Título: Entre tonos de gris
Autora: Ruta Sepetys
Publicación: Maeva, 2011
Páginas: 286
El conmovedor testimonio de una adolescente que quita el aire, captura el corazón y revela la milagrosa naturaleza del espíritu humano.
Junio de 1941, Kaunas, Lituania. Lina tiene quince años y está preparando su ingreso en una escuela de arte. Tiene por delante todo lo que el verano le puede ofrecer a una chica de su edad. Pero de repente, una noche, su plácida vida y la de su familia se hace añicos cuando la policía secreta soviética irrumpe en su casa llevándosela en camisón junto con su madre y su hermano. Su padre, un profesor universitario, desaparece a partir de ese día.
A través de una voz narrativa sobria y poderosa, Lina relata el largo y arduo viaje que emprenden, junto a otros deportados lituanos, hasta los campos de trabajo de Siberia. Su única vía de escape es un cuaderno de dibujo donde plasma su experiencia, con la determinación de hacer llegar a su padre mensajes para que sepa que siguen vivos. También su amor por Andrius, un chico al que apenas conoce pero a quien, como muy pronto se dará cuenta, no quiere perder, le infunde esperanzas para seguir adelante. Este es tan solo el inicio de un largo viaje que Lina y su familia tendrán que superar valiéndose de su increíble fuerza y voluntad por mantener su dignidad. ¿Pero es suficiente la esperanza para mantenerlos vivos?
Mi experiencia con la novela
Tenemos pululando por la red una compañera que se empeña en arrastrarnos a lecturas conjuntas, lecturas simultáneas o como quiera llamarlas. Me refiero a Laky que el otro día en una conversación me recomendó con mucho entusiasmo Entre tonos de gris, y yo que lo tenía esperando desde hace mucho tiempo en casa ni corta ni perezosa la hice caso y cuando terminé el libro con el que estaba me puse con ella. El caso es que después de haber leído la novela no me arrepiento en absoluto de haberla hecho caso.
Entre tonos de gris no me ha parecido una novela redonda y quizás no cuente con un gran valor literario si nos ponemos formales pero es capaz de emocionar al lector, de cortarle la respiración y dejarle con el corazón en un puño en muchos momentos. Me ha resultado una lectura muy dura pero con un trasfondo muy humano del que todos deberíamos aprender.
La historia comienza el día 14 de junio de 1941 en Kaunas, una ciudad de Lituana. Lina es una joven de quince años, hija de un profesor, que sueña con estudiar en la escuela de arte y desarrollar plenamente su talento para el dibujo. Su vida es como la cualquier chica de su edad, con pocas preocupaciones y mucha ilusión. Pero su futuro se rompe cuando esa misma noche la policía secreta soviética (NKVD) irrumpe de forma violenta en su casa y es detenida junto a su madre y su hermano pequeño.
Sin apenas comprender lo que sucede ni el motivo serán encerrados en los vagones de un tren y deportados a un campo de trabajo en Siberia en donde tendrán que aprender a sobrevivir con muy poco. Despojados de sus pertenencias, sin apenas alimentos para sobrellevar los duros días de trabajo y el frío Lina encuentra como única vía de escape desarrollar su gran pasión por el dibujo. Mientras conserva la esperanza de que su padre, también desaparecido, reciba algunos de los mensajes que le envía para que él sepa que están vivos y donde encontrarlos.
Cuando hablamos de los horrores cometidos en la II Guerra Mundial lo primero que nos viene a la cabeza es el Holocausto nazi pero hubo en ella otros muchos episodios menos conocidos que sembraron el terror de la misma manera. No sólo se persiguió, encerró, torturó y asesinó a los judíos sino que también médicos, profesores, abogados, escritores o militares sufrieron los mismos e injustificados castigos. En 1939 después de ser ocupados los Estados Bálticos de Lituania, Letonia y Estonia por las tropas de Stalin el Kremlin elaboró una lista de personas consideradas antisoviéticas que debían ser exterminadas. Además arrasaron estos países quemando sus bibliotecas y destruyendo sus iglesias. Dos años después, en 1941, comenzarían las deportaciones y los campos de trabajos a funcionar. Stalin acabó aproximadamente con unos veinte millones de personas. Y los que lograron sobrevivir después de pasar más de diez años en los campos de Siberia se les trató como criminales, apartados en zonas restringidas y bajo vigilancia constante.
“Ladrones y prostitutas. Nuestras madres estaban en ese vagón, junto con una profesora, una bibliotecaria, varios ancianos y un bebé recién nacido: ladrones y prostitutas.”
Entre tonos de gris nos habla de estas vivencias, de los viajes en el tren hacinados y en penosas condiciones como si se tratase de animales y de lo que padecieron miles de personas en los campos de trabajo. El frío, el hambre, las torturas, las humillaciones, los asesinatos, la desesperación por salir de allí, el dolor de ver morir a los que les rodeaban, la incertidumbre de cuantos días aguantarán allí…
Ruta Sepetys ha optado por narrarnos algunas escenas impactantes de forma bastante cruda, sin apenas adornos aunque también lo hace sin caer en el sentimentalismo ni buscar la lágrima fácil del lector. Pero también lanza un mensaje esperanzador. A pesar de las duras condiciones en que viven sus personajes aún tienen la capacidad de ser humanos y civilizados, de apoyarse unos a otros, de tender la mano al que se encuentra al lado.
La ambientación de la novela está muy conseguida. Sin apenas utilizar descripciones nos hacemos imágenes muy claras del entorno que les rodea. La autora se ha basado en la experiencia de su propia familia así como en los testimonios de algunos lituanos que lo vivieron de primera mano, siendo muchas situaciones que cuenta en la novela reales.
El personaje central de la historia, que coincide con el narrador, es Lina, una joven de quince años a la que le apasiona el arte y espera en un futuro próximo ingresar en una escuela para perfeccionarlo. Es su mejor medio de expresión y se deleita contemplando las obras de Munch. Vive en Lituania junto a su familia hasta que su padre desaparece y ella es deportada junto a su madre y hermano a un campo de concentración. Poco a poco vamos conociendo una muchacha tozuda, valiente y fuerte, incapaz de callar lo que piensa tiene que sacárselo de alguna manera. Una adolescente que apenas conoce el mundo. Por un lado tiene la inocencia de no saber que ocurre realmente pero a la vez ese punto de rebeldía que le hace no conformarse con lo que está viviendo.
Junto a ella su madre, una mujer con fuertes valores, que nunca perdió la esperanza de volver a su hogar y su hermano pequeño, un niño alegre y risueño que se ve obligado a crecer y madurar a marchas forzadas.El resto de los personajes se completa con las personas con las que se van encontrando a lo largo del camino y que representan distintas formas de vivir lo mismo. Bien sea con rabia, con dolor, con entereza o determinación. Hay muchas maneras de de enfrentarse al dolor.
“Planté una semilla de odio en mi corazón. Me juré que crecería hasta convertirse en un árbol inmenso cuyas raíces los estrangularían a todos algún día”
Junto a ella su madre, una mujer con fuertes valores, que nunca perdió la esperanza de volver a su hogar y su hermano pequeño, un niño alegre y risueño que se ve obligado a crecer y madurar a marchas forzadas.El resto de los personajes se completa con las personas con las que se van encontrando a lo largo del camino y que representan distintas formas de vivir lo mismo. Bien sea con rabia, con dolor, con entereza o determinación. Hay muchas maneras de de enfrentarse al dolor.
La novela es narrada en primera persona por Lina, su protagonista, por lo que nos cuenta única y exclusivamente lo que ella vivió. Al desarrollarse bajo este punto de vista tenemos la información limitada y siempre subjetiva. No hay episodios bélicos y casi ni siquiera referencias a la guerra por lo que en algunos momentos he echado en falta algo más de información sobre las deportaciones de los lituanos a manos del ejercito soviético, un episodio histórico con el que no estoy demasiado familiarizada.
El estilo narrativo es muy sencillo, directo y natural que por su agilidad y su estructura (tres partes dividas en capítulos muy cortos más un epílogo final) se lee prácticamente del tirón. Conforme Lina nos va narrando su situación también introduce algunos recuerdos de cómo fue su vida antes de ser detenida. El tratamiento que le da a la voz narrativa me ha parecido correcto aunque a veces he echado en falta ver los sentimientos de Lina que a medida que transcurre la novela va dejando atrás su interior para simplemente contarnos lo que ve. A pesar de ello, es un personaje con el que no cuesta conectar.
En el último tramo de la novela parece como si la autora se hubiese agotado de narrar o repentinamente le hubiese entrado prisa por terminarla. Si al principio todo transcurre a un ritmo lento, con el viaje en el tren y la llegada al primer campo, la segunda mitad de la novela es mucho más rápida y con menor atención a los detalles. Esto desemboca en un final demasiado rápido en el que da un gran salto en el tiempo y obvia muchas explicaciones que a mi juicio resultaban necesarias. No le hubiese venido mal a la novela unas cuantas páginas más para no dejar el lector con la sensación de quedarse con un vacío en la historia.
Conclusión
Entre tonos de gris no me ha parecido la novela perfecta pero si es un relato conmovedor de los horrores de la guerra. Una historia que se lee prácticamente del tirón, narrada con sobriedad y agilidad. Con momentos duros pero también momentos de mucha ternura.