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miércoles, 16 de mayo de 2012

Lo es - Frank McCourt

La novela comienza en 1949 cuando el protagonista viaja en un barco carguero hacia Estados Unidos con el afán de ver su sueño cumplido. Después de una terrible infancia en Irlanda viviendo en la mas absoluta pobreza, Frank ya ha cumplido diecinueve años y viaja convencido de que esta es la oportunidad de su vida.
Su mayor ilusión es convertirse en un hombre de provecho, estudiar y conseguir un buen trabajo. Pero cuando desembarca en Brooklyn  no tiene nada. Solo es un irlandés a quien todo el mundo desprecia.
Su primer empleo es como barrendero en un hotel y a partir de ese momento comenzará a desarrollar muchos otros que no se ajustan a sus sueños. Se propone estudiar y con mucho esfuerzo consigue un empleo como profesor.
Con mucha sencillez McCourt nos irá narrando todas sus experiencias en América, como logra adaptarse a esa vida tan diferente de la que él ha vivido, el trato a veces mundano que le dan allí o como llega a hacerse un huequito como profesor y todo lo que esto le reporta, desde su satisfacción personal hasta la relación con sus alumnos.

Mi opinión
Decía en mi opinión sobre “Las cenizas de Ángela” que su relectura me había decepcionado profundamente. Recordaba de la primera lectura una novela dura pero atractiva e interesante que nos narraba con sencillez un testimonio real. “Lo es” es la continuación de esta novela y tampoco ha llegado a convencerme.
Ambas novelas están narradas en primera persona ya que esto es una autobiografía novelada. Si la primera historia está narrada a través de los inocentes ojos de un niño con sencillez y naturalidad en esta parte dejamos atrás parte de esa inocencia pero McCourt conserva intacto el estilo sencillo, directo y sin ambages.
El principal defecto de esta novela, en mi opinión, es que muy aséptica. Nos narra sus vivencias pero de un modo muy frio de forma deja el componente emocional totalmente a un lado. Sabemos todo lo que le pasa pero no sabemos cómo se siente. McCourt va siempre tan directo al grano que me ha dejado la sensación después de leer su vida de que no conozco a este autor en absoluto. Nos ofrece breves pinceladas de su personalidad y sus sueños pero termina quedándose en la superficie.
El punto clave de la primera novela es que está narrada por la voz de un niño, que con desenfado y naturalidad nos narra unos acontecimientos muy tristes sin caer en el sentimentalismo y sin dramatizar pero en esta novela al cambiar a la voz de un adulto pierde la gracia. Y no acaba de cuajar esa voz más madura que sigue hablándonos de algunos temas desde una perspectiva un tanto infantil.
La novela me ha aburrido soberanamente en bastantes tramos e incluso he estado tentada de dejarla varias veces. El estilo tan escueto y superficial no me terminaba de convencer y la historia en si tiene unos atractivos puntuales.
He comenzado describiendo todo lo negativo aunque también tiene algunos puntos positivos. La vida de McCourt no es apasionante ni mucho menos aunque resultan curiosos algunos de los episodios que suceden en su proceso de adaptación al estilo de vida americano.
A través de las dos novelas podemos observar claramente la evolución del autor. De niño inocente, escuálido y algo bobo, se convierte en un hombre que se ha formado y que se apasiona con su trabajo. Pero para ello debe pasar por el tránsito de su juventud siendo algo cateto y apocado de forma que parecía que todo el mundo podía reírse de él y que nunca conseguiría nada. Porque, en parte, no es capaz de olvidar su desastroso pasado. Los recuerdos de su vida en Limerick son dolorosos y no entiende ciertos comportamientos que aún ve en su familia con más reticencia a abandonar su antigua vida.
Veremos cómo se produce ese proceso de adaptación, como la gente abusa o le proporciona un trato despectivo porque está en lo más bajo del escalafón social, sus múltiples trabajos, sus distintos hogares así como las mujeres que han pasado por su vida. En este libro el amor es un tema que pasa muy desapercibido. El autor no le da gran importancia a las mujeres con las que ha estado. Más bien las nombra de paso y como si hubiesen significado poco para él.  
Es la demostración de que con esfuerzo se puede conseguir cualquier cosa. No importa de donde venga uno ni quien sea porque el camino ha de labrarse con trabajo.