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miércoles, 20 de noviembre de 2013

La habitación oscura - Isaac Rosa


Título: La habitación oscura
Autor: Isaac Rosa
Publicación: Seix Barral, septiembre de 2013
Páginas: 252

Un grupo de jóvenes decide construir una «habitación oscura»: un lugar cerrado donde nunca entra la luz. Al principio la utilizan para experimentar nuevas formas de relacionarse, para practicar sexo anónimo sin consecuencias, por una mezcla de juego y transgresión. A medida que van enfrentándose a la madurez con sus decisiones, desengaños y reveses, la oscuridad se convierte para ellos en una forma de alivio.

Con el paso del tiempo, la incertidumbre social y la vulnerabilidad personal se instalan en sus vidas y la habitación oscura aparece entonces como un refugio. La realidad se va filtrando cada vez más al interior, mientras algunos piensan que no son tiempos de esconderse sino de contraatacar, aunque con sus decisiones pongan en riesgo al resto del grupo.

La habitación oscura es una exploración de las posibilidades literarias de la oscuridad pero también, una mirada generacional: un retrato de quienes crecieron confiados en la promesa de un futuro mejor que ahora ven alejarse. A través de las vidas de quienes a lo largo de quince años entran y salen de ella, vemos el duro despertar a la realidad de una generación que se siente estafada.

Mi experiencia con la novela

“No te quedes ahí. Vamos, entra, ya estamos todos. Tras la cortina, la puerta: está abierta, solo tienes que empujarla, mientras en tu espalda pesa la tela que se cierra dejando atrás la escasa luz del pasillo. La puerta cede sin esfuerzo, y al avanzar un par de pasos sientes que la oscuridad se ha solidificado en tu cara, áspera, pero no: es el segundo cortinaje, que pende de una barra en semicírculo para no entorpecer el recorrido de la puerta. Parece una exageración, dos cortinas, pero solo así estamos seguros de que no se filtra ni una aguja de claridad cada vez que alguien entra o sale de la habitación oscura”

Así comienza La habitación oscura, la última novela de Isaac Rosa que ha conseguido hacerse muy visible dentro del panorama literario actual. Con un planteamiento novedoso y un tema de actualidad –la crisis económica- no  pretende realizar una crítica según mi opinión pero si hacernos pensar en cómo hemos contribuido cada uno de nosotros a llegar al punto en que nos encontramos.

La habitación oscura me ha parecido una novela de muy interesante desarrollo y resultado. Una de esas novelas que impactan al lector, por la crudeza de algunos de sus momentos, por la realidad tangible que existe en ella. Una de esas lecturas por la que no se puede pasar en balde independientemente de que te guste más menos. A mí sinceramente me ha gustado sumergirme en su lectura.

La historia comienza in extremis cuando un grupo de personas permanecen sentados en círculo en una habitación que permanece en total oscuridad. Algo está a punto de ocurrir y en el silencio esperan que cualquier ruido indique que ha comenzado.

Mientras se produce esta espera se nos va narrando como quince años atrás un grupo de jóvenes decidió fundar una habitación oscura. Se trata de un sótano con las ventanas completamente cegadas, las paredes acolchadas e insonorizadas y libre de trastos donde tan sólo se puede encontrar tres colchones alineados en una pared y un par de sofás en otra. La idea surgió de forma casual cuando un apagón proporcionó uno de los momentos más especiales de sus vidas en que rieron, disfrutaron y se desinhibieron por completo. Al principio la utilizan como una nueva forma de relacionarse y practicar relaciones sexuales sin ninguna consecuencia ni compromiso pero a medida que fueron pasando los años y sus vidas evolucionaron la habitación se va convirtiendo en algo más que un lugar para divertirse, se va transformando en ese lugar que todos necesitamos alguna vez. Ese refugio donde encontrar consuelo y tranquilidad o evasión.
Isaac Rosa aprovecha este argumento para hacer una crónica social del paso de la despreocupada e ingenua juventud a la realidad adulta pero además en un contexto difícil en que la crisis económica va destruyendo poco a poco sus sueños, un momento en que los planes se vienen abajo sin remedio. Cuando comienzan a frecuentar la habitación estos jóvenes no tienen preocupaciones, se divierten, disfrutan y ríen. Poco a poco irán madurando, asumiendo responsabilidades, trazando planes de futuro y arriesgándose.  Pero también irán asumiendo desengaños, pequeños avisos que sin ser tomados en serio parecen ser insignificantes baches en el camino para pocos años después descubrirse en un laberinto sin salida. Hombres y mujeres que ante la bonanza económica se creyeron “inmortales” y nunca pensaron que la situación podía cambiar. Es en este momento cuando la habitación pasa a ser un lugar donde huir de los problemas. De padres enfermos, de exparejas encabronadas, de agobios económicos, de desahucios, de no encontrar empleo, de las discusiones de pareja, del cansancio, del agobio, la soledad o el dolor. Un lugar donde no ver ninguna cara y no ser visto, un lugar donde impera el silencio y se puede ser uno mismo.

Pero además trata también sobre aquellos que no se han quedado quietos  ante el abuso de poder. Que a lo mejor no han escogido el mejor para camino para hacerse oír pero se niegan a pasar por el aro. Que a lo mejor tampoco la forma es la correcta, que a lo mejor tienen que pagar por ello pero encuentran una manera de reivindicar aquello que les corresponde por derecho.

Isaac Rosa hace gala de un estilo muy depurado, enérgico, con cierto valor literario y rico en matices. Las frases largas, complejas, las comas imprescindibles, los diálogos inexistentes hacen de ella una lectura pausada. A pesar de transcurrir a un ritmo lento y algo irregular transmite al lector una increíble tensión que además le hace presentir que puede pasar cualquier cosa en cualquier momento. Sin duda, existen en ella momentos de especial crudeza e intensidad, siempre tratadas con realismo, que no pueden dejar indiferente al lector, que en muchas ocasiones será capaz de verse reconocido en algunas de las muchas suposiciones que se presentan.  La novela se estructura en ocho capítulos numerados insertando entre uno y otro siete capítulos llamados REC, que no son más que unas grabaciones que observamos recogidas por una webcam y que entenderemos su sentido a lo largo de la novela.

El narrador no puede ser otro que uno de aquellos jóvenes que fundaron la habitación.  No conocemos su identidad, ni siquiera llegaremos a saber si es un hombre o una mujer porque en muy pocas ocasiones predomina su yo individual sobre el grupo. Su narración en primera del persona del plural no se acerca a intimidades ni caracteres más allá de lo estrictamente necesario para que entendamos la historia. Me ha resultado muy acertado este punto de vista ya que gracias a sus precisas descripciones nos sentimos nosotros mismos dentro de la habitación, inundados de esa oscuridad que no nos permite ver pero si percibir. A pesar de este único y casi inexistente escenario la ambientación está más que lograda.

La única protagonista de esta novela es la habitación oscura, el testigo mudo de las vidas y las relaciones que en ella se establecen. No es esta una novela de personajes los cuales apenas tienen identidad pero que a la vez son todos y cada uno de nosotros. No son muchos los casos en que los personajes tienen nombre, nunca apellido, porque esta novela es el retrato de toda una generación que vive lo que le ha tocado vivir, que no vio venir lo que se le venía encima y nunca estuvo preparada para ello.

Dado el abrumador tono de la novela esperaba un final quizás mucho más impactante pero su autor ha optado por la idea de proponer al lector una ventana abierta en la que cada uno puede elegir el paisaje que le gustaría ver.

Conclusión

La habitación oscura es una metáfora de cómo ha ido cambiando el mundo mientras nosotros nos encontrábamos en la oscuridad, sin querer salir fuera y ver lo que estaba por venir. Pero además admite muchas otras lecturas, tantas como el lector desee encontrar. Isaac Rosa con ella nos dice algunas verdades que nunca hemos querido escuchar.