Título: Las raíces del olivo
Autora: Courtney Miller Santo
Publicación: Ediciones B, abril de 2013
Páginas: 366
La familia Keller está formada por cinco generaciones de mujeres que viven en una gran casa, en medio de un olivar del valle de Sacramento. Anna, la matriarca, tiene ciento doce años y está decidida a convertirse en la persona más anciana del mundo.
Comparte la vivienda con su hija Bets, de noventa años, su nieta Callie, de sesenta y cinco, su bis- nieta Deb y su tataranieta Erin. Las dos mujeres mayores lucen más jóvenes de lo esperable y desafían los límites de la longevidad, y ello ha captado la atención de un genetista convencido de que tienen la clave que permitirá alterar el proceso de envejecimiento.
Pero Anna no quiere desvelar los secretos de las Keller. Como ella, cada una de las mujeres de la familia esconde su auténtica naturaleza. La llegada del genetista y el regreso al hogar, sola y embarazada, de Erin, la más joven, despertará emociones explosivas y destapará verdades ocultas.
Mi experiencia con la novela
Sin duda la portada de Las raíces del olivo, llena de luz, fresca y atractiva, invita ya a su lectura. Además su sinopsis marca una historia basada en las relaciones de cinco mujeres de una misma familia y los secretos que en ella se guardan. Ante estos dos aspectos me fue imposible dejar de lado esta novela.
Después de su lectura me he llevado una pequeña decepción. Por muchos motivos la novela no ha sido lo que yo esperaba y es de las pocas veces que una novela de este corte me deja tan fría. Si en principio su exterior nos hace pensar en una landscape en realidad la novela no sigue mucho esta línea y yo la definiría mejor dentro del subgénero saga familiar.
“Anna Davison Keller quería ser la
persona más vieja del mundo. Creía
que merecía esta distinción, pues siempre había tenido un cuidado muy especial
con el recipiente que Dios le había dado.”
Esta es la prometedora y sugerente frase con la que comienza la novela para introducirnos en la vida de cinco generaciones de mujeres de la familia Keller. Anna tiene 112 años y aspira a ser la mujer más longeva del mundo. Para ella el secreto es simple: acido cítrico, aceite de oliva y agua. Vive en la gran casa familiar, Hill House, rodeada por una gran plantación de olivar a la que ha dedicado toda su vida situada en el valle de Sacramento junto a su hija Bets que tiene noventa años y su nieta Callie que ha cumplido los sesenta y cinco.
La resistencia de las mujeres Keller a los estragos del tiempo ha llamado la atención de un genetista indio que pretende indagar en la familia, tanto en su genética como en sus hábitos de vida y descubrir las causas del mismo. Justo el día en que esperan la llegada del médico, Erin, la más joven de la familia, la tataranieta de Anna, llega de forma inesperada con una gran novedad y es que está embarazada.
Mientras Anna está empeñada en que ciertos secretos no vean la luz, todas están convencidos de que Erin traerá una niña al mundo que continúe con la tradición familiar. Pero la preocupación de las mujeres aumenta cuando a Deb, la madre de Erin, le conceden la libertad condicional después de pasar veinte años encarcelada.
En líneas generales este es el argumento que define la novela y su principal apoyo son las distintas relaciones que unen a estas mujeres que si bien es cierto que esconden jugosos secretos también lo es que hay que armarse de una paciencia enorme hasta llegar a ellos. Una de las cosas que menos me ha convencido e incluso creo que ha entorpecido su lectura es la lentitud con la que la autora avanza a través de ella. Hay capítulos en los que prácticamente no sucede nada. Además la novela es desigual, hay partes que han logrado captar mi atención pero otras que no conseguían despertar de ninguna manera mi interés. Por otro lado la trama del genetista tras el comienzo queda relegada a un segundo plano y sin aportar algo realmente interesante. La autora la saca a colación cuando lo necesita. Aunque es cierto que da lugar a temas en cierto modo interesantes.
Respecto a sus personajes destacar a una de las protagonistas, Anna. Ella es sin duda el personaje más sólido, carismático y mejor forjado en la historia además de resultar el más interesante. Con el resto de los personajes he tenido sentimientos encontrados pero realmente ninguna de ellas ha logrado calar en mi, de forma que incluso me costaba situarlas a pesar de la enorme voluntad reconocible de la autora de dotarlas de entidad propia y diferenciarlas.
Anna es una mujer con una increíble vitalidad con respecto a la edad que tiene. Incansable en el trabajo y dispuesta a coger hasta la última aceituna que quede en un árbol es una mujer tozuda que conserva el juicio de forma intacta. Su vida no siempre ha sido fácil y ha tenido que aceptar algunas cosas pero no está dispuesta a que sus secretos vean la luz. Elisabeth, a quien todos llaman Bets, es su hija y ha cumplido los noventa años también en condiciones envidiables. Su marido vive en una residencia de ancianos aquejado de Alzheimer y tiene varios hijos. Los varones viven lejos de ella y sólo es Callie la que se encuentra a su lado a pesar de que su relación no sea excesivamente cordial y que a sus sesenta y cinco años está dispuesta a encontrar el amor. Quizás buscando la oportunidad que nunca ha tenido por un accidente que sufrió y le dejó secuelas. Ninguna de estas mujeres tiene una buena relación con Deb, la siguiente en la familia sobre todo porque su presencia les provoca miedo e incomodidad. La sentencia que cumple por asesinato en la cárcel en el fondo es un alivio y las mujeres esperan con inquietud su salida. Quizás la única con motivos para alegrarse sea su hija Erin para quien Deb es prácticamente una desconocida. Se crió en Hill House después de perder a ambos progenitores.
Sus relaciones son complejas, cargadas de reproches y tensiones. Se nota el cambio de generación que van sufriendo y como esto en algunas ocasiones las aleja a unas de otras. El silencio entre ellas y los secretos hacen mella en sus vidas y crea situaciones que agrian sus vidas.
Una de las cosas que si me ha gustado es la presencia de los olivares entorno a la familia. No sólo actúan como elementos que simbolizan las raíces familiares y la perdurabilidad en el tiempo como las mujeres de la familia sino que además desarrolla la historia de la familia a través del cultivo de este árbol. El padre de Anna llegó desde Australia a finales del siglo XIX cargado con unos cuantos ejemplares que plantó e injertó con unos esquejes procedentes de Irlanda, consiguiendo un modo de vida y perpetuándose generación tras generación en Sacramento. Me ha llamado la atención el mimo con el que la autora describe las plantaciones, como las asemeja a la familia y les dota de cierto protagonismo.
La novela se estructura en cinco grandes partes dedicada cada una de ellas a una de las mujeres de la familia y dividida a su vez en capítulos cortos. A pesar de que esto debería permitirnos conocer de forma más profunda a cada una de ellas rompe el ritmo de la novela de alguna manera porque hay partes mucho más lentas que otras.
En cuanto al estilo narrativo no hay mucho que destacar. A pesar de un prosa sencilla, un vocabulario accesible al lector sin complicaciones sintácticas y algunos diálogos su lectura no resulta tan ágil como cabría esperar. Su desenlace también me ha parecido algo flojo por diversas cuestiones que quedan un poco en el aire y porque carece de la emoción que este tipo de libros requiere. La historia es demasiado lineal, no hay ninguna sorpresa para el lector ni un cambio de rumbo en la historia que te mantenga
pegada a sus páginas.
Conclusión
Las raíces del olivo parte de una bonita y sugerente idea que por distintos motivos no termina en una trama que ha captado del todo mi interés. A pesar de los personajes realistas, las bonitas descripciones de los paisajes y algún que otro tema interesante la lentitud en su desarrollo pesa demasiado. Para mí es un buen ejemplo de que un libro nunca se puede juzgar por su portada.