Si dejamos atrás las consideraciones románticas un libro no
es más que un producto cuyo objetivo es ser vendido. Y para ello es imprescindible
que atraiga al potencial consumidor, en este caso el lector, de alguna manera.
El primer golpe visual le percibimos a través de su portada,
el elemento que nos impulsará a acercarnos, a sostenerlo entre las manos y
conformar una primera opinión del libro. Hay portadas realmente sugerentes y
atractivas pero otras no expresan nada o lo que es peor son estéticamente muy feas.
Hay que tener en cuenta que el diseño de la portada debe ajustarse al tipo de
lector que va encaminada la obra y sintetizar su esencia en una imagen. ¿Para qué
sirve una bonita portada si no tiene correlación con la novela?
Aquí os dejo dos portadas distintas de un mismo libro. La española me parece mucho más evocadora que la correspondiente al país de origen:
Aquí el ejemplo de algunas portadas que me parecen poco adecuadas. No creo que la portada de Drácula, todo un clásico, refleje nada que tenga que ver con la novela. En el caso de Kakfa en la orilla de Murakami, me parece esteticamente desagradable al igual que La piedra de moler que además no me dice nada ni revela alguna información.
Otro de los ganchos iniciales es el título, este debe ser
claro y con gancho sin dejar de hacer alusiones a la historia que el libro
contiene aunque tampoco resultar demasiado obvio. ¿No os ha pasado que tras
terminar un libro seguís sin poder explicar la razón de su título?
En el caso de los dos primeros el título me espanta. Indiscrección es un libro al que tanto la portada como el título le hacen un flaco favor ya que la obra no tienen nada que ver con su aspecto exterior.
Si estos dos pasos han resultados satisfactorios la mayoría
de nosotros en este momento daría la vuelta al libro buscando más información
en la contraportada. La sinopsis es esencial y seguramente por la cual el
lector decida llevarse el libro a casa o no. Esta debe ser clara, resaltar los
puntos fuertes de la historia pero sin descubrir demasiado. Hay libros en los
que prácticamente toda la historia se descubre en la parte trasera del libro
con lo cual ya nos lo habrán estropeado. Pocas frases y atractivas dan mejor
resultado que una parrafada larga y confusa. O aquellas en que no tiene
absolutamente nada que ver con la historia y que hacen que el lector se sienta
engañado.
Este es el argumento que aparece en la contraportada de Fotografia la lluvia. A mí me hizo pensar que era una historia de miserio pero todo terminó en una historia de corte juvenil.
Todo esto corresponde a su exterior pero ¿Qué ocurre cuando
ya lo tenemos en casa y comenzamos a leerlo? A veces una mala maquetación hace una lectura
insufrible. Una de las quejas más habituales es el tamaño de la letra que si
resulta demasiado pequeña puede dificultar su lectura y cansarnos la vista.
Pero también hay que tener cuidado con el espaciado, el interlineado y las
sangrías. No es cuestión de desperdiciar papel pero tampoco de aprovechar el
espacio al máximo.
Es bonito cuando una edición a parte de todas estas cosas
tiene un papel de calidad (algunos son tan gruesos como el papel de lija y
otros tan transparentes que podemos leer la siguiente página antes de
volverla), detalles y adornos e incluso cuando te encuentras con el cada vez
más olvidado índice que a veces resulta necesario. Hay otros en los que cuesta leer el borde interior de las páginas sin doblar el lomo y a mí me resultan muy incómodos porque me hacen sufrir.
Estos aspectos se suelen reflejar en el precio del libro
aunque no siempre hay correlación directa. Las ediciones de bajo coste o
incluso los libros de bolsillo a menudo son de muy mala calidad. Libros que se
estropean al abrirlos y cuyas páginas se van desprendiendo, letras ilegibles,
papel muy oscuro, portadas que se doblan al menor roce…
Quizás no influyan en la calidad de la historia pero si en nuestra capacidad para disfrutar de ella.
Y vosotros ¿Que opináis? ¿Creéis que el exterior de un libro influye en su contenido?