voy a dar para
que llores con razón» o la peor «Ya verás cuando llegue tu padre…». Un
entretenimiento que nos fascinaba era la televisión donde Los mundos de Yupi,
Candy Candy o Espinite nos hacían vivir aventuras inigualables.
En el segundo
capítulo, “Horror en el ultramarinos”, hacemos un repaso por aquellos alimentos
que todos veíamos al abrir la nevera. El Pralín, la mortadela de Popeye, el
chorizo Revilla o el pan Bimbo fueron todo un clásico de las meriendas de la
época. Pero tampoco podemos dejar de lado las chuches como los Rufinos, las
dentaduras Drakis o las piruletas de Fiesta que hacían nuestras delicias. ¿Y quién
no recuerda las cajas de galletas surtidas? Normalmente eran las de chocolate
las que primero devorábamos y siempre quedaban un par que no gustaban a nadie. Pero
hasta que no se terminaban no estaba permitido abrir el otro paquete.
Otro alimento
básico de la época fueron los yogures Yoplait (por cierto, ¿alguien sabe que
fue de ellos?) o Danone y los “regalos promocionales” que traían. Desde
vajillas, cubiertos, imanes para la nevera o cromos. Y quién no recuerdan los eslóganes
que nos dejaban esas marcas: «Natillas Danone, listas para gustar ¿repetimos?»,
«Tu primera colonia, Chispas» o «Y mi quimono, ¡Kia¡».
Un tambor (de Dixan)
lleno de juguetes nos recuerda los dardos, las muñecas recortables, los juegos
de cartas, los silbatos o los cromos “repes” que intercambiábamos con nuestros
amigos. Juguetes sencillos que potenciaban nuestra imaginación al máximo. En el
capítulo “¡Mi casa…! (¡Ahí va, y la mía!)” recordamos la moda del gotelé que
logró colarse en todas las casas del país que no tenían papel pintado, la
opción posible para las paredes. La mesa camilla en el centro de la salita, el
tresillo de escay (con sus incómodos ruidos y al que te quedabas pegado en
verano), las enciclopedias en el aparador, junto a las fotos de familia, el
mueble bar y la cristalería destinada a ocasiones especiales son elementos
decorativos inolvidables.
“La tecnología EGB”
nada tenía que ver con la actual. No había teléfonos móviles, nadie sabía donde
estabas en cada momento porque las cabinas de teléfonos no siempre funcionaban
o cuando encontrabas una a menudo estaba ocupada. En aquel momento también
había decisiones difíciles sobre qué productos comprar. O si no que se lo digan
a los que eligieron el video Beta en vez del VHS. En los ochenta aparecieron
los primeros ordenadores personales pero claro, el sistema operativo no daba
las facilidades que hoy tenemos y la mayoría nos apañábamos con la Olivetti.
En “¿Echamos un
partido?” se hacen eco de los héroes e ídolos deportivos de esa generación (Pelé,
Butragueño, Maradona, McErnroe) así como los objetos, ropa, zapatillas, las
mascotas imprescindibles (el futbolín, cobi, el balón Mikasa, la bicicleta BH).
En “Me paso el día bailando” recordamos a Hombres G (Y el incombustible Sufre mamón), Queen, Miguel Bosé, Loquillo
o Mecano, creadores de canciones que aún, a día de hoy, suenan emocionándonos y
haciéndonos cantar como locos. ¿y tú que eras? ¿Heavy, punki, rocker o pijo?
“Vaya, vaya, aquí
no hay playa”, pero si había ocasión de ir no podía faltar la nevera, las
hamacas de flores, el balón de Nieva, el frisbee o las cangrejeras. Los rockys
con las camisetas de dibujos animados también marcaron un estilo.
Sin duda la
televisión y a pesar de que solo había dos canales y cuya calidad no es
comparable con la imagen que tenemos ahora jugaba un papel esencial en nuestra
vida. “Mirando la programación” evoca aquellos entretenimientos como La bola de
cristal, Corrupción en Miami, Dragones y mazmorras, Verano azul o figuras como
Gila, Eugenio, Emilio Aragón o Chicho Ibáñez Serrador.
El último capítulo
se titula “Vuelve, a casa vuelve, por
Navidad” analizan como se vivían la Navidad en aquella época en la que era más
común poner en casa las figuritas del portal de Belén que el árbol. Los
villancicos cantados por Parchís, las panderetas, el especial de Martes y trece
que duraba toda la noche.
Conclusión
Abrir Yo fui a EGB 2 es sinónimo de disfrutar
de los recuerdos de una vida. Un libro original y divertido capaz de despertar muchas
sensaciones en el lector. De esos que es mejor tener a mano porque no te cansas
de manosear una y otra vez.